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Una medalla española forjada en Italia

El esgrimista Carlos Llavador gana el bronce en el Mundial gracias a su preparación en la ciudad de Frascati

Alejandro Mendoza Arriaga
El esgrimista español Carlos Llavador en el Mundial de Esgrima 2018 en Wuxi, Shanghái.
El esgrimista español Carlos Llavador en el Mundial de Esgrima 2018 en Wuxi, Shanghái.ALEKSANDAR PLAVEVSKI (EFE)

El esgrimista español Carlos Llavador (Madrid, 1992) llegó al Mundial de Wuxi, Shanghái, con el objetivo de quedar entre los ocho primeros puestos de la especialidad de florete individual. Terminó colgándose la medalla de bronce, tras caer el martes en la semifinal contra el británico Richard Kruse, por un marcador de 11 toques a 15. El resultado acabó con la sequía de nueve años de la esgrima española, que había visto una presea mundial por última vez en 2009, cuando José Luis Abajo obtuvo el bronce en Antalya, Turquía.

El podio de Llavador ya figura en el medallero español, pero en realidad su victoria se forjó en la ciudad italiana de Frascati, a unos 20 kilómetros al sudeste de Roma. Este pequeño enclave en las Colinas Albanas alberga a Frascati Scherma, una de las asociaciones de esgrima más grandes e importantes de Italia, la potencia mundial de este deporte. Desde febrero, este club es el centro de entrenamiento de Llavador, que decidió migrar al concluir la universidad para “intentar ser un profesional de la esgrima”, según contó ayer desde Shanghái.

“En el grupo de Frascati, todos somos profesionales y entrenamos mañana y tarde de lunes a viernes”, detalla. El equipo apenas llega a los 20 miembros, pero el alto nivel de exigencia se traduce en que el 90% de ellos consigue al menos una medalla internacional en un año. Todos son gente dispuesta a “sacrificar muchas cosas” para conseguir esas medallas, afirma el tirador madrileño, que considera estos esfuerzos como una de las claves para el éxito deportivo. “Hay potencias que llevan muchos años invirtiendo, teniendo grupos de entrenamiento y maestros de altísimo nivel que hacen que sea más fácil obtener resultados”, justifica Llavador.

Más allá de su beca Podium —otorgada por Telefónica y el Comité Olímpico Español— y de los apoyos para viajar a las competiciones que recibe de la Real Federación Española de Esgrima, Llavador se lamenta de que en España no se pueda entrenar este deporte a alto nivel. En su caso, lo practica desde los ocho años, luego de una sesión en el colegio que le enganchó de por vida. Sin embargo, opina que es difícil que la gente se prenda de esta disciplina porque los deportes mayoritarios acaparan casi todo el espacio: “Siempre se habla de los mismos deportes y la gente no oye de la esgrima, por eso no le gusta. En consecuencia, hay menos inversión y menos resultados”.

Como muestra de esta escasa difusión, el tirador madrileño habla de la errónea percepción del público respecto a la exigencia física que requiere la esgrima. Los constantes desplazamientos hacia adelante y hacia atrás y la posición semiflexionada durante tres asaltos —que pueden sumar hasta nueve minutos de duelo— demandan una buena condición. “El físico es un factor importante, porque afecta la toma de decisiones, pues aunque estas sean correctas, si no logras ejecutarlas con la velocidad necesaria, el rival consigue pararte”, explica Llavador.

Es por esto que en Frascati Scherma dedican las mañanas a entrenar la técnica y las tardes a desarrollar el físico. “No se necesita estar muy musculado, pero sí estar equilibrado, súper potente y coordinado”, instruye el esgrimista. Esta preparación, además del bronce en Wuxi, le ha permitido colocarse como el decimotercer tirador del mundo, y de paso consolidar su propósito de convertirse en profesional. “En un futuro, me gustaría montar mi propio club. Quiero que España sea la envidia de Italia en algún momento de la historia”, se propone Llavador.

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Sobre la firma

Alejandro Mendoza Arriaga
Redactor de Escaparate y también ha pertenecido a las secciones de Cultura y Deportes. En México, trabajó y colaboró en diversos medios culturales, como Canal 22, La Digna Metáfora y la revista N3RVIO. Es licenciado en Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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