Villarreal y Granada se olvidan de defender
El conjunto de Calleja y el de Diego Martínez empatan en virtudes ofensivas y defectos en sus porterías
Como si fuese una continuación de la pretemporada, en una oda al fútbol de ataque en una segunda mitad desatada sin rigor defensivo alguno, Villarreal y Granada se repartieron amistosamente ocho goles, cuatro cada equipo, para empatar un partido abierto, con los zagueros destensados, que dejó mejor sabor de boca al Granada que puntúa en su regreso a Primera. El equipo de Diego Martínez, hermético en Segunda, comprobó cómo se las gastan los delanteros en la élite. El Villarreal recuperó sus virtudes ofensivas y mostró los mismos defectos recientes, con mil problemas para cerrar su portería a pesar de contar con una defensa renovada. A falta de poco más de un cuarto de hora para el final, los amarillos contaban con una ventaja de dos goles (4-2), desaprovechada en dos saques de esquina en contra. Calleja y Diego Martínez tienen claro cuál es la faceta a trabajar tras la primera jornada.
Al Granada no le faltó valentía en La Cerámica de principio a final, acorralando en los primeros minutos al Villarreal, perdido sin el esférico, obligado Andrés Fernández, titular el murciano por delante de Asenjo, a detener dos lanzamientos comprometidos de Vadillo y Antonio Puertas, futbolistas capitales en el ascenso del conjunto de Diego Martínez, debutante el vigués como entrenador en la máxima categoría. Contrastaba la fluidez en el juego del Granada con la falta de ideas del Villarreal en el despliegue, comprometido desde Andrés Fernández con la presión adelantada nazarí.
Al Granada le costaba muy poco llegar al área de Andrés Fernández diluyendo sus opciones en el pase definitivo o en el remate final. El equipo de Calleja se mostraba atropellado y, accidentalmente y con fortuna, encontró la llave para abrir el marcador. Un mal control de Moi Gómez, lo resolvió el canterano que ha regresado a casa cinco años después, para adentrarse en el área de Rui Silva siendo derribado con torpeza por Domingos Duarte. Después de tres minutos de espera para ratificar el VAR un penalti sin discusión, Cazorla, quién no, anotaba la pena máxima con tranquilidad.
De la nada, el Villarreal, pasada la media hora, se encontró en ventaja ante un Granada que alcanzó el empate en el descuento del primer acto, también desde los once metros. Una acción más que discutida en un forcejeo aparentemente inocuo de Albiol y Soldado que el árbitro Cordero Vega, decretó penalti enfatizando que era su decisión interpretando un manotazo. En las imágenes emitidas por el VAR no aclaraba la punibilidad de la jugada, como le reclamó con vehemencia Albiol a Soldado, bien recibido el delantero valenciano en La Cerámica, al que acusó de fingir la falta. Fede Vico empataba el encuentro.
Tras el descanso se desató el choque. El Villarreal convirtió la rabia del empate en fútbol. Cazorla cogió el compás y el cartabón para dibujar un pase al espacio para la llegada por el extremo izquierdo de Quintillà que cedió hacia Moi Gómez que embocó a la red. Una jugada producto de la ciudad deportiva de Miralcamp para anotar el gol 1000 en Primera del Villarreal. El honor le correspondió a Moi Gómez, el mejor de los amarillos. Poco le duró la alegría al grupo de Calleja. Un centro lateral al centro del área fue empujado a gol con fortuna por Darwin Machís, en el primer balón que tocaba el venezolano recién ingresado en el terreno de juego.
El Villarreal, lanzado en ataque, volvió a deshacer el empate en una gran acción individual de Moi Gómez que finalizó Gerard Moreno. Poco después Chukwueze, con verticalidad, se plantó en el área nazarí y envió el esférico a la esquina de la portería de Rui Silva. No todo estaba escrito. El Granada no se vino abajo y acortó distancias al instante al rematar de de cabeza Soldado un saque de esquina. Por su pasado amarillo, el valenciano no celebró el tanto. Y de córner de nuevo, el Granada igualó el partido por mediación de Antonio Puertas instalado en el segundo palo. Seis goles repartidos en apenas media hora para un empate en un partido sin frenos ni defensas.
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