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alienación indebida
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Mejor que Pelé

El superagente Jorge Mendes es habitual en su gusto por el exceso, cualidad de aquellos que no lo han tenido fácil

Rafa Cabeleira
Jorge Mendes recibiendo un premio.
Jorge Mendes recibiendo un premio.Filipe Amorim (ZUMAPRESS.com)

Me parece que llevo media vida escuchando eso de que todo el mundo es mejor que Pelé: mi padre sostiene que Cruyff era mejor que Pelé, Maradona se sabe mejor que Pelé, casi nadie duda que Messi sea mejor que Pelé y hasta el propio Pelé -que parece haberse criado sin abuelas- suele creerse mejor que Pelé. El último en apuntarse al carro ha sido Jorge Mendes, del cual sospecho que también se cree mejor que el astro brasileño pero, como decirlo no le reporta ningún beneficio, se ha limitado a señalar que Cristiano Ronaldo, su gallina de los huevos de oro, es mejor que Pelé. Lo hizo en el rotativo italiano Tuttosport para conmemorar el gol 700 del madeirense, entrevista que aprovechó también para advertirnos de que “lo mejor está por venir y será con la Juventus”: si yo fuera un directivo del club italiano, aprovecharía la semana para poner la chequera a remojar.

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Las declaraciones del superagente podrían encuadrarse en su habitual gusto por el exceso, una característica que suele ser habitual en el carácter de aquellos que no lo han tenido fácil, de quienes conocen la otra cara de la moneda: las penurias, las estrecheces, el ahogo. Porque el multimillonario Mendes fue en otro tiempo O Cabanas, un chaval de la colonia Petrogal con el mote heredado de su padre. Su madre, ama de casa, confeccionaba cestos y gorros de paja que el pequeño Cabanas vendía en la playa de Costa Caparica, un arenal de 30 kilómetros de longitud en el que Mendes aprendió a manejarse con las leyes de la oferta y la demanda.

Es difícil discernir cuánto hay de verdad y cuánto de leyenda en sus inicios como hombre de negocios: vallas publicitarias, una cadena de videoclubes, locales nocturnos, su primer movimiento en el mundo del fútbol apadrinado por Augusto César Lendoiro... “Él me llama Padriño y yo a él afillado”, ha confesado el prócer gallego en diferentes ocasiones. El de Hugo Viana, que dejó el Sporting de Portugal rumbo al Newcastle a cambio de 12 millones de euros, fue su primer gran golpe de mano y a partir de ahí comenzó Mendes a devorar un mercado que parecía llevar décadas esperándolo. Con Cristiano Ronaldo y Jose Mourinho como mascarones de proa, y clientes preferentes como el Real Madrid o el Mónaco, los tentáculos de Gestifute enraizaron en el fútbol mundial hasta sostener un imperio de representación valorado, a día de hoy, en más de 500 millones de euros.

Hace unos años, el Wall Street Journal le dedicó un artículo titulado Cómo ser el dueño de un club sin comprarlo. En él se analizaba el poder que el agente había alcanzado en algunos vestuarios, incluido el del Real Madrid, y se preguntaba si el modelo de negocio de Jorge Mendes sería posible en las grandes ligas profesionales de los Estados Unidos. En realidad, la respuesta no tiene demasiada importancia porque cualquier comparación resulta improcedente, aunque cuesta imaginar a un Mendes muy distinto al que conocemos: voraz, implacable, excesivo... Todas esas cualidades que lo convirtieron en el ejecutivo estrella que es y, quién sabe, quizá la única persona del mundo que podría convencer a Pelé de que no es mejor que Pelé.

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