Oración fúnebre para el Girona
El equipo de Eusebio cae en Mendizorroza ante el Alavés y consuma el descenso que ya estaba cantado desde la jornada anterior
Como una oración fúnebre, el animador de Mendizorroza desgranó la alineación del Girona por la megafonía, en un estadio desangelado, –la peor entrada de la temporada–, con la ciudad más pendiente del baloncesto, desenganchada de un Alavés que se deslizó por la pendiente cuando consiguió su objetivo principal. Suele ocurrir en los finales de temporada, que se hacen largos para los equipos modestos, porque les falta fuelle y, a veces, objetivos. La cuesta abajo del Girona comenzó antes, fue un derrumbe en toda regla y por eso el speaker le cantaba el gorigori. Empezaba la letanía como aquella primera vez, en el estreno de la temporada anterior, con Iraizoz en la portería.
Parecía igual, pero no era lo mismo, porque aquel día, contra el Atlético, todo era ilusión y en la noche de Mendizorroza cundían el desánimo y la zozobra. En un último guiño del destino, en el equipo catalán se notaba la ausencia de Stuani, lesionado, que fue el sostén rojiblanco durante la temporada y que no volverá a vestir la camiseta del Girona.
Nadie cree en los milagros que son imposibles de realizarse, y el Girona necesitaba un milagro de esos, pero no lo esperaba por mucho que se afanara en buscar la portería de Sivera en los primeros minutos frente al equipo de Abelardo que pretendía acabar su trabajo con una sonrisa en la boca. Le facilitaba el trabajo su rival, que con la decisión de Eusebio de intentar morir matando encontraba pasillos a la espalda de los defensas. Jony se mueve a la perfección en esas situaciones. Puso en apuros a Iraizoz en varias ocasiones. También Calleri, uno de los más regulares de la temporada alavesista desde la punta de ataque.
Los amagos del Girona propiciaban las carreras en dirección contraria del Alavés durante toda la primera parte, hasta que llegó el gol de Wakaso, una semivolea desde fuera del área tras un rechace defensivo. Era el minuto 39 de una jornada sin relojes y el primer gol de la temporada para el impetuoso jugador ghanés. Poco después, Calleri pudo hacer el segundo después de una acción de un Jony chispeante.
Con ese marcador, al Girona le quedaban 45 minutos en Primera División, tiempo apenas para hacer testamento. Eusebio adelantó líneas para dejar al menos una de declaración de últimas voluntades lo más apañada posible. El partido cogió más ritmo en la segunda parte. Portu se empeñó en que su equipo siguiera con aliento. En el 51 disparó cruzado para que Sivera tuviera trabajo. También Doumbia intentó el empate en un remate de cabeza que se estrelló en el poste, pero fue el Alavés el que volvió a marcar. Calleri culminó una jugada que se empeñó en rubricar Twumasi, pese a los agarrones que sufrió antes de centrar. Dos minutos más tarde, Portu, tras recibir una primorosa asistencia de Pere Pons, sumó el último gol del Girona en Primera.
En la despedida hubo tristeza, cabezas bajas y pocas lágrimas porque el duelo por el descenso ya estaba hecho. Tal vez, también, un poco de nostalgia por lo que ha dejado de ser para el Girona después de un año y medio feliz y unos últimos meses duros que se complicaron al final. El Alavés sonríe, y su afición despidió al equipo reivindicando la figura de Abelardo y su trabajo en el último año y medio. Se marchó llorando. Comienza otra época.
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