Sara lleva a Rusia la lucha para que las mujeres iraníes puedan ir al fútbol
Una de las activistas que reclaman el derecho a entrar en los estadios de su país cuenta su larga reivindicación
El cansancio se refleja en el rostro de la iraní Sara, que se presenta bajo este nombre falso para evitar un castigo que puede alcanzar los cinco años de prisión. Llegó a Moscú a última hora de la noche del lunes procedente de San Petersburgo, donde Irán se impuso a Marruecos (1-0). “La mitad de los aficionados iraníes eran mujeres, hablé con algunas de ellas y estaban entusiasmadas por poder ir al fútbol”. Sara es una de las activistas desplazadas desde su país que reclaman el derecho de las mujeres iraníes a acudir a los estadios en su propio país. A las extranjeras sí les está permitido.
La prohibición data de 1980, un año después de que la revolución islámica elevara al poder al ayatola Jomeini. “Antes las familias podían ir juntas a los estadios. Después, comenzó la guerra con Irak y no era tiempo de manifestaciones. Cuando hubo algo de estabilidad, se retomó la reivindicación”, relata Sara.
La cita estaba prevista en la Plaza Roja de Moscú, pero el calor la lleva a elegir una cafetería próxima al simbólico epicentro moscovita. Parece agotada, pero siente que su periplo hasta Rusia para hacer buena su reivindicación y las de muchas mujeres persas comienza a dar resultados. La FIFA anunció hace dos días que se permitirán las pancartas con las que Sara y sus compatriotas, algunos de ellos hombres, reclaman la libertad de las féminas para acudir al fútbol en Irán. “La FIFA prohíbe los mensajes políticos, pero esto no es una cuestión política, es una cuestión de derechos humanos”, aclara convencida.
Sara considera este guiño de libertad como un primer gol ante el exceso de prudencia diplomática de la FIFA. “El presidente Gianni Infantino estuvo en marzo en Irán y él sabe que la prohibición es un hecho discriminatorio. Era un gran momento para haber dicho algo, pero no dijo nada. Habló con el presidente iraní Hasan Rouani y este le aseguró que en un futuro las mujeres podríamos entrar, pero no se estableció una fecha. Las autoridades no quieren que esto salga adelante porque piensan que detrás de esta reivindicación luego vendrán otras”.
Infantino estuvo en Irán para presenciar el pasional derbi de Teherán entre el Persépolis y el Esteghlal. Decenas de mujeres intentaron entrar al campo disfrazadas de hombres y fueron detenidas al ser detectadas por la policía. “Fueron arrestadas, aunque luego afortunadamente las liberaron. Les hicieron firmar un papel en el que se comprometían a no volver a hacerlo y les advirtieron de que si volvían a ser detenidas las consecuencias serían peores”.
Bufandas blancas
ara guarda en su memoria la única vez que desde 1980 sus compatriotas femeninas pudieron asistir a un partido de fútbol. Fue en junio de 2005, en un encuentro de clasificación para el Mundial de Alemania bajo la presidencia del reformista Jatamí. “Había elecciones y nos dejaron entrar, pero solo para ver la mitad del partido. Ahí comenzamos un movimiento de protestas llamado bufandas blancas porque nos quitaron las pancartas. Después, con la llegada al poder de los conservadores decidimos que había que parar con las manifestaciones porque había muchas adolescentes y era peligroso. Entonces, comenzamos a utilizar las redes sociales”. Open Stadiums es la plataforma que vertebra el movimiento.
En este tiempo, Sara advierte otro triunfo: “Al principio, incluso los iraníes con un alto nivel de educación no consideraban un derecho de las mujeres poder ir al fútbol. Ahora, desde los más cultos a los menos piensan que lo es y este es nuestro mayor éxito”. Sara no se considera ni una forofa ni una groupie que persigue a las grandes estrellas del Mundial. “Cristiano y Messi son perfectos, pero mi pasión es descubrir otro tipo de jugadores de otas selecciones, como el portero de Islandia. Alucino con que sea director de cne”.
Mañana, España juega con Irán en Kazan y allí estará Sara con su pancarta reivindicativa.
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