Empate agridulce entre el Espanyol y el Betis
En el regreso de Rubi y Borja Iglesias al RCDE Stadium, el equipo blanquiazul firma tablas ante el cuadro andaluz
El Leganés de Javier Aguirre no parece dispuesto a tirar la toalla, el Mallorca se recuperó ante Celta y el Eibar resistió en San Mamés. Con sus rivales en la zona baja de la tabla al acecho, el Espanyol se tenía que rebelar ante el Betis. Lo hizo, pero a medias. Después de caer en el error de siempre -saltó despistado al campo- el conjunto de Pablo Machín remontó en Cornellá. Sin embargo, se quedó sin fuerza. El empate dejó un sabor agridulce para el Espanyol, también para el Betis que se estancó después de tres victorias consecutivas. “Sí se puede”, despidió la afición a su equipo. Una buena noticia después de instalarse en el último puesto de LaLiga y tras los fuertes silbidos que había recibidos frente a Osasuna en la última jornada en el RCDE Stadium.
Los silbidos esta vez estaban dirigidos para el Betis. Cuando sonaron los nombres Rubi y Borja Iglesias la afición del Espanyol no titubeó. Fuerte bronca al extécnico y exgoleador blanquiazules, figuras esenciales en la clasificación del Espanyol a Europa después de 12 campañas. La memoria es selectiva y, a veces, cruel. Olvidó la hinchada el resultado deportivo y recordó los ruidosos adioses de Rubi y Borja. Los dos por motivos tanto económicos como deportivos, los dos igual de irremplazables en Cornellà: el banquillo blanquiazul ya se ha tragado a David Gallego y Pablo Machín llegaba con señalado tras conseguir cuatro de los últimos 24 puntos, mientras que la secretaria técnica ya prepara la cartera para fichar un delantero que permita borrar la huela del atacante gallego, sorprendentemente titular este domingo en el RCDE Stadium.
Como si no se hubiese quedar solo bajo la nube de silbidos, Rubi mandó desde el inicio a Borja Iglesias al campo. La última vez que había sido titular fue el 30 de octubre ante el Celta y no marcaba desde el 24 de septiembre frente al Levante. Era la única diana del delantero gallego. Y, por esas cosas misteriosas del fútbol, ayudado por la tensa pasividad de los centrales del Espanyol, Borja Iglesias tardó tres minutos en firmar su segundo gol de la temporada. No lo celebró. Un silencio incómodo para la hinchada, acostumbrada a la fragilidad de sus defensores esta campaña como a los goles de Borja la temporada pasada en Cornellà. Suma 12 goles a favor y 32 encajados, las peores estadísticas de LaLiga.
La presencia de Borja fue la única decisión técnica en el Betis, porque Kaptoum volvió al once por el sancionado Guardado y Fekir regresó tras superar las molestias musculares. El cuadro andaluz llegaba como nunca en la temporada a la casa blanquiazul, renovado en el juego y con un Joaquín en modo Di Stefano, más goleador a los 30 años que a los 20. Duelo de estilos y de ánimos en el RCDE Stadium, estaba tan motivado el Betis, como deprimido el Espanyol, que a pesar del disgusto de Machín sus muchachos recurrieron a la ayuda de un psicólogo –“nos ha venido bien”, aseguran desde el grupo-. No se equivocó el vestuario. Acostumbrados a perder la fe cada vez que se le torcían los partidos, el Espanyol se rebeló contra su suerte ante el Betis. El primero, Darder.
Un arrebato individual del volante, que, tras arrastrar la débil marca de Canales, se plantó frente Joel y mandó el balón a la red. Su celebración contrastó con la de Borja. Un grito de rabia de Darder al que se le sumaron todos sus compañeros. La confianza del Espanyol, entonces, creció a partir de ímpetu colectivo. Se multiplicaron las camisetas blanquiazules, sin respiro para los habilidosos volantes del Betis a los que se le añadía Bartra cada ve que el Betis recuperaba el balón. El problema era que les duraba poco la pelota a los béticos. Canales aparecía a ratos, lo mismo que Joaquín, y no había noticias de Fekir, sustituido por Lainez cuando el Espanyol ya controlaba el partido y el marcador.
Llegó son suspense la remontada blanquiazul. Tardó cuatro minutos el árbitro en convalidar del gol de Bernardo, que se encontró con el rebote de Joel para mandar de cabeza la pelota a la red. Sin respuestas en el campo, Rubi miró al banquillo. La solución la encontró en Tello. Agotado el Espanyol, la velocidad de extremo catalán sacudió a la zaga blanquiazul, debilitada después de la lesión de David López. Y Bartra encontró la misma fórmula que Borja. El central se aprovechó de un despiste de la zaga para sellar, de cabeza, el empate. Antes Diego López se había lucido para mandar al córner ante gran remate de Tello. Primero con un disparo, después en un cara a cara tras una gran galopada, el portero blanquiazul negó al extremo catalán. Respiró la hinchada, también el Espanyol, que salvó un punto ante el Betis. Un soplo de esperanza en Cornellà.
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