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CARTAS DEPORTIVAS
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Obradovic y los 100m lisos

El campeón de la Euroliga es en realidad el 'atleta' más completo del baloncesto mundial

Obradovic, con el Fenerbahçe
Obradovic, con el FenerbahçeAFP

Lo conté en su momento de forma más extensa. El inesperado encuentro me ofreció muchas claves de lo que había venido sucediendo hasta entonces, y de lo que sigue sucediendo después. La escena tuvo lugar en el hotel Rey Juan Carlos de Barcelona, cuartel general de los equipos en la Final Four de la Euroliga de 2011. En un ambiente muy distendido conversábamos con Jorge Valdano, Juan Carlos Sánchez y Lele Molin, que había tomado las riendas del Real Madrid tras la dimisión de su jefe, Ettore Messina, justo antes del playoffde cuartos de final frente a Valencia Basket. Zeljko Obradovic, que cumplía la penúltima de sus 13 temporadas en el Panathinaikos, nos vio desde otra mesa.

“Parece que viene” —comentó Valdano sorprendido—. “Es que fui su ayudante en Benetton dos años, nos queremos mucho”, —apuntó Molin justo antes de saludarlo—. “Cómo estáis. Mucha gente en mesa conmigo, todos hablan, sabes, griegos siempre hablan, yo digo ‘hombre es el gran Lele’. ¿Todo bien?”. Se me ocurrió hacerle la pelota sin mayor intención. “Zeljko, ¿estás muy en forma, no?”. “Claro, ¿cómo no? Tengo un segundo entrenador (se refería a Dimitris Itoudis, actual entrenador de CSKA) que está loco, sabes. Siempre me dice: ‘Zeljko, mañana corremos seis kilómetros’. Y yo qué voy a decir. Y luego me dice: ‘y vamos a hacer pesas’. Y después otra vez corremos. ¡Los segundos sólo quieren trabajar, y trabajar...!” —ese fue el momento que eligió para girarse sobre Molin riendo a carcajadas, abrazándole—. “Grandísimo Lele. Cuando era mi segundo también estaba loco, y trabajaba, trabajaba...”.

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En las semifinales del día siguiente, su Panathinaikos venció al Siena y el Madrid perdió frente a Maccabi. Zeljko alzó en el Sant Jordi la octava de sus nueve Copas de Europa. Evidentemente, Obradovic no había pensado ni un solo minuto previamente en la posible respuesta a mi pregunta. ¿O sí?

Apenas un mes antes, y también de cara a aquella Final Four, este que les escribe había estado haciendo una entrevista a Danko Cvjeticanin, ex compañero de equipo y recordado escolta tirador de aquella Cibona de Petrovic y de la Yugoslavia de finales de los 80, tan impactante. Le pregunté por la raíz de aquel baloncesto que tanto nos marcó a los que tratábamos de hacernos hueco en la profesión.

“Zeljko es capaz de hacer que sus equipos jueguen siempre un baloncesto inteligente. ¿Sabes lo difícil que es eso? Tú, que has sido jugador, ¿qué le pedías a un entrenador? Que te solucionara cada problema, que reaccionara siempre antes. Zeljko tiene eso. El maestro de todos, Alexander Nikolic, enseñaba sobre todo eso”.

Este viernes, en Vitoria, el entrenador Obradovic protagonizará su Final Four número 18 en 27 años de carrera. ¿Qué pueden hacer los rivales frente a un enemigo de ese calibre? Mantengo desde hace años la teoría de que el campeón de la Euroliga es en realidad el atleta más completo del baloncesto mundial, pues debe dominar tres disciplinas de competición. Ahondando en este símil, tanto Fenerbahçe, como CSKA y Real Madrid controlan estos años con autoridad los 10 kilómetros de su temporada regular. Y no han pasado excesivos problemas en la prueba de 800 metros que representa un playoff a cinco partidos, donde el Efes ya tuvo que sufrir mucho más. Pero nadie gana esta competición sin dominar los 100 metros lisos. Dos semifinales y una final entre equipos tan igualados, hacen de los más imprevisibles detalles la gran diferencia. Aquel jueves en el hotel de Barcelona, Zeljko Obradovic ya estaba mentalmente en los tacos de salida cuando vino a bromear con sus rivales. Su control de aquella Final Four fue la del Usain Bolt del récord del mundo. Pero tanto Itoudis como Laso han dejado hace tiempo de temerlo y son al menos igual de favoritos en esta ocasión. Nos queda la incógnita de Ataman, sin nada que perder, sin una presencia carismática, pero con el peligro del atleta con mucho hambre atrasada.

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