Kawhi Leonard, la salud frente al negocio
Como resume Michael Jordan: “Un profesional se debe a los dueños. Tiene que jugar siempre, sin reservarse”
Kawhi Leonard ha sido protagonista en los últimos días de tertulias paralelas a lo que iba sucediendo en la cancha. Su entrenador en Los Angeles Clippers, Doc Rivers, recibió una multa de la NBA por no convocarlo en un partido disputado frente a los Milwaukee Bucks —que además se televisaba en horario de prime timeen una cadena nacional—, alegando que Leonard sufría molestias. Los Clippers tenían al día siguiente otro partido frente a Portland Trail Blazers que su jugador sí disputó. Se pueden imaginar el resultado de ambos partidos, y a todo el mundo opinando.
Se ha acusado a los Clippers de hacer load management, concepto que proviene de la industria eléctrica; algo parecido a la necesidad de gestionar los consumos de luz para que sean más eficientes. Todo esto traducido al baloncesto es absolutamente obvio; a Rivers le interesa manejar las cargas de trabajo del jugador que los puede hacer campeones, y está tomando cartas en el asunto. Pero resulta que las cartas no están demasiado bien definidas en este negocio. El deporte profesional vive permanentemente tensando la cuerda que sujeta por un lado su cuenta de resultados (82 partidos de liga regular debe disputar cada equipo en apenas 180 días), y por el otro la salud de sus protagonistas.
Aparentemente preocupada por esto último, la NBA encargó en 2015 a la empresa GE Healthcare un estudio orientado a conocer los mayores riesgos frente a las lesiones. Y la noticia sobre los resultados comenzaba con un símil muy llamativo. “Imagínense”, decían los doctores Sallis y Gottschalk, responsables del análisis, “que día tras día debemos sacar un cubo con agua de un pozo, y que la cuerda de la que tiramos está rozando siempre contra la pared. Si seguimos tirando, la soga se romperá debido a la fricción, y nos quedaremos sin cubo... y por tanto sin agua”. El deterioro de esa cuerda, según los médicos, es la imagen exacta de los tendones en rodillas y tobillos de los jugadores profesionales. “Muchos de ellos sufrirán de pequeñas roturas parciales. En caso de una rotura completa, no quedará otra opción que la cirugía”.
Ahora, imaginemos una posible tertulia con gente de peso en el negocio. Cuando preguntemos a Doc Rivers, el entrenador de Kawhi nos hablará de varios estudios científicos que avalan de sobra su decisión; el riesgo de lesión de un jugador se incrementa en más de un 15% si juega dos noches consecutivas, en esos clásicos momentos NBA llamados back to back, tan en entredicho últimamente. También se ha preguntado a Michael Jordan y su respuesta ha sido igual de categórica: “Un profesional se debe al público y a los dueños de los equipos, y tiene que jugar siempre que pueda, sin reservarse”.
Jordan pone sobre la mesa el daño económico hacia la propiedad y la clientela por parte de los proveedores, que avalaría la multa a Rivers. Y faltaría la parte evolutiva, esa que nos augura un empeoramiento de la especie, y que Manolo Flores me dejó meridianamente clara hace ya 25 años, cuando me quejé un día del frío que debíamos soportar en el pabellón ACB de Cáceres, entre los meses de diciembre y marzo. “Pablito, coño, que en mi época no había calefacción en ningún sitio ni casi parquet en los pabellones. Que cada día los jugadores sois más flojos”.
Voten ustedes. Yo no me atrevo a quitar la razón a ninguno. Lo que tengo claro es que el negocio de la NBA, y del deporte profesional, tendrá siempre cuerdas y cubos a su disposición con los que seguir transportando el agua. Lo ha dejado claro Lebron James: “Calculo que tendré unos 45 años de descanso cuando me retire”. A Rivers y Kawhi no les van a facilitar la tensión de la cuerda ni los clientes... ni sus propios rivales.
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