El Atlético recupera el aliento ante el Mónaco
El conjunto rojiblanco remonta en un estreno con altibajos, que apacigua los ánimos de un equipo en transición
Un ejercicio corregido, obligado tras un arranque errático, el habitual en este comienzo de temporada, pero suficiente para encontrar oxígeno en una noche en la que la asfixia asomaba por la puerta le bastó al Atlético para iniciar con buen paso su andadura en Europa.
El equipo de Simeone es todavía un viajero en el tiempo, encorsetado en esa transición entre el pasado y el futuro, que vive en el presente de la capacidad de sus jugadores para transitar con éxito un camino con más curvas de las esperadas. La victoria ante el Mónaco no resultó todo lo edificante que se deseaba, pero sí bastó para cortar de raíz con una dinámica que amenazaba con asomarse también en Europa. Con fases del partido en el que rememoró a ese equipo consistente y con capacidad para borrar del campo espacios por los que desvanecerse acabó por tragarse a un Mónaco pintón que llegó a comprometerle durante más tiempo del esperado.
La propuesta del Atlético en el presumido estadio del Stade Louis II volvió a escenificar su actual capacidad para no sentirse del todo incómodo teniendo que llevar la iniciativa en los encuentros. Se la entregó el Mónaco y la aceptó de buen grado el equipo del Cholo Simeone. Con Koke ejerciendo de falso volante por el costado izquierdo, la superioridad numérica en el centro del campo facilitaba el discurso central, quedando ese costado libre para Lucas Hernández, la única novedad junto a Correa respecto al once que empató con el Eibar. Movió bien el balón el conjunto rojiblanco, tarea complicada en un campo con serios problemas para soportar tanto trajín. En menos de un cuarto de hora ya se acumulaban porciones de hierba fuera de sitio, lo que llevó a que trasladar el balón a ras de suelo fuera una tarea muy comprometida para todos.
El equipo de Jardim se limitó en los primeros compases a situarse lo más ordenado posible, presenciando esas idas y venidas con atención. Sin embargo, no se olvidó de presionar y agarrado al buen pie de futbolistas como Grandsir o Aholou se acercó con peligro al área del Atlético. Antes tuvo que aparecer Oblak que su colega Benaglio, cuando el esloveno tuvo que estirar su cuerpo para desviar un buen disparo de Aholou, en lo que resultó una mera advertencia. Aunque la propuesta del Atlético invitaba a la predisposición al juego pausado, Saúl se extralimitó en sus funciones cuando trató de controlar con el pecho un balón dentro del área que le robó Falcao para enviarlo al corazón del área, donde Correa no supo despejarlo y Grandsir lo envió al fondo de la portería.
Ceder ocasiones
Si algo caracteriza el comienzo de temporada del Atlético es la inusitada facilidad con la que propicia situaciones de gol en su portería. Ese muro con distintos niveles que acostumbraba a contener cualquier llegada es hoy una enorme gatera por la que cualquiera se asoma sin preguntar. No variaron su idea los rojiblancos, que mantuvieron las rotaciones sobre el centro del campo como mejor cantera de jugadas ofensivas. Koke y Rodrigo dieron ritmo al juego y obligaron al Mónaco a abandonar las posiciones preestablecidas y arriesgar en la conquista de espacios nuevos. Se le descuadraron los planes definitivamente al equipo de Jardim cuando el Atlético ejecutó con una maestría incuestionable una de las jugadas de ataque más veloces del encuentro. Tres pases rápidos, de primeras, al pie y con la fuerza justa entre Juanfran, Koke y Griezmann derivaron en un mano a mano de Diego Costa con Benaglio que resolvió con enorme tranquilidad el hispanobrasileño.
Si los goles elevan el ánimo, lograrlo de una manera como esa exorcizó los fantasmas del Atlético, que ganó pulso y descaro a la hora de recuperar su autoestima. Se transformó el equipo de Simeone, que se afianzó sobre un césped que empeoraba con el paso de los minutos. Si bien su fútbol invitaba a la llegada a la portería de Benaglio en combinación constante, se agarró al balón parado para inquietar a un rival inferior en la materia. Y lo hizo además en un momento fundamental para golpearlo, en el último minuto de la primera mitad. Un córner lanzado por Koke lo cabeceó imponente Giménez consumando una remontada con efecto balsámico inmediato.
Recibió una transfusión de tranquilidad el cuadro de Simeone, que ejerció de hermano mayor durante el segundo periodo. Ese agigantamiento mental cuestionó al Mónaco, incierto a la hora de estirarse en ataque, solo con Falcao como referencia en ataque. Quedó a expensas de su capacidad para la autogestión el colombiano, peleado constantemente con Godín, al que trató de forzar un penalti que no convenció al árbitro escocés. Todas las aspiraciones de su equipo se disolvieron en un cabezazo de Glik en el tiempo añadido que no cogió portería y no inquietó a un Oblak y un Atlético que tras el sofocón inicial respiraron con alivio en un partido que terminó sin más sobresaltos.
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