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Al Baskonia no le llega con la reacción final ante Olympiacos

El conjunto griego se impone en la Euroliga a un irregular equipo vasco, falto de consistencia en la primer parte

Jon Rivas
Shengelia pugna con Leday.
Shengelia pugna con Leday.L. RICO

El Olympiacos le dio con la puerta del pabellón Araba en las narices al Baskonia, un equipo inconsistente esta vez que deberá aprender que no todo el monte es Fuenlabrada. El equipo vitoriano asume su primera derrota europea de la temporada dos días antes de visitar al Real Madrid en la misma competición. Pese a su arreón final, al equipo que dirige Pedro Martínez le pesaron los pecados de los tres primeros cuartos. Los minutos finales le dieron para hacer vibrar al pabellón y también para percatarse de que pueden ganar a cualquiera, pero con otra disposición durante los 40 minutos.

Baskonia, 80 - Olympiacos, 85

Baskonia: Huertas (0), Shields (2), Hilliard (8), Voigtmann (2), Poirier (10) —cinco inicial— Vildoza (7), González (0), Janning (6), Diop (2), Granger (17), Shengelia (21), Garino (1).

Olympiacos: Spanoulis (11), Williams-Goss (11), Timma (0), Printezis (5), Milutinov (23) —cinco inicial— Toupane (11), Strelnieks (10), Vezenkov (4), Papanikolaou (8), Mantzaris (0), Bogris (2), Leday (0).

Árbitros: M. Boultauzer (Esl), Latisevs (Let), A. Balak (Tur). Sin eliminados.

Pabellón Fernando Buesa Arena, 10.327 espectadores.

Al Baskonia, irregular y evanescente en gran parte del choque, le faltó constancia en la primera parte. Parecía salir con los deberes estudiados, se aplicaba en los compases iniciales, apretaba los codos, pero según pasaban los minutos era como cuando en el curso escolar llega el segundo mes del trimestre y la atención decae, y al profesor, en este caso Pedro Martínez, se le distraen los alumnos. La intensidad del comienzo se diluía con el correcalles de lado a lado, y en este trasiego sacaba fruto el Olympiacos.

El trabajo duro en defensa del equipo griego, ahogaba a los vitorianos, apoyados en el acierto de Shengelia, que sin embargo, no se podía multiplicar. Aunque sus números brillaban, el juego colectivo se resentía con el desgaste. El Olympiacos disfrutaba en el esfuerzo, encontraba los espacios por la clarividencia del veterano Spanoulis y acertaba mucho más que el Baskonia.

El segundo cuarto fue similar al primero. El Baskonia consiguió dejar seco al Olympiacos durante tres minutos, pero después volvió a remitir. El anunciado vendaval de los hombres de Pedro Martínez se convirtió en una brisa que empujaba a sus rivales. Los números del descanso no dejaron ningún atisbo de duda. Los griegos mejoraban en todo los porcentajes de los vitorianos, incómodos siempre, sin claridad en el tiro bajo el aro, sin puntería en el recurso lejano. Los 11 puntos de diferencia en el primer cuarto, se ampliaron a 14 en el descanso.

Pedro Martínez, que probó con Huertas en el inicio, volvió a contar con él tras la pausa, pero la medicina brasileña no hizo efecto en el equipo, como tampoco la de Granger en la primera parte, ni el recurso de Vildoza. El problema era más profundo. La distribución no funcionaba, pero tampoco las ayudas defensivas ni el tráfico ofensivo. El Baskonia parecía querer anotar a garrotazos, así que, casi sin despeinarse, el Olympiacos se fue hasta los 19 puntos de diferencia. Dos tiros libres redujeron la sangría a 17 y un triple de Granger sobre la bocina y desde su propio campo, maquilló el desastre vitoriano antes del comienzo del último cuarto. Pero la sangría aumentaba

Si la intensidad de los griegos mantenía una trayectoria regular, la de los vascos oscilaba a impulsos. Esa irregularidad fue la clave de la derrota pero también sirvió para que al Olympiacos le entrara el miedo en el cuerpo y a sus hombres les empezara a temblar la mano en unos minutos finales terroríficos para ellos.

Empujados por los triples de Granger (3 de 4) y el empuje de Shengelia, que anotó 21 puntos, los vitorianos se acercaron en el marcador y se pusieron a tres puntos del revolcón. Milutinov lo evitó debajo del aro, con sus canastas oportunísimas. A falta de 1,03 dio la sensación de que el Pabellón Araba podía vivir otro de sus momentos mágicos. Anotó Poirier y puso al Baskonia a cinco puntos; Spanoulis, casi impecable hasta entonces, dejó que le robaran un balón que botaba tranquilamente, y Shengelia machacó el aro para poner a su equipo a tres puntos. No hubo milagro, sin embargo. Los griegos mantuvieron la cabeza fría en los segundos finales y se llevaron la victoria.

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