Guardiola suma y sigue
El Manchester City vence con suficiencia al Chelsea en la Community Shield y el técnico catalán logra el título número 24 de su carrera como entrenador, el tercero con el equipo inglés
Dos goles de Agüero y una faena de aliño le sirvieron al Manchester City para llegar al tercer título de 2018, los tres que suma Pep Guardiola en su palmarés desde su llegada a Inglaterra hace dos veranos. Y ya va por 24 entorchados (obtuvo catorce con el Barcelona y siete en su periplo con el Bayern) el técnico catalán, empeñado en evolucionar su libreto. Contra el Chelsea no necesitó la pelota para dominar el partido y lo decantó en dos tantos que retratan el nuevo paradigma: recuperación de la pelota, centelleante transición y golpe al rival. Con eso y con la marca de la casa, la pericia en el manejo de la pelota cuando es necesario buscar superioridades a través de ella, se viste el Manchester City y de paso pone en el escaparate lo que los expertos en moda denominarían tendencia. Guardiola ya hace mucho que alcanzó la condición de arquetipo.
Chelsea, 0 - Manchester City, 2
Chelsea: Caballero; Azpilicueta, Rüdiger, David Luiz, Marcos Alonso; Fàbregas (Drinkwater, min. 59), Jorginho, Barkley; Pedro (Moses, min. 79), Morata (Abraham, min. 69) y Hudson-Odoi (Willian, min. 59). No utilizados: Bulka y Christensen.
Manchester City: Bravo; Walker, Stones (Gomes, min. 90), Laporte (Otamendi, min. 87), Mendy; Foden (Brahim Díaz, min. 76), Fernandinho, Bernardo Silva; Mahrez (Gabriel Jesus, min. 68), Agüero (Kompany, min. 80) y Sané (Gündogan, m. 45). No utilizado: Ederson
Árbitro: Jonathan Moss. Sin amonestaciones
Goles: 1-0. min. 12. Agüero. 2-0, min. 58. Agüero.
Wembley. 72.724 espectadores
La demostración del vigente campeón de la Premier choca con la duda de la pobre demostración de su oponente. El Chelsea está en obras, de Conte a Sarri en la pizarra, que no es poco. Para empezar la celebrada y laureada idea zaguera de tres centrales está en boxes mientras rueda algo similar a lo que conduce el City. Debe hacerse con esos mandos el equipo londinense. Ocurrió además que las apreturas del calendario propiciaron que bastantes futbolistas de ambos equipos tuviesen que ver el partido desde su retiro vacacional. La pelota no deja de botar y encadena temporadas sin solución de continuidad. Pero los actores deben descansar. Hazard, Kanté, Courtois e incluso Giroud cambiarían la cara del Chelsea. De Bruyne, Sterling o David Silva la del City. Puede haber títulos, pero lo que se ve sobre el césped es un veraniego refresco descafeinado y la gente quiere traga: Wembley no nutrió todo su graderío y el ambiente en el estadio fue distraído, carente de la pasión con la que se suelen vivir los partidos en las Islas.
El ejecutor fue Agüero, pero simplemente le puso la rúbrica a un ejercicio coral. El City ganó al galope, pero empezó a cantar victoria cuando supo mover la pelota desde su portería ante la presión alta de su rival, un imposible a estas alturas y más con la solana de este agosto londinense. A los chicos de Guardiola no les importó que les apretase el rival. Lo recibieron, bajaron la pelota al piso y desde ahí encontraron siempre a sus interiores. Foden y Bernardo Silva interpretaron el partido como debían para abrir líneas de pase, pero además tuvieron la capacidad de romperlas con la conducción. El Chelsea siempre llegó un segundo tarde, siempre pareció cansado. Entre medias batallaba sin éxito en otros terrenos. Marcos Alonso sufrió para sujetar Mahrez. Morata no se hizo valer en su duelo contra los centrales del City. Fàbregas no encontró un socio en el fallón Jorginho y se fue al banco a la hora de juego.
Marcar a los doce minutos de partido le dio más aliento al City. También a Phil Foden, un millennial (nació en mayo del 2000) que le dio la opción de gol a Agüero. Ausentes De Bruyne y Silva, los interiores fueron decisivos para el Manchester City, detalle que alerta sobre los recursos que maneja. Pudo golear. No lo hizo, pero tampoco precisó de puntería para alzar su primer título de la temporada. Cerca de la hora de partido sentenció Agüero, pero jamás pareció que el Chelsea estuviese cerca del empate porque se desplomó y perdió incluso la pelota en la media hora final. A un cuarto de hora del final su gente empezó a abandonar el estadio. El epílogo, también la celebración fue tan desprovista de arrebato como lo fue todo el partido. Es una continuidad para Guardiola, que no deja de ganar, pero también un inicio para él y para el Manchester City, que empezará la Premier con la sensación de estar varios cuerpos por encima de sus rivales y con la idea de encontrar el punto de maduración preciso para hacerse valer en el continente.
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