Guardiola, entre la pasión y la obsesión
El entrenador del Manchester City ha ganado más que nadie y lo ha hecho en las mejores ligas
Lyon-Barcelona, tremendo castigo
Por el resultado de la final de la Champions femenina (4-1), pero sobre todo por el castigo moral de los primeros 30 minutos y ese 4-0. Todos sabemos lo difícil que es alcanzar un sueño, en este caso disputar la final de la Champions, y aunque conscientes de que lo más probable era acabar con la medalla de plata, ver cómo te pasan por encima y rompen cualquier tipo de esperanza en pocos minutos duele. Les dolió a ellas en el verde, a sus familias en las gradas y a sus compañeras de profesión en la distancia. Hoy, ya pasados unos días, imagino que valorarán la hazaña de llegar y el privilegio de ser segundas de Europa, pero esa primera parte será difícil de olvidar. Y casi mejor no olvidarlo porque no hay mayor motivación que una dura derrota, de las que te hacen pensar, reflexionar y buscar mejoras. Hay una final de Champions cada año. La pregunta ahora es clara: ¿qué vais a hacer para estar de vuelta?
El que parece que está siempre de vuelta es el Lyon, dominador absoluto en Europa en la última década: seis Champions, 10 Ligas y siete Copas de Francia. Y siguen con hambre. Compromiso total del club, gran inversión, exigencia desde la dirección, hábito de ganar, sentido de pertenencia, adición de nuevas jugadoras que siempre aportan algo nuevo... esas son algunas de las claves de su éxito. Un éxito que buscan todos los grandes de Europa. Ahora ya saben el camino.
La mención negativa de la final no es deportiva, sino televisiva. Conectar con la final después de varios minutos de su inicio por seguir retransmitiendo otro partido es de una falta de respeto indefendible, pero que nos recuerda que a pesar del camino ya recorrido todavía nos quedan muchos pasos que dar. No pararemos.
La carga emocional
Fases de ascenso, partidos por la permanencia, finales... Independientemente de la categoría, estos son los partidos con más presión, con más carga emocional. Lo vemos en las gradas con las lágrimas de los aficionados, en las ciudades o pueblos que se vuelcan con sus equipos, pero también en la tensión-presión-angustia de los jugadores dependiendo de lo mucho o poco que esté en juego, y en esos partidos siempre hay mucho más en juego de lo que creemos. Algun@s futbolistas afrontan estos partidos decisivos en una situación, muchas veces, de ansiedad. Incertidumbre sobre el futuro porque están negociando la renovación o un nuevo contrato, miedo a romper la estabilidad familiar por un posible cambio de equipo y de ciudad si no se consigue el objetivo, miedo al fracaso y a no estar a la altura, a no rendir y a fallar a la gente que confía en ti. Presión del entorno, presión de las familias intentado animar, del club recordando lo que está en juego, de los medios dejando claro de quién depende ganar o perder... y con todo esto saltas al campo e intentas hacer el mejor partido de tu vida. Por eso el fútbol es de los futbolistas, pero también de los entrenadores y del entorno, y de los directivos, y de los aficionados, y de todos los que tengan alguna influencia en lo que va a pasar en el campo. Entender y empatizar con el/la futbolista y la situación dará oxígeno, ese que siempre hace falta en los últimos minutos.
Guardiola, como los grandes genios
Es ya el mejor entrenador de la historia, pese a quien le pese. Ha ganado más que nadie y lo ha hecho en las mejores ligas. Lo ha hecho también con un fútbol que seduce y enamora. Lo ha hecho con pasión y con un poco de obsesión, como los grandes genios. Su último título les da el triplete inglés y un espacio en la historia ya que es la primera vez que un equipo consigue los tres títulos ingleses. Un equipo masculino, como recordó él mismo en rueda de prensa, porque el Arsenal Ladies ya lo había hecho y casualmente con mi actual entrenadora, Laura Harvey, en el banquillo. Meriotorio y admirable, y no solo por lo que gana, sino por cómo lo gana. Contagiando su pasión a sus equipos, convenciendo profundamente a sus jugadores, seduciéndolos y haciéndoles sentir importantes, y con un afán de mejora mayor incluso que el afán de ganar (y recuerdo las imágenes de Guardiola y Sterling hablando educativamente después de ganar la final de la Copa por un claro 6-0). Y en el fondo eso es lo que mueve a la mayoría de deportistas, querer ser mejor cada día, superarse, sentirse en crecimiento. Aprender.
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