El peor momento y las peores pruebas para Mireia Belmonte

Mireia Belmonte llegó al Mundial de Gwangju con tres meses menos de preparación de los necesarios. Privada por las lesiones y la necesidad mental de resetearse —como ella dice— paró en octubre, noviembre y diciembre de 2018, y arrancó en enero. Camino de la puesta a punto le ha sobrado carga de entrenamiento y le ha faltado el último tramo de adaptación a la competición. El calendario le deparó el peor comienzo posible: los 200 estilos y los 400 libres, las pruebas que menos se prestan a sus condiciones de fondista especializada en mariposa.

La española nadó la preliminar de 200 estilos en 2m 14,93s. Fuera de las semifinales, el tiempo apenas le permitió ocupar el puesto 21 del ránking. Caída profunda respecto a sus propios estándares, fue su 200 estilos más lento de la última década. A lo largo de su trayectoria, la nadadora de Badalona ha completado esta prueba en más de 40 ocasiones por debajo de 2m 14s. Su mejor marca data de 2013, en los Mundiales de Barcelona, donde hizo 2m 4,78s.

Media hora después de mojarse en la primera criba matinal, Mireia se arrojó a su serie de 400 libre. Nadó en 4m 10,82s, más lento incluso que en el Open de Sabadell de abril, en donde hizo 4m 9,56s, una de las peores marcas que se le recordaban.

La cara de la nadadora al salir de la piscina reflejó la incertidumbre del momento. Ya sabía que serían sus campeonatos más difíciles, en virtud del desajuste entre objetivos y preparación. La evidencia se plasmó en la marca. Medida con perspectiva, supuso una grave depresión: en el ránking de los 400 libre de la historia de España —dominados en un 95% por Mireia y Melani Costa— la marca de Gwangju ocupó el puesto 90.