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EL QUE APAGA LA LUZ
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pronto empieza la crisis en el Madrid

Las críticas han azotado al equipo blanco por el supuesto fracaso de empatar en San Mamés

Sergio Ramos, durante el partido ante el Athletic.
Sergio Ramos, durante el partido ante el Athletic.Vincent West (REUTERS)

Hubo un tiempo en el que empatar en San Mamés era gloria bendita. Para los equipos grandes, se entiende, que para los pequeños era el éxtasis. Antes de nada, véanse las estadísticas, que de cuando en cuando ayudan. El Madrid se ha enfrentado en Bilbao al Athletic en 88 partidos de Liga. Ha ganado 31. Peor le ha ido al Barça, que ha triunfado solo en 26 de sus 87 visitas. Quién lo iba a decir. Y algunas de las derrotas de ambos no se han producido en momentos en los que el Athletic era una bestialidad de equipo, tiempos de Zarra en blanco y negro, sino en otros en los que el conjunto vasco era un hazmellorar. Pues bien, a estas alturas de la vida todo eso importa entre poco y nada. El Madrid llegó el sábado a San Mamés y su conquista se redujo a un empate (1-1). Levántese en armas, pues, el madridismo ante tamaño desastre. El Madrid ha empatado en San Mamés. La tragedia está servida.

La llamada mejor Liga del mundo, que a ratos solo lo es de España (y no siempre), ha entrado en una dinámica en la que todo lo que no sea que Barça y Madrid ganen, jueguen contra quien jueguen, es un fracaso de ambos. Se dirá que tienen más poder y más dinero que el resto, cierto es. Pero en el fútbol todavía existe el elemento sorpresa y, aunque resulte extraño, sigue siendo un deporte en el que juegan dos equipos. El ninguneo al que se somete a cualquier rival con el que se midan los dos colosos, con la excepción del Atlético, es delirante. Y hablando del Atlético, acostumbra su técnico, Diego Pablo Simeone, a enfatizar sobre la diferencia de presupuestos entre Barça y Madrid y su equipo. No le falta razón al argentino en su quejoso discurso, aunque es llamativo que una y otra vez se le olvide destacar la diferencia de presupuesto entre su Atlético y, qué se yo, el Eibar, o el Rayo, o ponga usted el equipo que guste. En esas ocasiones sufre un repentino bloqueo Simeone, para quien las distancias monetarias entre su equipo y la plebe, por siderales que sean, son un asunto menor.

Pero estábamos con el tropiezo, por no decir desastre, por no decir hecatombe, del Madrid en San Mamés. Donde se encontró un Athletic enorme y, aun así, pudo ganar, lo que no logró por la formidable actuación de Unai, joven portero del Athletic, que paró lo que no está escrito. Pocas horas antes, en San Sebastián, el Barça había derrotado a la Real Sociedad (1-2), a lo que ayudó un fallo de Rulli, guardameta donostiarra. Ocurre que los aciertos de uno y el error de otro han provocado que el Barça se quede solo en el liderato y que el Madrid, ay, entre en una peligrosa deriva. Todo sería al revés si, pongamos, Unai no rechaza el misil que le lanzó Asensio y Rulli despeja el balón como se supone que lo hace un portero de categoría.

Dirá el siempre crítico lector que esto se parece mucho a lo de la abuela, las ruedas y la bicicleta. Correcto. Pero es que la tendencia a la exageración que nos invade comienza a resultar estomagante. Más todavía si al empate del Madrid en Bilbao se une el hecho de que Cristiano acabara con su sequía en la Juve y le marcara dos goles a esa máquina de jugar al fútbol llamada Sassuolo. Es entonces cuando tantos que tanto disfrutan en medio del apocalipsis subrayan lo mucho que ha perdido el Madrid con la baja de Cristiano. Y cuestionan, porque hasta ahora no habían podido hacerlo, el rendimiento de Bale, el jugador llamado a liderar este equipo, que en San Mamés tuvo una actuación gris que solo le dio para regalarle un prodigioso pase de gol a Isco. Es Bale ese futbolista cuya incidencia en el juego del Madrid es insignificante, como demuestra que en los últimos 10 partidos oficiales que ha disputado su contribución sea solo de 10 goles y tres asistencias. La última vez que Bale jugó un partido del Madrid sin participar al menos en un gol fue en la jornada 33ª de la pasada Liga, cuando el equipo, con él en el banquillo y liderado por Cristiano, logró un extraordinario resultado ante el Athletic: 1-1.

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