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La ingeniera de aviones que vuela lejos en el fútbol

La mundialista Celia Jiménez, primera española en jugar en Australia aprovechando su parón en la liga de EE UU, debuta con un gol, elegido el mejor de la jornada, y entra en el once ideal

Lorenzo Calonge
Celia Jiménez, en la Puerta del Sol de Madrid antes de viajar a Australia.
Celia Jiménez, en la Puerta del Sol de Madrid antes de viajar a Australia. Samuel Sánchez

“A veces me pregunto por qué no puedo dejar de pensar. Pero luego digo: no. Toda la vida he estado volcada en estudiar, viajar y jugar al fútbol, nunca había tenido la oportunidad de pararme a pensar, a contemplar las cosas, y me he dado cuenta de que una de mis pasiones es aprender”. Por los márgenes del discurso siempre político y diplomático de Celia Jiménez (Alcaudete, Jaén, 24 años) se escapa alguna reflexión diferente, con la intensidad propia de una joven que avanza y descubre; lo normal, en cualquier caso, en una jugadora con un currículum muy difícil de ver en un vestuario, ya sea femenino o masculino. Es ingeniera aeronáutica –“no paran de preguntarme cómo vuela un avión”, se ríe-, le gustan los libros de psicología aplicada y acaba de empezar un máster online en business y administración. “Durante el Mundial, en la selección, siempre estábamos analizando con Andrea Falcón y Mariana [Caldentey] las personalidades de la gente, cómo somos y las tendencias de cada uno”, explica sin dar más detalles, siempre correcta.

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Con las botas puestas también tiene una hoja de servicios singular. Fue la primera española en ser elegida en el draft de la liga estadounidense, en 2018; y ahora se ha convertido en la primera española en disputar el torneo australiano, con el Perth Glory. Debía haber empezado hace tres semanas, pero problemas con el visado retrasaron su entrada en el país debido a la rigurosa normativa. Se refugió en su pueblo, entrenando, hasta que tuvo los papeles en regla para viajar a las antípodas.

Llegó hace diez días y se estrenó a lo grande este pasado fin de semana: con un gol, elegido el mejor de la jornada, y en el once ideal pese a ser alineada como centrocampista por la izquierda aunque ella se suele desenvolver más por la derecha. El inmejorable debut no evitó, no obstante, la derrota de su equipo contra el Newcastle Jets (1-2).

Terminado el curso en EE UU, donde juega en el mismo conjunto (Seattle Reign) que la “inconformista” Megan Rapinoe, la última ganadora del Balón de Oro y látigo de Donald Trump por su defensa de las minorías, Celia Jiménez decidió que no era el momento de descansar, sino de seguir jugando al fútbol. “La liga australiana se disputa entre noviembre y febrero, justo cuando se detiene la americana. Está preparada para que se puedan enlazar las dos, con pocos equipos (ocho). La mayoría de las futbolistas de Estados Unidos quieren ir allí, pero hay un cupo limitado de extranjeras, así que es bastante complicado conseguir uno, casi un premio. A mí me contactaron un poco antes de los playoffs y no podía dejar pasar la oportunidad”, contaba antes de viajar a Oceanía.

Esta temporada pasada fue su primera como profesional, un estatus que ya no quiere abandonar. “Me ha permitido cuidar más los horarios de dormir y la dieta. La de Australia también es una liga profesional, con un salario mínimo [que prefiere no detallar] y el nivel es bastante alto”, señala la mundialista en 2015 y 2019 (no ha vuelto a la selección desde la Copa del Mundo del pasado verano). Antes, había estado cuatro años en el fútbol universitario norteamericano, al que acudió como una forma de compatibilizar deporte y una carrera tan exigente como la Ingeniería Aeronáutica, una posibilidad que España no le ofrecía (pertenecía en ese momento al Sevilla).

A casi 15.000 kilómetros de distancia, su apoyo a las futbolistas de Primera en su lucha por un convenio colectivo es claro. “Mis compañeras están siendo valientes peleando por sus derechos. Si queremos que el fútbol femenino siga creciendo, necesitamos campos naturales y estadios con ciertos requisitos. Es el momento que estamos viviendo en la sociedad en general. En el pasado nos planteábamos si una mujer podía votar o ser abogada. Eso ya es historia, pero los cambios así exigen un proceso”, concluye.

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