El Barça remonta al Rayo a la vieja usanza
A partir del liderazgo de Luis Suárez y del arrebato de Piqué, los azulgrana le dan la vuelta a un partido que tenían perdido por el buen despliegue del rival
A falta de juego, cuando no hay cordura, se ha perdido la identidad y falla el plan de partido, el fútbol queda a expensas del azar y de los inconformistas, arietes de la talla de Luis Suárez, centrales de la categoría de Piqué o extremos desconcertantes como Dembélé. A partir del desorden, a veces incluso de la sinrazón, los azulgrana le dieron la vuelta a un encuentro que tenían perdido merecidamente en Vallecas. La derrota contra el Rayo parecía escrita en el rostro del Barça, igual de desconcertante que en Butarque, cuando Piqué se vistió de Alexanco. El zaguero se arrimó al área de Alberto y los barcelonistas empezaron a cruzar centros y a ganarse algunos remates, suficientes para que se redimiera Dembélé y se coronara Luis Suárez, definitivamente el jugador franquicia del Barça. A la vieja usanza, con Piqué descolgando el cuero para Dembélé y aguantando a la zaga rayista para que Suárez conectara con el pase de Sergi Roberto, recondujo el Barcelona un choque que se le escapaba después de una salida muy académica en Vallecas.
Jugaba el Barça con el mismo equipo que ganó al Inter y después al Madrid, señal de respeto hacia el Rayo y también de que el entrenador parecía haber dado con un once mientras aguarda a Messi. A veces conviene insistir en una formación, sobre todo para adquirir automatismos o, si se quiere, repetir jugadas sin antídoto, pocas como las que protagoniza Jordi Alba. Rakitic cambia de orientación desde la posición de mediocentro para la carrera del lateral y Alba progresa hasta alcanzar el área, divisar la línea de fondo y poner la pelota para la llegada de Messi, Coutinho o Suárez. Lesionado el 10 y apático como está el brasileño, llegó el uruguayo para poner su zurda: 0-1.
El gol estaba tan cantado y llegó tan pronto que sedó al Barça y propició la rebeldía del Rayo. Los azulgrana se hartaron de balón, excesivamente retóricos, nada profundos, demasiado adornados y confiados, como se advirtió en Ter Stegen. No acertó el portero en la salida del cuero, tampoco atinó en el rechazo Lenglet y Pozo se presentó en la frontal para rematar junto al lado del poste izquierdo del meta del Barcelona.
A nadie le sorprendió tampoco el tanto del Rayo. Hacía rato que los barcelonistas se habían abandonado, sin ambición para rematar el encuentro, y los muchachos de Míchel se asomaban de forma reiterada, intensos y agresivos, necesitados solo de la puntería, como se advirtió en un disparo de Pozo después de una acción parecida a la del tanto de Luis Suárez.
A efectos azulgrana, la contienda adquirió el mismo tono que tuvo la de Leganés. El Rayo presionaba y no desequilibraba el Barça. A los barcelonistas les cuesta descansar con la pelota, controlar el juego y generar ocasiones cuando no pueden correr, sometidos por la presión del rival, también por la del Rayo. Rafinha no entraba en juego y no había noticias un día más de Coutinho. Valverde quitó al hispano brasileño y puso a Dembélé. Y el Barça regresó a la propuesta de inicio de temporada, al intercambio de golpes, convencido de meter un gol más que el Rayo. A Vallecas le encantó tanto la respuesta azulgrana que su equipo tardó muy poco en firmar el remonte con Álvaro García.
Suárez hace de Messi
La ambición local, generoso el equipo en atacar los espacios, contrastaba con el descontrol del Barça. No saben defender los azulgrana, agujereados en cada jornada, y no tienen gobierno ni paciencia cuando van a remolque y falta Messi. Irreconocible como equipo, sin estilo ni juego de posición, no le quedó más remedio al Barça que entregarse al carácter de Piqué, al talento de Dembélé y a la voracidad de Luis Suárez.
Reiterativo en las pérdidas, porque se la juega siempre, Dembélé no paró hasta cazar un balón tocado por Piqué: 2-2. Y el tercero lo firmó Suárez después de ser asistido por Sergi Roberto. Los goles llegaron al final de manera inesperada, en acciones episódicas, a la vieja usanza, cuando más entusiasmada estaba la hinchada del Rayo y más desesperado parecía el Barça. La rueda de la fortuna giró a última hora a favor de los azulgrana, con más rauxa que seny, más emotivo que futbolero, senal de la inestabilidad que viven en espera de Messi.
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