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Riqui Puig pide permiso y balón

El canterano debuta en LaLiga y, con unos pocos destellos de calidad, defiende el estilo azulgrana hasta ser sustituido

Jordi Quixano
Riqui Puig controla el balón ante tres jugadores del Huesca en El Alcoraz.
Riqui Puig controla el balón ante tres jugadores del Huesca en El Alcoraz. Manu Fernandez (AP)

Mientras una discoteca móvil con la mítica serigrafía del club neoyorquino Studio 54 amenizaba con su atronadora música techno a los aficionados que se arremolinaban a las afueras del estadio, Riqui Puig se ajustaba los auriculares del móvil al tiempo que salía del túnel de vestuarios solo y pensativo, sabedor de que al fin debutaría en LaLiga. Ya lo había hecho en la Copa –35 minutos ante la Cultural-, y también en pretemporada frente al Tottenham, cuando escribió “Dreams come true [los sueños se convierten en realidad]”. Riqui lo aclaró después, micro en mano: “Debutar en LaLiga es especial, estoy muy contento”.

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Tras un par de pasos, Riqui se detuvo porque había un cordón como barrera de papel para entrar en el tapete. Novato y educado como es, pidió permiso al primer señor trajeado que se cruzó por ahí. “Claro”, le respondió el trabajador, sorprendido. Y Riqui pasó para dar vueltas y vueltas con la cabeza gacha en el que sería su nuevo jardín. Minutos más tarde, tras el calentamiento, Vidal le cogía por los hombros y le daba una charla para templar los ánimos. “Tanto Riqui como Todibo y Wagué han empezado con nerviosismo, aunque han ido de menos a más y se han enfrentado a un partido de verdad”, señaló Valverde.

Puede que todavía le falte cuerpo, pero le sobra la calidad y así lo demostró como siempre que le dan la ocasión: como ese sombrero a Eriksen en el Rose Bowl; esa asistencia a Denis que acabó en gol a la Cultural; incluso ese pase con la selección catalana -frente a Venezuela- que validó el tanto de Bojan. “Se relaciona bien con el balón y tiene presencia. No se esconde del juego”, le definió Valverde. No es que Riqui tocara demasiada pelota, sobre todo porque desde la defensa costaba dar salida limpia al balón, torpes Murillo y Todibo, poco atrevido Vidal, que frenaba las contras rivales con éxito y entregaba el balón fácil hacia atrás. Pero un cambio de orientación de Umtiti activó al Barça, que encontró a Riqui en campo ajeno. Control orientado, regate y pase interior al desmarque de Dembélé para dejarle solo ante el portero, horrible en la definición porque le pegó al bulto.

Asistencia que trató de repetir sin tino en las siguientes jugadas, preocupado el Huesca en cerrar los pasillos por dentro. “Hemos intentado corregir alguna cosa porque a veces ralentizábamos mucho el juego y teníamos que jugar por fuera…”, expuso Valverde sobre la charla con Riqui al descanso. “El campo estaba muy seco y costaba circular el balón”, convino el jugador; “pero con jugadores que no eran habituales o que no habían debutado, hemos jugado muy bien”.

Mejor le fue a Riqui con los toques conservadores, balones que garantizaban el estilo y la posesión en un duelo con demasiadas idas y venidas. Pero le faltaba descaro para girarse y descontar rivales con los pases, como si también tuviera que pedir permiso. Y sin más destellos geniales que esa asistencia a Dembélé, Valverde lo cambió en el minuto 67. Nada varió en su ausencia y el Barça no pasó del empate. Pero fue un partido que Riqui siempre recordará y no solo por sus dos camisetas que se llevó a casa, además de la Rivera. “Poco a poco, entrenando bien y haciéndolo bien en el filial, tuvo sus frutos. Y ahora Ernesto me ha dado la oportunidad”, cerró el futbolista, el debutante.

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