María Pérez, la victoria de una guerrera de Orce
Campeona de Europa a los 22 años, la granadina siguió en Berlín la máxima de Hortelano: "Siempre hay que ir a por el oro"
Una carrera de libro, una clase magistral de estrategia… Elogios de un mánager para el oro logrado por María Pérez en el corazón de Berlín, finísima, como la dulce melodía de un Stradivarius alemán, 22 años, “una guerrera”, la corona su entrenador. Venía de ganar una batalla complicada justo antes de los Campeonatos. “Tuve una lesión en el cuádriceps que me obligó a parar. Tuve que hacer piscina, que no me ha gustado nunca, pero aun así era capaz de meterme una hora a nadar. Sabía que si quería venir al Europeo tenía que recuperarme bien sin hacer marcha. Al final, lo he conseguido. Esta mañana le he dicho a Jacinto que no se preocupara, que iban a salir las cosas muy bien. Y al final, así ha sido”. Oro europeo, lección magistral.
María Pérez nació en Orce, Granada. A los 11 años empezó a entrenar con Jacinto Garzón, el responsable de la nueva generación atlética de marchadores de Guadix, un pueblo con una arraigada tradición en marcha del que han salido grandes campeones como Manuel Alcalde o Paquillo Fernández, quien creó afición antes de caer suspendido por dopaje. El mismo Jacinto era marchador. Descubrió a su pupila cuando un maestro del colegio al que iba en Galera, Granada, lo llamó y para que fuera a verla porque tenía potencial. “Ella ha destacado sobre todo porque tiene un talento competitivo importante. Se veía que le gustaba, que disfrutaba de la competición y tenía muy buena técnica”.
Mucha gente le dice a Pérez que se parece a Annarita Sidoti, la mítica italiana, pequeñita como ella, que fue campeona del mundo de los 10.000 metros marcha en Grecia 1997. “No sé si me parezco a ella o no. Mi referente es Beatriz Pascual, he compartido muchos momentos con ella y creo que físicamente me puedo parecer mucho más a Beatriz y a María Vasco. Vi carreras de ella antes de la competición”.
A María Pérez a veces hay que frenarla, tal es su carácter, su determinación. Tenía tan claro que quería dedicarse plenamente a la marcha que a los 15 años decidió irse a vivir a Guadix. Una adolescente que se emancipó antes que los demás. Sus padres, que también vieron su potencial, estuvieron de acuerdo y Pérez se trasladó primero a casa de Jacinto Garzón. Después compartió piso con otros atletas y ahora vive allí sola. “Tuvo que madurar antes de tiempo para apostar por el atletismo y los estudios a la vez”, recuerda Garzón rodeado del equipo de marcha que celebra el doblete europeo en Berlín. El apoyo de su entrenador ha sido fundamental. Ambos tuvieron claro que en paralelo a su carrera deportiva había que estudiar para tener un futuro el día de mañana. Hizo un grado superior en Educación Infantil en Baza. Iba a clase por las mañana y entrenaba por las tardes. Por eso tuvo unos años en los que su rendimiento no fue el máximo. Ahora, desde 2017 estudia Educación Infantil a distancia con una beca en la UCAM. Eso le ha facilitado los entrenamientos.
Su progresión ha sido lineal. María Pérez ha ganado todo lo que se puede ganar a nivel nacional. Campeona de España en prácticamente todas las distancias. El año pasado fue subcampeona de Europa sub23 en los 20 kilómetros marcha con 1h 31min 39s. En el Mundial de Londres obtuvo el décimo puesto mejorando en casi dos minutos su marca (1h 29min 37s) pero ha sido en estos Campeonatos Europeos donde ha dado un salto cualitativo importante. Su registro de 1h 26min 36s no solo supone un nuevo récord de España y del Campeonato, sino que la coloca como cuarta mejor atleta del mundo esta temporada en los 20 kilómetros marcha.
El oro de Berlín, tan rápido, había rebasado las expectativas de su entrenador. No hubo que frenarla, supo en todo momento lo que había que hacer: “La carrera, al final, ha sido aguantar a las favoritas. Tanto mi mánager, Alberto, como mi entrenador, Jacinto, y yo sabíamos que aguantando a Palmisano [la italiana] y a Drahotova [la checa] sería medalla. Cuando he visto que las demás se quedaban y que nos quedábamos las tres sabía que tenía la medalla asegurada, no sabía cuál era, pero hablando ayer con Bruno Hortelano, decía: hay que pensar siempre en ir a por el oro”.
María aguantó hasta los últimos 5 kilómetros para lanzar el ataque final que le ha dado el oro europeo y le ha permitido hacer la última vuelta al circuito como si fuera la vuelta de honor, con los brazos levantados ondeando la bandera de España. Cumplió con el plan precavido de su entrenador, toda una vida con él. “Para mí, es como mi padre. Sabe cómo estoy, los tests que habíamos hecho eran perfectos, el trabajo que habíamos hecho con los fisiólogos era perfecto. Sabíamos que era capaz de conseguir cualquier cosa”
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