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el deporte como superación
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las deportistas afganas, el símbolo del cambio

Los valores tradicionales y los talibanes dictan que las mujeres y las niñas son las depositarias del honor de la familia y que su lugar es la casa

Shabnam (i) y Sadaf Rahimi, en su casa en Madrid.
Shabnam (i) y Sadaf Rahimi, en su casa en Madrid. SANTI BURGOS

Las mujeres y las niñas afganas que practican deporte se han convertido en símbolos del cambio tanto en su país como internacionalmente. No cabe duda de que el deporte es uno de los terrenos en los que las mujeres afganas han sobresalido a lo largo de la pasada década. Según la Dirección General de Educación Física y Deporte, de los 3.662 miembros de los equipos nacionales federados en disciplinas olímpicas y no olímpicas, 752 son mujeres (alrededor del 21%). En los principales centros urbanos, como Kabul y Herat, las niñas y las mujeres entran a formar parte de los clubes locales, van a gimnasios privados, o simplemente se reúnen en grupos más o menos grandes para hacer ejercicio con ayuda de los programas de entrenamiento de sus teléfonos móviles.

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Ser un símbolo de cambio significa desafiar los límites de lo que se considera normal, moral o aceptable. En Afganistán, un país en guerra en el que los valores familiares tradicionales y los elementos conservadores de la política nacional, sin olvidar a los talibanes, dictan que las mujeres y las niñas son las depositarias del honor de la familia y que su lugar es la casa, este desafío requiere valor, innovación y constancia. Además, no está exento de riesgos. Las niñas y las mujeres que practican deporte se enfrentan a los obstáculos que les oponen su familia y la sociedad, y a menudo sufren discriminación y acoso sexual.

Los obstáculos de su entorno familiar van desde la oposición directa a que hagan deporte hasta el deseo de apoyarlas frenado por la preocupación por la seguridad de las hijas, hermanas o esposas. Las mujeres suelen intentar convencer a su familia de que su práctica deportiva está dentro de los límites de la cultura afgana explicando que se visten adecuadamente, hacen ejercicio en espacios reservados a mujeres y están seguras. A veces mantienen su actividad en secreto. Si sus familias las descubren, puede tener consecuencias. Algunas reaccionan con calma y les permiten que sigan haciendo deporte, mientras que otras lo hacen con dureza y les impiden que continúen con su afición o incluso que salgan de casa.

La actitud del círculo familiar refuerza la de la comunidad local y la de la sociedad afgana en general y, a su vez, se ve reforzada por ellas. Por ejemplo, hay familias que están totalmente de acuerdo con que las mujeres practiquen deporte, pero se preocupan por lo que puedan pensar sus vecinos y parientes. O como explicaba una deportista afgana: “Hay cuatro clases de talibanes: la familia, los parientes, los vecinos y la tradición”. La joven señalaba que su padre siempre la había animado a hacer deporte, pero que, a menudo, la actitud de su comunidad era hostil. El hecho de que muchos afganos piensen que es inmoral que las mujeres practiquen cualquier clase de deporte tiene como consecuencia la aparición de barreras físicas. Si la mayoría de las instalaciones son para hombres, ¿dónde van a ir las mujeres? En cuanto a los deportes al aire libre, como correr o montar en bicicleta, todavía es más complicado debido al acoso que sufren las mujeres en los espacios públicos.

El lastre del acoso sexual

Las amenazas y las agresiones pueden desanimar a las deportistas o hacer que sus familias les impidan practicar deporte. E incluso si, a pesar de todo, siguen haciéndolo, reciben presiones y se sienten incómodas. Por ejemplo, una futbolista de Herat cuenta: “Varios desconocidos contrarios a que las mujeres hiciésemos deporte mandaron cartas a nuestro entrenador. Decían que estaba prohibido, y advertían de que si seguíamos cometerían atentados suicidas contra nosotras”.

Todas las deportistas a las que entrevistó Afghanistan Analysts Network (ANN), ya fuese cara a cara o por teléfono, confirmaron que el acoso sexual contra las mujeres es habitual en cualquier deporte que practiquen. Algunas afirmaban que lo habían sufrido personalmente, mientras que otras habían oído hablar de ello. Entre las formas de acoso está el envío de mensajes sexuales o de amor no deseados, las peticiones de masajes u otros favores sexuales, y los piropos que incomodan a sus destinatarias.

Hablar de las barreras y los riesgos a los que se enfrentan las mujeres afganas es importante, pero todavía lo es más subrayar el extraordinario valor, la determinación y la perseverancia de estas. Son un grupo fuerte y dinámico de niñas y mujeres decididas a alcanzar sus objetivos y desempeñar un papel activo en el cambio a mejor que creen que están induciendo en su sociedad. Por último, no todos los hombres son fuente de problemas. Algunas de nuestras entrevistadas contaron que sus padres, maridos y hermanos, entre otros, apoyan su lucha no solo para destacar en el deporte, sino también para lograr avances en la vida pública. Como ellas afirman, los hombres también pueden evolucionar.

Rohullah Soroush es investigadora del Afghanistan Analysts Network (AAN). Este artículo se basa en los estudios realizados por Afghanistan Analysts Network, una organización independiente de investigación con sede en Kabul (Afganistán). El estudio completo se publicará en noviembre de 2019 en la página web de AAN (www.aan-afghanistan.org).

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