El Papa decide sobre la tribuna de Ipurúa
Un conflicto por el terreno de un convento, que debe solucionar el Vaticano, paraliza las obras de demolición de parte del estadio del Eibar
El nuevo campo del San Lorenzo de Almagro se llamará Estadio Papa Francisco. El Ciclón regresará a los terrenos de los que fue expropiado por la dictadura para construir un Carrefour. Están en ello. En enero de 2018, el club derribó la torre del agua del centro comercial, situada en Tierra Santa, según la expresión que utiliza el club de Boedo. Con estos antecedentes, en el Eibar esperan que Su Santidad tenga la sensibilidad suficiente como para permitir que la tribuna de gol de Ipurúa pueda comenzar a construirse y que la Iglesia no sea el obstáculo, menos aún con un equipo que comparte los colores con el de su máximo representante en la Tierra.
La cuestión es que el Eibar pretendía derribar la tribuna Oeste, detrás de una portería, que todavía sobrevivía de los tiempos de Segunda B, y construir allí una nueva, con más capacidad y sin columnas que estorbaran la visión, para ampliar el aforo hasta 8.050 espectadores, unos 1.000 más de los actuales. Tiene previsto, en principio, comenzar la demolición el 26 de noviembre, lunes, dos días después de la visita del Real Madrid en LaLiga. De hecho, las obras ya habían comenzado y se estaba removiendo el terreno en el que se encontraba un campo anexo de hierba artificial. Las excavadoras ya están dentro, pero de momento están detenidas. El Eibar ha anunciado que las obras se han paralizado.
¿Y cuál es la razón? Existe en el terreno una línea eléctrica de media tensión que debe ser trasladada, y el único camino es a través de un espacio de apenas cinco metros cuadrados que pertenece a una congregación de monjas Franciscanas Concepcionistas, que abandonaron el antiguo convento hace 14 años. El club ha utilizado –sin problemas– ese trozo de terreno para su campo anexo después de que hace dos décadas llegara a un acuerdo con la congregación. Se comprometió, a cambio, a pagar la calefacción del convento.
Pero las monjas ya no están, se trasladaron a San Sebastián, y el Ayuntamiento de Eibar ha llegado a un acuerdo de expropiación del convento, después de realizar una oferta que el Vaticano debe aprobar con la firma del Papa. Una vez expropiado el terreno, el consistorio cederá los cinco metros cuadrados –algo mayor que una mesa de ping pong– al club.
El Eibar ni pincha ni corta en este acuerdo, pero debe trasladar la línea eléctrica y ahí han surgido los problemas. El representante legal de las monjas, Juan Luis Cristóbal, que ejerce de taxista en Eibar y es padre de un concejal de Bildu en el Ayuntamiento de la localidad, ha solicitado 180.000 euros al Eibar para dar el permiso correspondiente al club para que la línea pueda pasar por el terreno de las monjas. La entidad azulgrana había ofrecido pagar un alquiler de 10.000 euros mientras se resolvía la expropiación y llegaba la autorización del Vaticano, pero el representante de las monjas, que prefiere no dar su versión sobre el asunto, se niega.
Según el consejero responsable de obras del Eibar, José Antonio Fernández, en declaraciones al Diario Vasco, Cristóbal llegó a pedir un puesto en el consejo de administración del club a cambio de ceder el espacio para que pase la línea eléctrica. Además, ni siquiera ofrecía una factura para respaldar la cesión. El club se negó, las obras están paradas desde esta semana, y en el Eibar y en el Ayuntamiento de la ciudad solo esperan que los asuntos vaticanos se resuelvan rápido, aunque calculan un mes para recibir el plácet del Papa. Con humor, comentan desde el entorno del club, que esperan que tarden menos que con la exhumación de los restos de Franco. Sería una preocupación menos para el consejo de administración del Eibar, que la semana pasada consiguió que su deseo de ubicar la futura ciudad deportiva en Areitio (Bizkaia) fuera respaldada por los accionistas.
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