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El Zaragoza sorprende al Baskonia

Los de Fisac se imponen en el primer partido de la eliminatoria (81-91) y dejan al conjunto vitoriano en la cuerda floja y sin factor cancha

Jon Rivas
Seibutis asiste a Radovic
Seibutis asiste a RadovicDavid Aguilar (EFE)

Como si el Ebro pasara por Vitoria y los vientos del Moncayo soplaran hacia el noroeste, el Zaragoza se paseó por el Buesa Arena. La cancha alavesa era la plaza del Pilar o el paseo de la Independencia. Porfi Fisac y sus hombres parecían conocer cada tabla del parqué como las que pisan cada día en el Príncipe Felipe. Derrotaron sin paliativos a un Baskonia que se complica la existencia y los vascos se quedan colgados del precipicio. Deben ganar el domingo en Zaragoza para seguir con opciones de acceder a las semifinales, y no era esto lo que esperaban. Los aragoneses convirtieron las gradas del habitualmente bullicioso pabellón baskonista en un cementerio.

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La carta de presentación zaragozana fue un triple de Okoye en la primera jugada del partido. El segundo ataque también fue de tres puntos. Salían fuertes los visitantes, convencidos de que debían hacerlo para superar a un equipo que aspira al título. Se le atragantó el Zaragoza al Baskonia, que sabía que no iba a encontrarse un cruce fácil, pese a las apariencias. Enseguida lo vio el equipo de Perasovic, que se puso por detrás 2-10 en un instante. Los jugadores de Porfi Fisac dieron una lección de templanza en la primera parte. Eligieron bien sus opciones y desactivaron el ataque del Baskonia, que estuvo muy poco fiable en defensa y en el rebote ofensivo.

Después de fallar tantos tiros exteriores, el equipo vitoriano sólo pudo recoger uno. Mientras, a los zaragozanos les funcionaba todo. Parece mentira que en un deporte tan frenético como el baloncesto, a Ocoye, Alocén y compañía les diera tiempo a pensar con serenidad, a elegir siempre la mejor opción. Consiguieron perder muy pocos balones, sólo uno, en un primer tiempo magistral.

A Perasovic no le funcionaba nada. Comenzó muy frío el Baskonia y no se calentó en todo el partido. Marcelinho Huertas apenas aportó, y se pasó la mayor parte de tiempo en el banco. Ni Poirier ni Shengelia fueron decisivos esta vez, aunque los números puedan decir otra cosa. Aprovecharon para sumar en los minutos finales, que fueron los de desecho, porque el Zaragoza, que llegó a tener 19 puntos de diferencia a falta de diez minutos, se dejó ir un poco en el último cuarto, a sabiendas de que sus guarismos eran ya inalcanzables. Siempre tenían, además, un truco nuevo para enseñar cuando el Baskonia intentaba engancharse al partido.

Como en una carrera ciclista, si veían acercarse en la cuesta a su rival, pegaban un pequeño acelerón que le destrozaba. Después de consolidar su juego en la primera parte, con un Fran Vázquez eficaz en el tiro y el rebote, hicieron caso a las palabras de su entrenador, Porfi Fisac, que en el descanso no se fiaba todavía: “Ya se sabe que esto puede cambiar”, así que emplearon su plan de contingencia para evitar sustos. No dejaron moverse a los hombres clave del Baskonia, siempre incómodos, propiciaron sus errores en el tiro, defendieron como leones y convirtieron el último cuarto en un trámite. Las caras de los jugadores baskonistas en el banquillo lo decían todo. Tenían gesto de derrota desde mucho antes del final.

Al Baskonia le queda otra oportunidad, la última, para poder seguir vivo en la competición. Su potencial le permite dar la vuelta al playoff, pero de momento tendrá que penar por sus pecados del Buesa, a orillas del Ebro. Esperan que el cierzo no sople el domingo.

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