Nadal y Djokovic, episodio 53
El serbio hace una demostración de fuerza contra el francés Pouille (6-0, 6-2 y 6-2, en 1h 23m) y encara al mallorquín en la final del domingo (9.30). En los duelos previos, Nole domina por 27-25 y en dura, 18-7
Meritorio lo que ha hecho Lucas Pouille en este torneo, rompiendo su techo en los grandes, yendo más lejos que nunca de la mano de la francesa Amèlie Mauresmo, la única preparadora que dirige a un tenista de la élite. Le habían salido alas al galo, hasta que se topó con quien se topó en las semifinales, Novak Djokovic: el serbio se las cortó de cuajo. Sabiendo que Rafael Nadal le esperaba en la final del domingo (9.30, Eurosport), el número uno quiso hacer una exhibición de fuerza y trituró la ambición de Pouille en solo 1h 23m: 6-0, 6-2 y 6-2. El tenis, pues, asistirá a un nuevo episodio del clásico, del partido más repetido de la Era Abierta: Nadal y Nole, cara a cara. Episodio 53.
"Espero que esta vez no dure tanto", bromeó Djokovic en la sala de prensa, en referencia a ese kilométrico partido, la saga más extensa por delante de los Djokovic-Federer (25-22) o los Nadal-Federer (23-15). "Jugar contra Nadal requiere un enfoque táctico diferente", amplió. "Te obliga a estar alerta en todo momento, contra él no puedes bajar el ritmo en ningún momento. Ha jugado impresionantemente bien durante todo el torneo", destacó.
En los enfrentamientos previos entre ambos, Djokovic domina en el global por 27-25 y en pista dura por 18-7. La última vez que se vieron las caras fue en las semifinales de Wimbledon, el año pasado. En dicho duelo venció el de Belgrado (31 años), que también se adjudicó el último precedente sobre superficie rápida, en la penúltima ronda de Indian Wells 2016. En este terreno, para dar con el triunfo más reciente de Nadal (32) contra su bestia negra hay que rebobinar hasta 2013, cuando le batió en la final del US Open. En suelo australiano, los dos se midieron por el título de 2012, ofreciendo un pulso inolvidable que se decantó a favor del balcánico. Ese día invirtieron 5h 53m, en la final más larga de la historia en un gran torneo.
Ahora bien, en los episodios definitivos de los Grand Slams, la estadística señala la superioridad (4-3) de Nadal, que se impuso en las finales de Roland Garros 2014 y 2012, y en las del US Open 2013 y 2010.
Estancia similar en pista
Uno y otro han competido en línea recta hacia la cita del domingo en Melbourne. Nadal por la vía exprés, empleando tan solo 12h 12m en las seis escalas anteriores y aprovechando un trazado sin hostilidades. Mientras, Djokovic (11h 59m) ha ido encontrándose con rivales más espinosos, como Jo-Wilfred Tsonga en la segunda parada, Denis Shapovalov o Daniil Medvedev; como compensación, en los cuartos solo tuvo que estar 52 minutos en la pista por el abandono de Kei Nishikori. El balear llegará limpio, sin haber perdido un solo set, mientras que el serbio se dejó dos: uno contra Shapovalov y otro ante Medvedev.
Y en la última aparición, contra Pouille, quiso sacar músculo. Cedió solo ocho puntos con el servicio –porcentajes del 84% con primeros y 87% con segundos–, rompió siete veces el del francés y no le brindó bola de ninguna bola de break; cometió solo cinco errores no forzados y no le dejó respirar ni un segundo, atosigándolo permanentemente al resto, deseoso de cerrar cuanto antes para ahorrar energía de cara al choque con Nadal. Llegan ambos en un extraordinario momento. El de Belgrado gobierna el circuito después de siete meses fabulosos, habiendo ganado Wimbledon y el US Open, y el de Manacor sigue al acecho como número dos, pese a todos los contratiempos físicos.
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