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El Tour llega el domingo a Roubaix: ¡ay de los vencidos!

Landa, Valverde y Nairo disputan las primarias del Movistar en la etapa de los 15 tramos de pavés, diseñada para hacer daño y sangre

Landa, Nairo y Valverde el pasado 6 de julio.
Landa, Nairo y Valverde el pasado 6 de julio. BENOIT TESSIER (REUTERS)

Desde hace años, en los intermedios del Tour, la televisión francesa emite repetidamente, cada media hora, un anuncio de una cadena de residencias de la así llamada tercera edad seguido por otro en el que se recomienda a los espectadores, residan o no en los alojamientos anteriores, hacerse un seguro de sepelios, porque nunca se sabe. Como ningún anunciante suele tirar el dinero varios años seguidos, se supone que ambos anuncios representan en sí un estudio sociológico sobre los segmentos de edad que mejor se lo pasan a la hora de la siesta viendo castillos desde el aire, jardines de Monet y paisajes que dejan con la boca abierta y, de vez en cuando, junto a franceses con bandera de Francia en las cunetas, a algún ciclista haciendo el gamba o dándose un tortazo a cámara superlenta.

Para todo ellos, estén donde estén, la etapa del domingo será un espectáculo demasiado atrevido: 15 tramos de pavés (21,7 kilómetros) por los caminos rurales de la París-Roubaix aterrorizan a los ciclistas y a sus equipos. Con ellos comienza el Tour de verdad.

“Ha sido una semana acumulando estrés, todo el tiempo pensando todo el mundo en la etapa del domingo”, dice Mikel Landa antes de salir hacia Amiens en la última etapa insulsa. “La verdad es que ya me habría gustado que fuera hoy mismo. Cuanto antes mejor”.

Después de una semana atiborrado de torporizantes, al seguidor más cercano del Tour, al fanático y al que lo sigue minuto a minuto, sin perder detalle y se enoja cuando las cámaras le dan al paisaje, le han salido colmillos de Drácula, y exige sangre. Huele la etapa del pavés, diseñada para hacer daño. En ella, el Movistar celebrará las primarias que empiecen a deshacer la tricefalia entre Nairo Quintana, Alejandro Valverde y Mikel Landa.

“¡Qué locura! ¡Qué locura!”, exclama Eusebio Unzue, el jefe del Movistar que no se ha bajado las manos de la cabeza desde que allá se las echó en octubre, cuando se presentó el Tour, y exige un clamor contra una etapa que define casi como Borges describía la lotería de Babilonia, que premiaba con dinero a un número y castigaba con la cárcel a otros 10. “En el ciclismo somos especialistas hacernos daño a nosotros mismos. Todo el trabajo de un año, la preparación, la inversión, las esperanzas, todo, nos lo vamos a jugar en una etapa de una especialidad en la que ninguno de los favoritos del Tour es especialista ni tiene el físico para ella… Sí, será una lotería en la que el único premio será salir vivo”.

Ríe con amargura Unzue cuando se le pregunta qué plan han trazado para sus primarias, quién acompañará a quién, qué ordenes obedecerán. Responde metafísico, en plan, ¿cómo se puede ordenar el caos?: “De qué valdrá que le diga a Rojas que vaya con Nairo por si se le rompe la bici, o a Amador con Valverde o Landa, y a Bennati, Soler y Erviti que estén atentos a todo, si el todo será incontrolable? ¿Pero sabe el Tour lo que es el pavés para meternos por ahí a todos?”

“Lo importante es que estén todos juntos todo el tiempo posible”, explica José Luis Arrieta, el director del Movistar, que habla como el padre preocupado por los hijos que se van a meter en un bosque oscuro. “Los omentos clave serán la pelea para entrar bien colocados en el primer tramo, a 110 kilómetros de la llegada, donde todo estará permitido, pues se ha justificado un gran ánimo de pelea, y la salida del tercero”.

Los policías han anunciado que usarán motos todoterreno para resistir el pavés y también los fotógrafos. La organización exige que los pocos coches que pueden pasar por el pavés dispongan de una placa de protección del cárter, para que no chorreen aceite. Todos los corredores estarán pertrechados con bicis especiales, doble cinta en el manillar, y tubulares más anchos y menos hinchados.

Además, cada equipo contará con un arma especial, su boleto de lotería.

Los del Quick Step, que son belgas, para asustar proclaman que llevan el pavés en el ADN, y Peter Sagan, el último ganador de la París-Roubaix, se ríe. Los del Sky de Froome, que son ingleses y la fe la depositan en la técnica, anuncian una revolucionaria suspensión electrónica para las ruedas traseras de sus Pinarello tan pocholas.

Nairo Quintana es campesino y colombiano y cuando posa para la revista colombiana Bocas dialoga con la vista y con los gestos con una oveja del campo que pace feliz. Después, le dice a quien le entrevista, Mauricio Silva, que le reza a la Virgen de los Milagros. “Empiezo: ‘Virgen santísima del milagro. Madre, la más amable y compasiva…”, le dice. “Y termino, después de que le pido: ‘Estas gracias espero alcanzar de ti, a fin de que pueda verte y gozar de ti por toda la eternidad. Amén”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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