Óscar Plano oscurece el penalti de Aduriz
El Valladolid se lleva un punto de San Mamés con un gol en el último minuto
En situaciones límite es necesario tener sangre fría. Lo dicen –o lo deberían decir, si existieran–, los manuales del buen agente secreto, o del detective que se mete en terrenos pantanosos. Eso es lo que esperaba el espectador de la actuación de Humprey Bogart en el Rey del Hampa o el Sueño Eterno. Aduriz no tiene la parálisis facial que le permitía al mito del cine, componer ese rictus con el que parecía estar de vuelta de todo, es mucho más expresivo, y por supuesto, nunca se tomaría esos tragos de licor a palo seco, que se beben en las películas de intriga.
Pero en realidad, el delantero del Athletic está de vuelta de todo, lo que no quiere decir que pase de todo, como Bogart. Las ha visto de todos los colores, ha conocido todas las categorías y ha marcado goles en todas las porterías. Así que cuando al límite de la primera parte, después de una mano clara de Keko Gontán a disparo de Muniain, le tocó lanzar el penalti, volvió a echar mano de esa sangre fría que ha adquirido con los años y la experiencia.
Y si en la angustiosa victoria del último minuto ante el Girona, decidió batir a Iraizoz, al que había lanzado cientos de penalties en los entrenamientos, con un panenka de libro, de los que sobrecogen a la hinchada, sobre todo cuando la situación es tan delicada, ante el Valladolid, una de las plazas donde más se le recuerda, decidió ampliar su repertorio con una nueva creación. Con Masip enfrente, se paró frente a la pelota, con el pie izquierdo a la altura del punto de penalti. Echó la pierna derecha hacia atrás, como si fuera a coger carrerilla, pero no la cogió; simplemente estaba armando el disparo, y ajustándolo al poste. Cuando el portero se percató, ya era tarde. Tal vez como no era ninguna final, salvo para el Athletic, la nueva manera de lanzar las penas máximas no pasará a las enciclopedias con la denominación de origen Aduriz, pero debería.
Aunque al final no sirviera para sacar al Athletic de pobre, porque un gol de Óscar Plano, habilitado por Dani García, que se encontraba fuera del campo por la línea de fondo, le quitó dos puntos al equipo rojiblanco. Los necesitaban como el comer. Los bilbaínos, ya lo dijo Garitano, tendrán que sufrir para salir de la situación.
El partido fue árido, trabado, pero bien trabajado por el Valladolid hasta el gol del Athletic, más abierto después, cuando las piernas estaban frescas y al dominio obligado de los visitantes, respondían los locales intentando desplegarse al contragolpe. Fue más oscuro en los minutos finales, cuando los de Pucela apretaban y el equipo rojiblanco se trataba de defender con desesperación, sabiendo que les iba la clasificación en ello. Sin pizca de la sangre fría que había demostrado Aduriz en el penalti.
Apenas hubo ocasiones para uno y para otro. Un disparo por la parte exterior del palo, de Óscar Plano, fue la más notable del equipo visitante; el disparo lejano de Iñigo Martínez, que atajó Masip, la mejor aproximación rojiblanca, con las alas muy bien tapadas por el planteamiento de Sergio, que sacó tajada de la ansiedad que atenaza al Athletic.
Los bilbaínos pasarán las navidades fuera de la zona de descenso, porque el Villarreal tiene aplazado su partido frente al Real Madrid, pero esa cuestión no tranquiliza demasiado en Bilbao, donde las elecciones a la presidencia pasan desapercibidas con los disgustos sobre el césped. Josu Urrutia presenció su último partido desde el palco de autoridades de San Mamés. Aunque hace un par de meses presumió de su legado después de siete años y medio en el cargo, éste se está convirtiendo en una de esas herencias a las que los beneficiarios prefieren renunciar por los costos que suponen. En la caja fuerte de Ibaigane hay mucha riqueza, pero en el césped circula la indigencia
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