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FÚTBOL | LALIGA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El duelo no se va con dinero, tampoco en el Camp Nou

Para que un equipo funcione hay que sentir el fútbol y ahora en cambio se piden resultados que justifiquen la inversión

Ramon Besa
Leo Messi, en el partido de Champions contra el Liverpool.
Leo Messi, en el partido de Champions contra el Liverpool. OLI SCARFF (AFP)

Al barcelonismo le costará llegar a la final de Copa después de la caída de Liverpool. El duelo culer durará mucho tiempo porque la afición estaba segura de ganar la Champions. Había más argumentos a favor que la temporada pasada cuando salió goleado de Roma. La hinchada pensaba que el equipo estaba escarmentado y sabría cómo salir de Anfield. Y, además, nadie duda de la palabra de Messi. El argentino se había estrenado como capitán en la pretemporada con la promesa de que el Barcelona competiría por “esta copa tan linda y deseada” como es la de Europa.

A fin de cuentas, el problema fue el mismo que el de la temporada pasada, y no es otro que el de no saber interpretar ni gestionar la ventaja del partido de ida jugado en el Camp Nou. Muchos analistas habían convenido que la eliminatoria con el Liverpool sería muy disputada, tanto que a cada equipo se le daba el mismo tanto por ciento de posibilidades de éxito, el 50, e incluso había quien pensaba que los Reds eran el peor rival que podía tener el Barça. El 3-0 del estadio azulgrana confundió a todo el mundo y el equipo de Valverde volvió a fallar, esta vez en las semifinales, a un paso de la final de Madrid.

No habría pasado nada tan grave seguramente si los dos partidos hubieran sido igualados como se preveía y la ronda se hubiera decidido por pequeños detalles y no por dos marcadores sorprendentes: 3-0 y 4-0. El resultado final invita a lecturas muy derrotistas mientras que la dureza del rival pide conclusiones más serenas y quizá más comprensibles a partir del hecho –evidente desde hace tiempo– de que al Barça le cuesta mucho jugar bien en campo contrario en las eliminatorias de la Champions. Tampoco ayuda un técnico como Valverde si solo se tiene en cuenta su currículo en Europa.

Hoy más que nunca se impone la autocrítica a partir de la trayectoria azulgrana desde que ganó en Wembley 92. Por un momento pareció que el Barça de Valverde podía aspirar a un resultado parecido al del Barça de Rijkaard que conquistó París en 2006. La clave de los dos equipos son sus figuras: Ronaldinho y Messi. El brasileño no estuvo afortunado en la final y en cambio el Barça fue campeón mientras que la sensación de ahora es que no ha alcanzado solo con el argentino para llegar a Madrid. La aportación de Messi fue capital en cambio en los dos títulos europeos de la etapa de Guardiola.

Después de la partida del hoy entrenador del City, se consideró que sería difícil mantener el nivel de juego y resultados hasta que se presentó Luis Enrique. El tridente hizo fortuna en Berlín 2015. La huida de Neymar obligó a rehacer un equipo que ha ido perdiendo piezas únicas como Puyol, Xavi e Iniesta. La suerte fue que Messi todavía continuaba en plena forma y asumió además la condición de capitán del Barça. Parecía esta la Champions de Messi y, como tal, la más segura, justa y querida por el barcelonismo; no en el caso del Liverpool.

Anfield obliga al Barça a recapitular y pensar, una tarea que solo se puede hacer desde el conocimiento y la pasión, no solo con la gestión y delegando el fútbol en Messi. El fútbol exige dedicación y, últimamente los que mandan se han dedicado más a vender la marca que a cuidar el contenido, es decir, la pelota que llevó Cruyff, el equipo de las Cinco Copas y, naturalmente, el fundador Gamper. No basta con organizar, administrar y capitalizar el club como una buena empresa sino que hace falta talento futbolístico; alcanza con recordar los tiempos de Núñez.

No es necesario poner el nombre de Johan Cruyff a un estadio si no se sabe en qué consiste su fútbol, y cuesta mucho demostrar cada día que el Barça es más que un club si no se entiende qué quiere decir más allá de predicar con la Fundación. Para que un equipo funcione hay que sentir el fútbol y ahora en cambio se piden resultados, se exige la Champions, para justificar los salarios y la inversión; ninguno de los clubes más ricos del mundo jugará las finales de las Copas de Europa. El duelo, y el dolor, no se va con dinero; la pelota quiere amor, y más en el Camp Nou.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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