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El Moncayo tierno y benéfico empuja hasta la victoria a Wallays en fuga

Yates mantiene la ventaja de 25 segundos sobre Valverde antes del fin de semana en Andorra y sus dos etapas de montaña

Carlos Arribas
Jelle Wallays celebra su victoria en la 18ª etapa de la Vuelta a España.
Jelle Wallays celebra su victoria en la 18ª etapa de la Vuelta a España.ANDER GILLENEA (AFP)

El Moncayo sopla suave y benéfico y lleva a la Vuelta en volandas hasta Lleida, donde Sagan intenta un imposible y termina tercero. Con su ayuda, la fuga, un belga y un danés, amigos de las llanuras y los vientos abiertos, ha engañado al pelotón por centímetros. Levanta los brazos el belga.

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Maldice Sagan, quien cuando comprueba, en la última recta, que el pelotón en pleno no alcanza a la pareja, da un salto brutal y solo para alcanzarlos, y se agota antes de conseguirlo, en 300 metros. Tan rápido se corrió el último kilómetro de la etapa más rápida de la Vuelta, a 47 de media.

Es el triunfo de la inteligencia de Jelle Wallays, que podría sentarse, quizás, mañana por la mañana, con los que quieren ganar la Vuelta e instruirles a todos, al líder de rojo Simon Yates, y a los aspirantes, a Valverde, a Mas, a Superman. Y después les daría la salida, animándolos, vamos, os espera Andorra. Y allí vivirán viernes y sábado la última aventura montañosa, donde los gemelos Yates viven desde hace tres años, ahorran impuestos y escalan montañas.

Wallays, clasicómano a quien en una larga fuga en la París-Tours el viejo Thomas Voeckler le transmitió toda la ciencia de la escapada, y como resolverla en los últimos metros, y tan bien lo aprendió que le ganó al francés en la última recta, les puede explicar, como explicó a la prensa, que para ganar como quieren ellos, primero no hay que tener miedo a perder, como no lo tuvo él, que ni miró para atrás, ni tembló, cuando ya oía al pelotón lanzado rabiando en su nuca, y su compañero, el danés Bystrom, se lanzó alocado, alarmado, que nos cogen, que nos cogen, temiendo perder todo, y lo perdió. “Regula tu esfuerzo, concéntrate en lo que quieres hacer y olvídate del mundo”, me aconsejó Voeckler, explica Wallays, quien dos veces salió esta Vuelta en la película de la etapa: una, como participante en la fuga de la primera montaña, la Sierra de Alfaguara, allí donde, el cuarto día, Nairo le dijo que le esperara a Valverde, partido a la caza del primer ataque de Simon Yates. Y Valverde frenó y le esperó. La otra, atravesando la meseta zamorana hacia Fermoselle, cuando delante de él, de Wallays, se desplomó Petilli y el belga se tropezó con su bici y fue al suelo.

La frialdad y la paciencia de Wallays para dar a Bélgica su primera victoria esta Vuelta le valdrán a Valverde, quien, a 25s del inglés en la general, puede ganar la Vuelta con un ataque corto y final hoy en La Rabassa, única subida del día, y unas bonificaciones. Tendrá libertad para hacerlo. Pasadas las semanas, Valverde ya se puede hacer el sordo ante las peticiones de Nairo, quien prometió, de todas maneras, no importunarlo más.

Mas y López, a casi minuto y medio en la general, necesitarán un consejo de más largo aliento, y una etapa más dura, como la final de mañana, por ejemplo.

Y el triple campeón del mundo, o sea, Sagan, tras tres segundos puestos y dos terceros en lo que va de Vuelta tendrá que esperar hasta el domingo para ver si en Madrid los vientos, los astros o lo que sea se alían por fin con él.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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