Landa-Nairo, la curiosa pareja del Movistar
Un alavés desmoralizado y un colombiano en las nubes, las armas del equipo español para el Tour en la montaña, donde intentará derrotar a los Ineos imperiales, Thomas y Bernal
Confiesa que tantas veces se pregunta ¿por qué yo? ¿Por qué siempre me toca a mí? Pero Mikel Landa no acepta que se le clasifique en el cajón etiquetado de los fatalistas. Y cuando sale a rodar un poco alrededor del château entre viñedos de Gaillac en el que pasan el día los Movistar, es el único que lo hace protegida su cabeza con el casco amarillo que distingue al mejor equipo del Tour, y, destacando entre el casco arcoíris del presumido Valverde y el azul de todos sus compañeros, dice que lo hace porque más vale usarlo lo más posible porque lo perderán pronto.
No hay quien le levante la moral.
Un día de descanso es el peor día para el ánimo: el corredor hace tan poco, se cansa tan poco, que tiene todo el tiempo del mundo para aburrirse y para dar vueltas en la cabeza a sus preocupaciones. El ciclista alavés perdió el lunes más de dos minutos y sus esperanzas de una buena clasificación. “Y por lo menos no perdí más, porque cuando me caí en la cuneta los espectadores tuvieron tiempo de apartarse y no aplasté a nadie, y pasé rozando un poste de tráfico que un poco más y lo golpeo y entonces sí que no me levanto”, dice, ya irremediablemente tremendista. “Un golpe más…”.
El único equipo español, el Movistar, está en manos de un alavés desmoralizado y de un colombiano en las nubes. Su contraste, su incomunicación aparente, convierte la conferencia de prensa conjunta en un ejercicio al que piadosamente se puede llamar curioso; para describir sus efectos en la carretera, cuando el Tour, mañana, toque los Pirineos ya, entran ya en el territorio de lo desconocido. Nairo dice que cuenta con el apoyo de Landa para llegar lo más alto posible, pero Landa responde que no sabe qué quiere hacer lo que queda del Tour. “No sé si ir a ganar etapas o a pensar en la general”, dice.
Si Landa no sabe si tocará el bajo o el saxo solista, en su equipo piensan asignarle la misma misión táctica que ya cumplió en el Giro de Carapaz: asustar con él para después golpear con Nairo. Por ello, cuentan, y así responden a los comentarios críticos del Ineos, cuando quedó retrasado por la caída, el Movistar retrasó a tres corredores para que no se desfondara, porque Landa aún a 4m 15s del líder aún puede asustar, pero a 10m no vale para nada. Y mejor eso que haber sacado un minuto más a Pinot y Fuglsang, que lo hubieran logrado con todos delante. “Y”, reflexiona Erviti, uno de los que se retrasaron, “a uno tan importante como Landa no le puedes dejar atrás como si nada”.
Mensajes crípticos
A los 23 años Nairo fue segundo en el Tour; a los 25, también segundo. En 2016, tercero. De ahí, para abajo. Después de tres Tours por debajo de las expectativas, Nairo desgrana razones para creer que a los 29 años va a estar mejor que a los 26, cuando ya se siente, dice, “casi una vieja gloria” comparado con los jóvenes que llegan, como su paisano Egan Bernal, siete años más joven, y asusta.
Todas las razones, muy en su línea, fueron crípticos mensajes entre líneas. “No había estado los últimos años en la comodidad que quería por circunstancias particulares, como hace dos, cuando hice antes el Giro”, dijo Nairo, que no quiso precisar si la incomodidad se la causó más su impotencia ante los ataques de Froome, este año ausente, o sus malas relaciones con el jefe del equipo, Eusebio Unzue. “Pero ha habido cambios. Tenemos ganas, buen equipo y cuerpo en condiciones. He hecho las cosas bien”.
Nairo se mira en un espejo y es feliz, está en su ser, pero desde fuera también le ve bien gente como su entrenador desde este año, Michele Bartoli. “Se nota que está muy bien por su actitud, como se vio en el abanico de Albi: concentrado, seguro, tranquilo”, dice el italiano, quien recuerda que si no estuvo muy fuerte en la Dauphiné en junio —la última vez que se cruzó en la alta montaña, y con resultados no muy esperanzadores, con los rivales del Tour—, fue porque estaba así programado, y así se lo pidió el equipo, que no intentara ganarla fuera como fuera. “Hay que ir con tranquilidad para estar perfecto en el Tour. Nairo tiene los valores de uno de los mejores ciclistas del mundo y por eso tiene que pensar en la victoria”.
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