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La duda amarga de Álvaro de Arriba

El salmantino no aguanta el tirón de Bosse y queda séptimo en una prueba que ganó el polaco Adam Kszczot

Álvaro de Arriba, durante las semifinales de los 800m masculinos en Berlín.
Álvaro de Arriba, durante las semifinales de los 800m masculinos en Berlín. SRDJAN SUKI (EFE)

Es peor la duda que la realidad. El francés Pierre-Ambroise Bosse rompió los planes de Álvaro de Arriba, que después de la semifinal había trazado un plan: la carrera decisiva se decidiría en los últimos 200 metros y habría que correrlos en menos de 25 segundos para ganar. Iba el salmantino a por el oro, preocupado más que nada porque no le pasara lo mismo que en el Mundial de Birmingham. Allí el líder del equipo no era el vendaval Ordóñez que este año ha dejado atrás a keniatas, al campeón del mundo, y ha batido dos veces el récord nacional, no. En Birmingham el líder era él y un resfriado le impidió rendir al máximo en la final. “Tendré que tener cuidado con el aire acondicionado aquí en Berlín”, bromeaba pero muy en serio De Arriba.

Llegaba físicamente bien, se había entrenado en altura en mayo en Sierra Nevada, había corrido en 1min 44s 99 en Huelva, en junio, dio una exhibición en los Juegos del Mediterráneo, en Tarragona, cabreado porque no lo habían dejado ir a la Diamond League de París. Y ayer, en la cita más importante del año salió delante, entre los cuatro primeros, sin arriesgar. Pero sonó la campana y el francés Pierre-Ambroise Bosse, que no se toma la vida muy en serio pero planifica muy bien las carreras, lanzó un ataque, a ver si el factor sorpresa le rompía los esquemas también al favorito, el polaco Adam Kszczot. “A falta de 420 metros ha atacado el francés y no me lo esperaba. Me ha pillado por sorpresa y en ese momento me he bloqueado mentalmente”, explicaba de Arriba, decepcionado.

En la contrarrecta era quinto, pero no pudo salir y los pensamientos negativos le nublaron la visión, y la capacidad de reacción. “Esto no me había pasado nunca, soy un atleta capaz de reaccionar a cualquier cambio, los rivales los conocía a todos, he corrido con ellos durante todo el año y los he ganado en otras carreras”.

Físicamente se había encontrado muy bien pero en un 800 metros un segundo de duda es despedirse de la carrera. No hay tiempo para enmendar el error. “Físicamente me he encontrado muy bien, recuperé, salí muy cómodo, las fuerzas no me fallaron en ningún momento, ha sido la cabeza la que me ha bloqueado, esos dos o tres segundos de duda. En la última recta he corrido más por inercia que otra cosa pero eran todo pensamientos negativos y cuando la cabeza no responde al cien por cien, aunque el cuerpo esté perfecto, es complicado. Estoy decepcionado conmigo mismo”.

Álvaro de Arriba terminó en séptimo puesto con una marca de 1min 46s 41, por detrás del francés Pierre-Ambroise Bosse (1m 45s 30), el sueco Andreas Kramer (1m 45 03) y el coloso, el polaco Adam Kszczot (1m 44s 59).

Antes de la carrera, mientras el técnico del salmantino mostraba su seguridad de que su pupilo quedaría mucho mejor que en la final del anterior Europeo, en Amsterdam, en año olímpico, donde también fue séptimo, Uriel Reguero, el entrenador de Saúl Ordóñez, reflexionaba sobre la crueldad del 800m, una carrera en la que el menor error táctico es definitivo, a diferencia del 1.500m, donde hay más posibilidades de maniobrar, y en la que el cronómetro es riguroso en extremo. “No es lo mismo una carrera corrida a fuego desde el primer metro, como en los mítines, como en el que Saúl Ordóñez logró el récord de España (1m 43,65s), que una de campeonato, en la que la velocidad depende muchos factores. Saúl habría pasado a la final si su semifinal hubiera sido más rápida, en 1m 44s, porque muy pocos en Europa están en esos registros; pero hay muchos en 1m 46s...”.

Era una forma de intentar explicar porque el 800m español, que llegaba con las mayores expectativas, se va de Berlín con la sensación de haber dejado pasar una gran oportunidad. “Pero el año, de todas maneras, ha sido magnífico”, terminó.

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