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Champions League - Grupo h - jornada 3
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Mourinho alza la bandera blanca

El Manchester United, sin otro plan que aguardar replegado, se rinde ante una aseada faena de la Juventus y le da vida al Valencia en la pelea por llegar a octavos de final

Jose Mourinho contempla una acción del partido entre Manchester United y Juventus.
Jose Mourinho contempla una acción del partido entre Manchester United y Juventus.OLI SCARFF (AFP)

Cuando hace algo más de nueve años el Manchester United cerró un acuerdo con el Real Madrid para traspasarle a Cristiano Ronaldo marcó un punto al que no ha regresado, se convirtió en un club vendedor. Desde entonces ha adquirido futbolistas por valor de 1.030 millones de euros y mantiene un balance entre ingresos y gastos en el que ganan los últimos por más casi 800 millones, casi diez veces más de lo ingresado por el astro luso. En ese tiempo el United ha ganado dos Ligas, la última hace un lustro, una Copa y una Europa League. Cristiano Ronaldo lo pudo percibir en su regreso a Old Trafford: el equipo no solo se ha bajado del primer escalón del fútbol europeo sino que a duras penas se le podría situar en el segundo. A día de hoy no presenta armas ni para considerarle ni un outsider en la Liga de Campeones y tiene pinta de que se jugará el pase a octavos de final en un duelo directo contra el Valencia en Mestalla. Mientras tanto la Juventus, que le venció en su casa (0-1), pone la directa hacia las eliminatorias con tres triunfos en otras tantas jornadas y sin encajar gol.

Durante bastantes minutos la Juventus jugó como atacada por una cierta perplejidad. No es común saltar a Old Trafford y encontrar que el dueño deambule como un equipo modesto. El plan del Manchester United fue convertirse en gregario, lo aplicó de manera tan perfecta como grosera. Mourinho consiguió parecer más italiano que la Juventus. El despliegue fue además especialmente patético porque le marcaron en el minuto 19 y nada varió. El United jugó igual en el empate que en la derrota, replegado, sin codicia en la presión. Si el plan era aguardar, robar y correr nada de eso funcionó porque faltó la segunda premisa y sin ella la única carrera que queda es la marcha atrás. Old Trafford soportó toda esa miseria con admirable entereza, entusiasta cuando su equipo juntaba cuatro pases o provocaba un córner, como si aquel que les defendía fuese un equipo maltés o gibraltareño ante un grande de Europa. El Manchester United ha jugado siete partidos en el último mes y apenas ganó uno, con remontada in extremis contra el Newcastle.

La Juventus ejerció su trabajo. Montó un rondo sin mayor virtuosismo, dominó sin tacha ni problemas y encontró profundidad y amplitud por los flancos, en especial por el de Cancelo. No precisó la mejor de las versiones de Cristiano Ronaldo, que partiendo de la izquierda cayó hacia zonas de remate, pero sin acabar de empastar con Dybala, que entró en el equipo por lesión de Mandzukic. Los dos equipos tenían ausencias. A la Juve le faltaba el gladiador croata, Emre Can o Khedira; el United no dispuso de Alexis, Fellaini y Lingard.

Falta botada por Cristiano Ronaldo que detuvo David de Gea.
Falta botada por Cristiano Ronaldo que detuvo David de Gea.JASON CAIRNDUFF (Action Images via Reuters)

No pareció el partido una cuestión de nombres y sí de funcionamiento colectivo. El de la zaga del Manchester United es una tara, blanda, lenta, poco fiable. Concedió un gol por falta de contundencia tras ejercer CR de extremo, porfiar Cuadrado y rematar Dybala a placer. De Gea corrige. En los últimos cuatro años ha sido elegido como el mejor futbolista de su equipo, toda una alerta. Esta vez fueron sus paradas las que mantuvieron al United en el partido. Frustró a Cancelo, a Matuidi, a Cristiano a balón parado y en juego ya en la segunda parte con un despeje de postal.

A esas alturas, vecina la hora de juego, el United subió líneas. No fue precisamente un destape, pero fue algo parecido a un despliegue. Al menos impidió que su rival ejecutase largas posesiones y, lo que aún le dañaba más, que las acabase. Empezó a sisar balones, a evolucionar varios metros más adelante. La respuesta de la Juventus pasó por la paciencia, aseguró el pase y cortó de cuajo el amago de transiciones que atisbaba su oponente. Si el plan de Mourinho era correr olvidó darle zapatillas a sus chicos.

A la Juventus no le interesó salir al galope. Allegri le pidió pases a su equipo. Cuando dejó de darlos, se precipitó o erró se puso en riesgo. Y se empeñó en hacerlo. Un mal control de Betancur en la frontal provocó un disparo de Pogba al palo. Fue la llamada que necesitaba su equipo, su gente. Llegó a un cuarto de hora del final y obligó a que Allegri reaccionase. Dybala dejó el campo para que Bernardeschi le diese más presencia al equipo en la circulación. A Barzagli lo llamó para suplir a Cuadrado y poblar la zaga con tres centrales. Se preparó para sufrir la Juventus, pero quien de verdad lo hizo fue el respetable de Old Trafford, que debió soportar un horror. Lo hizo eso sí con tanta entrega y generosidad que al final, en la derrota y la palmaria inferioridad, apenas se esbozaron murmullos entre el festejo italiano.

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