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El sinvivir de Messi

El argentino marca las diferencias contra el Sevilla y aúpa al Barça al liderato de LaLiga antes de lesionarse en el Camp Nou

Ramon Besa
Luis Suárez festeja su tanto al Sevilla.
Luis Suárez festeja su tanto al Sevilla.ALBERT GEA (REUTERS)

La vida es bella con Messi, aunque solo dure un cuarto de hora, el tiempo que necesitó el 10 para abatir al Sevilla y aupar al Barça al liderato de LaLiga. A la que falta el rosarino, en cambio, el fútbol se convierte en un sinvivir, sobre todo si permanece en la enfermería, sin saber qué le pasa, por más paradas de Ter Stegen y goles de Luis Suárez que haya en el Camp Nou. No es fácil reparar en el campo con Messi en manos de los médicos en la Ciudad Deportiva. Tampoco se sabe qué será del Barça ahora que ya es conocido que el rosarino será baja tres semanas y no jugará ante el Madrid.

Messi fue el protagonista absoluto del Barça-Sevilla. Advirtió el rosarino que la jornada invitaba a una declaración de intenciones inequívoca por parte del Barça después de la derrota del Madrid, el empate del Atlético y la visita del puntero equipo de Machín. Y la respuesta del argentino resultó categórica y explosiva como asistente y también como goleador, indetectable durante un cuarto de hora, martillo pilón del Sevilla, 32 tantos en 35 partidos, el último anotado anoche en el Camp Nou.

Messi habilitó a Coutinho, infalible en el tiro nada más tocar la pelota, y poco después ajustó un tiro imparable al poste derecho de Vaclik. Y, en medio, Arana remató al palo después de una buena transición de Benega. El partido estaba muy entretenido por la fluidez ofensiva de los azulgrana y la presión alta del Sevilla. Messi se relamía por el espacio concedido y la disponibilidad de Luis Suárez, hoy más jugador de equipo que rematador, mientras apretaban los muchachos de Machín.

La felicidad de Messi es tan contagiosa como su dolor, espejo del Barça por más que la base de datos remite en cada partido a Busquets: si el medio centro pierde la pelota es señal de que el equipo está mal puesto y si asegura el pase significa que funciona el Barcelona. No pintaba mucho Busquets en el encuentro por el ir y venir planteado por el Sevilla, sin control ni posesión de balón, y por el contrario disfrutaba Messi. Hasta que salió malparado en un cruce con Mudo Vázquez.

El 10 no finge sino que expresa como ningún futbolista su humor sin reparar en el marcador ni en el campo, abatido en el Camp Nou. No se levantaba Messi, no se sabía muy bien de qué se quejaba, nadie había reparado en la jugada, hasta que se vio que se dolía del codo, atendido por el doctor Daniel Florit. Las noticias llegaban de forma gradual: del mareo se pasó al vendado del brazo y diez minutos más tarde a su sustitución por Dembélé. Había que continuar el partido sin Messi, sin saber sobre su mal, si llegaría al clásico o se perdería hasta diez partidos, preso el barcelonismo del miedo y del recuerdo de la lesión de mes y medio de Puyol.

El fútbol no es el mismo en el Camp Nou sin Messi. Ni siquiera se había preparado seguramente el Sevilla para jugar sin el 10. Le llevó mucho tiempo enfocar a Ter Stegen. Menos afectado pareció el Barcelona, liderado por Luis Suárez y Ter Stegen mientras la hinchada seguía pendiente de Messi. Los azulgrana cabalgaron a la contra y dispusieron de hasta tres remates ante un vendido Vaclick. No tuvieron puntería y se alcanzó el descanso con el partido abierto y sin saber de Messi.

Nada cambiaba ni nadie se movía mientras se examinaba el codo de Messi. El partido varió después de un arreón del Sevilla que acabó con una doble parada magistral de Ter Stegen y unas manos de Jordi Alba a centro de Navas. El árbitro no apreció penalti en la acción del azulgrana y pitó la falta máxima cuando Luis Suárez fue arrollado por Vaclik. No perdonó el uruguayo y sentenció al ambicioso y descuidado Sevilla. Los andaluces se habían perdido en las dos áreas, víctimas finalmente de la pegada del Barça.

Un final sorprendente

Arthur y los centrocampistas pasaron prácticamente inadvertidos porque los barcelonistas aceptaron el juego del Sevilla. Tampoco hubo noticias como ya es costumbre de Coutinho y se pitó al intrascendente Dembélé. El brasileño vive exclusivamente de sus bellos y decisivos goles, resguardado en su cuarto de campo, demasiado espectador y poco protagonista, incluso en ausencia de Messsi, y no tuvo sentido de equipo ni del partido Dembélé.

Tampoco saben descansar los azulgrana con la pelota y prefieren correr e intercambiar golpes, incluso cuando el rival es peligroso como el Sevilla, que había sumado los últimos 12 puntos, nada que ver con el Barça, atrapado en una racha negativa —cuatro encuentros sin ganar —después del 2-2 con el Girona.

No comparecieron André Siva ni Ben Yedder y se asentó Piqué. El Sevilla solo acertó a marcar después de que un tiro de Sarabia diera en Lenglet. El gol provocó un carrusel de llegadas y un final sorpresa por los tantos de Rakitic y Muriel. Ninguno tuvo incidencia en un partido marcado por el antes y después de Messi. Nada se sabía aún del rosarino cuando se acabó el choque con el Barça líder en vísperas de recibir al Madrid. Nada parecía tener más importancia que el codo del 10. La incertidumbre duró todavía un rato: estará tres semanas ausente o sea que el clásico del domingo se jugará sin Cristiano ni sin Messi.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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