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Champions League - Grupo f - jornada 2
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M. City
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Silva separa del abismo al Manchester City

La gran actuación del canario socorre al equipo de Guardiola ante un Hoffenheim que le encaró sin miedo y destapó sus flaquezas defensivas

GORKA PÉREZ
Silva marca el segundo gol del Manchester City.
Silva marca el segundo gol del Manchester City.DANIEL ROLAND (AFP)

Una pillería de David Silva en el minuto 87 le sirvió al Manchester City para olvidar una tarde insulsa en la que se asomó al abismo europeo desde esa aparente superioridad inglesa, que, sin embargo, no le está sirviendo para sacar adelante con solvencia sus duelos europeos. A la derrota ante el Olympique de Lyon a punto estuvo de acompañarle un empate con el Hoffenheim, sino fuera por el canario, el único futbolista que encontró la salida al laberinto diseñado por Nagelsmann. A punto estuvieron los alemanes de convertirse en la horma del zapato de Guardiola, aunque si no lo lograron fue porque no cuentan con un jugador tan decisivo como los citizen.

Apenas tuvieron tiempo los ingleses de moverse sobre el campo antes de que Belfodil adelantase al Hoffenheim con una jugada que iba a resultar el patrón de comportamiento de su equipo durante todo el partido. Con aparente calma en el nacimiento de la jugada, aceleró en su desarrollo y culminación por medio del argelino con un remate que se coló entre las piernas de Ederson. El golpe situó al City en un escenario no contemplado, pues lo obligó a adelantar las manijas del reloj de un equipo que contempla el fútbol desde la calma. Solo Silva se movió acorde a los tiempos, con la cabeza alta y el pie caliente, como demostró con un pase de francotirador que situó a Sané frente a Baumann. El alemán centró para Agüero que se adelantó a los centrales y envió el balón al fondo de la portería. Aun así, el meta alemán se rehizo y contuvo primero a Sterling, a quien detuvo un mano a mano desde el suelo, y después a Agüero, al que desvió un disparo desde media distancia que se colaba pegado al larguero

La composición defensiva del City, con tres centrales (Otamendi, Kompany y Laporte) y un lateral puro (Walker) no sirvió para cubrir una retaguardia a la que el Hoffenheim retó continuamente. Los alemanes trazaban combinaciones verticales que superaban líneas con facilidad, comprometiendo las acciones a un pulso físico más igualado de lo esperado. No tiene miedo el equipo Nagelsmann, valiente en su ideario, pulcro en su traslación al campo, humano, finalmente, en su desarrollo. Las intenciones alemanas no fueron distintas de las del City, pues luchó por la pelota y trató de componer con cierto sosiego. Aun así, pecó de la misma volatilidad defensiva que su rival.

No lograba imponerse el City, iluminando solamente por Silva, y empujado también por el brío de Sané, un corcel con ganas de comerse el mundo. Tan elegante el alemán como plástico el español, entre ambos conectaron las mejores jugadas de ataque, con Agüero esperando a entrar en la conversación. Habilidoso como es el argentino, tuvo el peso suficiente para batallar con los centrales alemanes, más talludos, pero vulnerables de cintura para abajo. Sin embargo, cada envite perdido por los ingleses, se convertía con tremenda facilidad en contragolpes casi siempre bien ejecutados. Joelinton y Belfodil dieron ritmo al balón y entre ambos comprometieron a Fernandinho y Gundogan, que recurrieron en demasía al pase atrás para ordenar continuamente el juego.

La ubicación de Laporte en el lateral izquierdo limitó las subidas por esa banda y el francés tampoco estuvo especialmente fino en la entrega de la pelota, lo que le llevó a generar alguna ocasión de peligro para su portero Ederson. Vivió, sin embargo, relativamente tranquilo el guardián brasileño del City, puesto que las llegadas del Hoffenheim rara vez culminaban en un disparo concreto. El plan alemán contempla con más claridad la celebración de la jugada que su cierre, una circunstancia que le impidió encajonar a un rival poco dado a la supervivencia más básica.

Es en momentos de necesidad cuando emergen los creadores y a Silva se le despertó la vena depredadora cuando visualizó a Posch errando en un control que terminó fallando sin explicación, para cruzar la pelota ante Baumann. El balón se alojó con tranquilidad, como respirando, exactamente igual que su equipo, oxigenado gracias a su futbolista más entonado. 

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Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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