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La alargada sombra de Cristiano

El equipo baja el índice rematador y goleador a niveles previos a 2009. Los analistas del club indican que Bale, Benzema, Asensio e Isco aún carecen de la regularidad del luso

Diego Torres
Asensio, en un momento del partido en Sevilla.
Asensio, en un momento del partido en Sevilla.Miguel Morenatti (AP)

El optimismo manifiesto de Florentino Pérez contrastaba desde julio con la mayoría escéptica de dirigentes, funcionarios y técnicos del Real Madrid. El presidente, según fuentes del club, creía firmemente en las posibilidades de éxito de esta plantilla. Creía más incluso que el entrenador, Julen Lopetegui, que con los días fue descubriendo una realidad menos próspera. La misma que advierten muchas personas tanto desde Valdebebas como desde los despachos del Bernabéu: después de cinco años de grandes triunfos son demasiados los jugadores expertos que dan síntomas de agotamiento mental sin que los meritorios hagan lo suficiente por elevar el nivel de ambición. No es un problema de calidad técnica, ni de habilidad, ni de riqueza atlética. Lo dicen confidencialmente en todos los estamentos del Madrid: la venta de Cristiano ha restado menos goles que ardor competitivo.

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“En el fútbol pasan detalles”, dijo Lopetegui, ante las preguntas de la prensa pidiendo explicaciones al 3-0 en el Sánchez Pizjuán, este miércoles. “Ahora los analizaremos... Han sido un cúmulo de circunstancias”.

La crisis abierta por la derrota en Sevilla ilumina rincones —”circunstancias”— que permanecían oscuros en la realidad del Madrid. Obligado a reaccionar ante el dominio territorial del adversario, el equipo apenas recuperó 42 balones. En las tres temporadas de Zidane nunca se registró una cifra tan baja. A consecuencia del desorden defensivo, el equipo recibió siete disparos entre los tres palos, el mayor bombardeo sufrido en el último año después de los 11 que le tiró el Barça en el Camp Nou y los diez que le tiró el Bayern en el Bernabéu en la semifinal de Champions. La respuesta defensiva fue mala. Pero los empleados del club que estudian al equipo ponen el énfasis en la fase creativa. Es allí, dicen, donde el Madrid exhibió su problema más grave.

Al cabo de seis partidos de Liga disputados, la estadística es inequívoca. El Madrid registra el promedio goleador más bajo desde 2009, cuando fichó a Cristiano: solo dos tantos por encuentro, consecuencia de una actividad menor en el área contraria, en donde los remates han caído a un total de 17,1 de media por jornada después de lograr sucesivamente 21,5; 19; 19,2; 18,7; 19,5; 18; 18,7; 17,4; y 18,4 desde la temporada 2009-10.

En Sevilla el Madrid solo remató atropelladamente en la segunda mitad, cuando cargaba con el peso del 3-0 en contra. En los 45 minutos del primer tiempo, mientras hubo disputa, la ocasión más clara la provocó un disparo de Bale desde 30 metros, amén de una incursión improbable de Casemiro entre líneas y un roce de Banega que el árbitro sancionó como falta y que Ramos ejecutó lanzando contra la barrera.

La escasísima profundidad del ataque blanco contra el Espanyol y el Sevilla convalidan la tesis de los analistas internos, en sintonía con el diagnóstico del propio Lopetegui. Estos expertos señalan que el déficit de “agresividad mental” que afecta a la plantilla se ha traducido en la insuficiente actividad de los cuatro atacantes, Bale, Asensio, Benzema e Isco. Tanto cuando tienen el balón como cuando no lo tienen, los hombres encargados de desajustar la defensa rival no realizan los movimientos necesarios con la frecuencia debida. Piden la pelota al pie más de lo recomendable y no acuden a los espacios de forma que resulten impredecibles. Como observa un analista: “Por su carácter, se encuentran cómodos jugando en cuarta. Cristiano juega en sexta de un modo natural. Puntualmente, Asensio, Bale, Benzema o Isco son capaces de cosas grandiosas, pero si tienen que poner la quinta y la sexta marcha nunca lo harán de manera continuada en el tiempo. Y cuando los rivales se cierran atrás, jugar en sexta velocidad es imprescindible para abrir huecos”.

Lopetegui lo supo

Cristiano era, según testigos del vestuario, un ejemplo de concentración contagiosa. Esta opinión contrasta con la más escuchada últimamente. Los ideólogos de la comunicación del Madrid propagaron dos mensajes desde el verano. Primero, que la plantilla estaba deseosa de reivindicar su valor, aprovechando la ausencia de Cristiano. Segundo, que sin el portugués practicarían un juego más elaborado y coral.

A la directiva del Madrid le interesó justificar el traspaso de Cristiano a la Juventus ante los aficionados. Según fuentes del club, varios jugadores fueron invitados a manifestar que la ausencia del portugués tendría consecuencias positivas para el equipo. Bale, Ramos o Marcelo dijeron públicamente, con más o menos énfasis, que sin Cristiano eran mejor equipo. Pero la opinión de los capitanes, de puertas adentro, fue muy diferente. Allí todos coincidieron en señalar que el vacío que dejaba Cristiano se notaría para mal, y que si con él jugaron un fútbol más directo no fue por su culpa sino porque lo pedía Zidane. Uno de los veteranos avisó de que de los 50 goles que Cristiano acumulaba por temporada, 35 o 40 los podría meter cualquiera, pero que los 10 o 15 restantes eran el producto de una calidad y un carácter que no hallaba parangón entre los demás.

Lopetegui lo supo desde el principio. El técnico intentó persuadir a la directiva de la necesidad de contratar a un rematador de primer nivel capaz de compensar esa falta de energía física y mental que permitía a Cristiano repetir esfuerzos máximos en situaciones límite. Mariano, el último fichaje, es lo más parecido que tiene la actual nómina de atacantes a ese patrón. Lopetegui lo recibió con el alivio de quien cuenta con una herramienta única. Pero es suplente.

La crisis de Sevilla permitió ver con claridad cosas que permanecían oscuras. El gigantesco reto de este Madrid consiste en formarse una identidad y un carácter nuevos. El derbi del sábado puede ser el primer paso o el último traspiés.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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