El Valladolid regresa a Primera a ritmo de Rocky
El Valladolid retorna a Primera con la figura de su entrenador Sergio como el hombre que reactivó el fútbol en Pucela
A tres semanas de que lo haga Leo Messi, varios camiones se mueven por el José Zorrilla, ahora un rectángulo de tierra excavado para renovar el drenaje y sustituir el césped. Por primera vez en diez años, la noche del 25 de agosto, contra el Barcelona, el Valladolid, recién ascendido a Primera, estrenará hierba. Y más cosas. El estadio, patas arriba, es un trasiego de operarios que suben y bajan, sobre un rumor de fondo de golpes y zumbidos. Se rehacen zonas de prensa, se construyen despachos y en un vestíbulo se amontonan las taquillas del vestuario, también en obras. Como la plantilla definitiva, que aún es un misterio. Con todo, por primera vez en su historia, el club tuvo que abrir el 4 de agosto una lista de espera después de alcanzar los 20.000 abonados, casi la mitad gratis por una promoción del curso pasado.
Como casi toda ilusión, visto desde fuera, el Valladolid parece un cascarón vacío. Al acabar la temporada, el Getafe se llevó a Jaime Mata, su jugador más determinante (35 goles y 7 asistencias), y ha sido el último club de La Liga en anunciar su primer fichaje: hasta el 26 de julio no confirmó la cesión de Ivi. Pero conservan al entrenador, el exfutbolista Sergio González (Hospitalet de Llobregat, 41 años), al que atribuyen el prodigio de un ascenso inesperado. “Cuando llegó, era impensable, el equipo estaba en depresión”, recuerdan en el club.
Sergio aterrizó en Valladolid a mediados de abril para sustituir a Luis César, en medio de un clima tenso y desesperado, y bajo la desconfianza general hacia él, que llevaba dos años en paro. Quedaban ocho partidos y, pese a que solo se encontraban a tres puntos del playoff de ascenso, lo veían lejísimos. “El grupo había llegado al límite”, recuerda el capitán Javi Moyano (Jaén, 32 años), “a un bloqueo. Era algo mental”. Sergio también lo vio: “Queríamos que se soltaran. El futbolista suelto puede sacar lo mejor de sí, pero encogido no. El mensaje fue que si al final el resultado es negativo, ya pensaremos en él más tarde, vamos a disfrutar del partido”, dice el técnico. “Pensábamos que ese era nuestro límite y él nos hizo ver que somos capaces de todo”, añade Moyano. Para eso, Sergio apenas tuvo que desplegar su manual de motivación, inspirado en la saga de las películas de Rocky. Solo la canción Eye of the Tiger, reproducida en el vestuario antes de salir a los partidos. “Me gusta porque es una música que activa”, explica Sergio. Las cosas empezaron a rodar enseguida, pese a la derrota contra el Sporting en el primer partido. “Les mostramos imágenes de las muchas cosas que habíamos hecho bien”, dice Sergio, “y luego el equipo creció y creció, se autoalimentaba”.
El técnico no necesitó echar mano de los vídeos que tiene preparados con secuencias de las entregas de Rocky. “Ojalá no tenga que utilizar ninguna de cuando Rocky entrena y no acaban de salirle las cosas y quiere dejar el boxeo. Pero también tengo momentos en los que al final se motiva y logra su objetivo”, explica.
El último escalón lo subieron impulsados por un arrebato después de otra derrota. En la penúltima jornada perdieron en Zaragoza un partido en el que les pitaron dos penaltis en contra. Todo partió de Moyano, que lo recuerda así: “Hacemos una señal para que todo el mundo se junte. El mensaje en esa piña fue que no pasaba nada. Había un sentimiento de rabia, pero no había que liberarla, esa rabia había que contenerla, porque había que utilizarla siete días después”.
Mañana es hoy
Sergio también recuerda ese momento como algo decisivo: “Se juntaron ellos, por iniciativa propia, y nos llamaron a nosotros, al cuerpo técnico, el fisio, el utillero. Aún me emociono. Ahí se conectó todo”. Tras ganar a Osasuna en la última jornada, el equipo arrolló al Sporting en la primera eliminatoria del playoff, se deshizo luego del Numancia y se plantó en Primera con todo por hacer, pero con Sergio.
“Será una temporada muy dura”, anticipa Moyano. El Valladolid contará con el menor presupuesto de la categoría, con una fracción comprometida para saldar parte de los 20 millones de euros de deuda con Hacienda. Un histórico del club como Onésimo, exjugador y extécnico que ha visto ascensos descensos y concursos de acreedores, lo entiende perfectamente: “Es fundamental la estabilidad. Con ingresos grandes de repente, si no eres listo, caes en lo de antes. Los que queremos al Valladolid lo que deseamos es que persista”.
El club no se despista. Los armarios que reposan en el vestíbulo no esperan al camión de la basura. Cuando termine la reforma del vestuario, volverán a su sitio. Y también Sergio, que volverá a poner allí Eye of the Tiger. Conoce las limitaciones y asume que hasta la cuarta jornada no sabrá con qué jugadores cuenta. No mira mucho más allá, guiado por una escena de la tercera entrega de Rocky que recuerda a menudo: “Él tiene que entrenar en la playa, y dice ‘mañana’. Y Apollo le responde: ‘Hoy es mañana’. Esa frase para mí es vital”.
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