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La San Silvestre más vallecana

El ídolo del barrio sorprendió en 1975 a un Mariano Haro en plenitud y a las estrellas internacionales

El atleta Fernando Cerrada.
El atleta Fernando Cerrada.

Desde hace años, la San Silvestre Vallecana ha quedado para atletas del cuerno de África, cuya tipología resulta ideal para el fondo. Pero no siempre fue así. Desde Hurtado, que ganó las dos primeras, hasta Chema Martínez, que lo hizo en 2003, muchos grandes fondistas españoles se hicieron con la carrera. Pero ningún triunfo resultó tan sonado como el de Fernando Cerrada, en 1975.

Para entonces la prueba ya había cogido vuelo. Fue una invención de un apóstol del atletismo, Antonio Sabugueiro, harto de que solo hubiera carreras de fondo en el barro de la Casa de Campo, donde poca gente las podía ver. De una conversación en el Bar Bella Luz, de Vallecas, salió la idea de hacer una carrera por el barrio que terminara en el campo del Rayo.

De casualidad decidió que fuera el 31 de diciembre y a última hora. Así se interrumpía poco el tráfico y la gente andaría por la calle con ganas de jarana y distracción. Solo tardó un año José Luis Gilabert, periodista de Marca en establecer la comparativa con la carrera de Río de Janeiro. “Vallecas ya tiene su San Silvestre”, tituló su crónica. Y quedó para siempre el nombre de San Silvestre Vallecana.

En 1975 iba por la undécima edición. Hacía poco más de un mes que había muerto Franco y una excitación de expectativas felices rebullía por toda España. En Vallecas, barrio obrero, más.

Y había un ídolo local, Fernando Cerrada. Un chico nacido en Yélamos de Arriba, en la Alcarria, pero criado en Vallecas desde muy pequeño. Estudió en el Colegio Tajamar, que fomentaba y fomenta mucho la práctica deportiva. Allí, otro apóstol del atletismo, Lázaro Linares, le sacó del fútbol para meterle en él. Ganaba prácticamente todas las carreras en las categorías que fue recorriendo. Incluidas las minisansilvestres, que se disputaban por la mañana, más cortas, para infantiles, juveniles y júniors.

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Aquel 1975, él tenía 21. Muy poca edad para un fondista. Corría Mariano Haro, en plenitud, con sus 34 y dos victorias en Vallecas en su palmarés. Corría el escocés Ian Stewart, ganador del año anterior, vigente campeón mundial de cross. Corría Chris Stewart (nada que ver con Ian), inglés, otro grande entre los grandes fondistas británicos de la época. Los pronósticos de los expertos se repartían entre los Stewart y Haro. Pero en la calle, donde estaba toda Vallecas, al que querían ver era a Cerrada. La salida se daba esos años desde la calle Huertas, donde estaban la redacción y los talleres del diario Pueblo, patrocinador.

“Yo me metí en el paquete de salida, los británicos se pusieron delante, pero iban despacio. Haro me había dicho que lo mejor era tenerlos delante, pero yo me impacienté. Me sentía bien, volaba. Me puse delante y marqué mi ritmo. Ellos me seguían”, recuerda.

Un clamor le acompañaba. El boca a boca corría más que ellos, de manera que la gente ya sabía, antes de que llegara el grupo que “¡Cerrada va delante! ¡Va el primero!”. Atocha, Avenida del Ciudad de Barcelona, Avenida de La Albufera, Monte Igueldo, Santo Domingo… Vallecas rugía según el grupo de cabeza, que iba perdiendo gente, galopaba cuesta arriba, hacia el campo del Rayo, siempre con el vallecano en cabeza.

“En Santo Domingo, en lo más duro de la pendiente, probé. Alargué la zancada. ¡Y me quedé solo!”. Y solo llegó a Carlos Martín Álvarez y enfiló a la meta, en el estadio. Los Stewart llegaron a siete segundos, Haro fue cuarto, un poco más atrás. Vallecas tenía un nuevo emperador, como lo fuera en años anteriores a la guerra Antonio Ruiz, el primer campeón europeo de boxeo.

¡Veintiún años! Una edad insólita para un éxito así. El fondista no cuaja hasta cerca de los treinta, y él, con esa edad… ABC le dedicó toda su portada. Le fichó el Madrid, para que desde entonces corriera con su escudo.

Pero el hombre propone y Dios dispone. El Real Madrid cerraría pronto la sección de atletismo, junto a la de voleibol, para hacer economías. Él, joven casado, se quedó sin un ingresillo. Tuvo un hijo, que durante tres años sufrió una infección bacteriana que no le conseguían curar. Aquello pasó, pero mientras le quitó de muchos entrenamientos y carreras. Luego, problemas con la Federación, como le pasó tiempo atrás a Arizmendi. Que si no corras allí, que corras aquí. A los 27, justo la edad en la que un fondista comienza a cuajar de verdad, lo dejó.

La vida le ha tratado bien, Representó a la marca Adidas y a otras marcas, puso su negocio propio, su matrimonio es feliz, su hijo está bien. No cree que se haya dejado nada en el tintero, pero guarda con cariño especial el recuerdo de aquella San Silvestre en la que Vallecas le coronó como emperador. Cerquita, muy cerquita, de su casa de la Colonia Erillas.

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