El Girona mete la pata ante el Villarreal
Roberts protesta una mano que no era y permite la contra y el gol de un rival que coge aire en LaLiga
Montilivi es un chollo y una condena que con el tiempo parece perpetua porque ya son 11 encuentros seguidos en los que el Girona ha sido incapaz de decir ni mú. Demasiadas oportunidades y excesivo tiempo que se prolongó frente al Villarreal, equipo con jugadores de muchos kilates y fútbol rácano porque se contenta con las contras y la inspiración del fantástico Chukwueze. Suficiente, en cualquier caso, para firmar el triunfo y salir de la zona de la quema, también para desmontar a un Girona desatinado que mira con horror hacia abajo tras aspirar hace poco a Europa.
Quiso Eusebio meter velocidad por la derecha con Roberts, con un extremo bien abierto que equilibrara el ataque porque por la izquierda Borja García tiraba hacia dentro para dejar el carril a Raúl Carnero. Se trataba de abrir el campo y, de paso, darle profundidad porque se sabe que este Girona vive a rebufo de Stuani, el goleador con oficina en área ajena. Pero el plan, aunque vistoso porque el Girona gobernó el esférico a su antojo, se encalló en Roberts. No es que no descontara rivales con sus quiebros ni que no pusiera centros con veneno, bastante liberado como estaba porque el Villarreal arriesgó de lo lindo con su propuesta, pues siempre dejaba a tres hombres arriba para lanzar las contras. Simplemente, Roberts estaba gafado.
Con espacios para correr porque Calleja prefería dejar hombres arriba para definir las contras, el Girona podía tocar hasta pisar el área rival Pero le faltaba ingenio en el último pase y precisión en el remate. Hasta que le salió la jugada perfecta. Robó y mezcló Aleix García con Portu, que filtró un pase por dentro al desmarque de Roberts. Toque de primeras hacia el área chica y remate de Stuani a dos metros de la línea de gol y sin oposición alguna, tanto festejado a más no poder porque significaba el empate. Pero le llamaron la atención al colegiado, que hizo caso del VAR y descubrió que Roberts estaba en fuera de juego.
Una protesta condenatoria
Poco le importó la propuesta rival a un Villarreal que siguió en sus trece. Resulta que Roberts perdió el balón en el vértice del área ante Iborra, que pareció ayudarse del brazo para cortar el esférico. Solo lo pareció. Y ahí pecó Roberts de ingenuo, de pardillo. Más que nada porque se frenó para pedir la mano y dejó que Iborra arrancara a su aire. Pase corto a Fornals, desplazamiento a la banda contraria y carrera de Chukwueze, que levantó la cabeza y la puso rasa y ajustada al palo para descontar a Bono. Una protesta a destiempo —porque en el fútbol se sabe que aunque se reclame al árbitro uno nunca debe parar—; un gol tan evitable como condenatorio.
Pretendió el Girona equilibrar el duelo con su santo y seña, con centros desde los costados que Gulliver Stuani veía pasar para su desespero. Valía incluso una falta en la medular para poner balones al área. Y en una de esas, Portu cabeceó cruzado, pero demasiado. Probó también con un disparo torcido de Doumbia y con otro de Borja García que se marchó por poco. Pero no había otro plan ni más dinamita (solo un cabezazo de Doumbia que atajó Asenjo), por lo que el Villarreal, ayudado por el carrusel de cambios —antes de eso Ekambi y Chukwueze probaron de nuevo a Bono—, desactivó el duelo con músculo y defensa, lejos ya de dejar descolgados a tres hombres arriba. Y, con ataques esporádicos pero en bloque, pudo sentenciar con disparos de Fornals y Cáseres que no cogieron puerta por poco.
No dio tiempo a más, acaso para certificar que el Villarreal no se rinde y que el Girona, si no se corrige, las pasará canutas.
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