El Rayo y el Espanyol empatan a carreras y goles
El intercambio de golpes, en un duelo frenético y sin pausa, acaba en tablas
Fue un continuo intercambio de golpes con fútbol eléctrico, al galope y hasta con prisas. Un duelo a cara descubierta en el que el Rayo quería ataques cortos y pases largos al tiempo que el Espanyol pretendía toques seguros y carreras kilométricas. Ninguno impuso su voluntad y quedaron en tablas para calmar al Rayo, fuera de la zona de quema, y satisfacer al Espanyol, atornillado en Europa.
Los primeros minutos, con pelotazos que bien podían producir tortícolis a los aficionados, fueron una simple ilusión. Lo que parecía un bodrio se convirtió en un encuentro frenético y con dosis de calidad extraordinaria. Lo explicó De Tomás, que con un control orientado se libró de un defensa y se alejó de otro para pegarle, seco y tan ajustado al palo que hizo estéril la estirada de Diego López. Un golazo que festejó con su hermano, recogepelotas en Vallecas; una diana que certificaba que en De Tomás hay un delantero como la copa de un pino. Pero ni con esas pudo el Rayo.
Hacía muchísimos años que el Espanyol no creía en su idea, condicionado casi siempre por la clasificación y a veces por la apuesta timorata del técnico de turno. Con Rubi, sin embargo, los futbolistas juegan con fe, sabedores de que su propuesta es la buena o, al menos, casa con su talento. Así, en Vallecas no desesperó sino que persistió en su fútbol, con una salida limpia desde atrás pero con la voluntad de ensamblarse en campo ajeno para luego, con paciencia, tocar hasta encontrar el hueco. Como en ese pase que Sergio García le filtró a Borja Iglesias, que le pegó con el alma pero demasiado esquinado; o como ese otro de Granero, que chutó (torcido) desde la frontal tras hacer buena la frase del toco y me voy.
El peligro, en cualquier caso, llegaba desde las bandas, con los ascensos de Dídac por la izquierda y de Javi López por la derecha. Fue por ese costado, precisamente, donde se cocinó la revuelta porque Javi López sacó un centro tras recibir el balón de un saque de esquina, Mario Hermoso le pegó de volea y Borja Iglesias, atento, cazó el rechace a la red. De otro centro llegó el remate de Sergio García y la fortuna para Granero, que le cayó el balón a los pies y no falló en el chut.
La réplica llegó tras el entreacto, cuando Advíncula pisó área por primera vez y Dídac le hizo la zancadilla. No lo desaprovechó Kakuta, que descosió el balón en el golpeo, al travesaño y a gol. Momento de descontrol porque el duelo se convirtió en un correcalles con opciones para cada bando. Pudo rehacerse Dídac con un remate de cabeza a puerta vacía y pudo marcar Imbula con una volea desde fuera del área. Incluso Embarba probó de vaselina a Diego López y un remate en escorzo que Hermoso sacó en la línea de gol. Pero como todo era tan emocionante, el árbitro también puso el picante al pitar un penalti, ya sobre la bocina, que el VAR anuló. Al final, empate a todo entre el Rayo y el Espanyol.
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