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Perú juega y Dinamarca gana

El equipo de Gareca destila un fútbol de toque y velocidad pero carece de la genialidad de Eriksen y la puntería de Poulsen

Jordi Quixano
Eriksen trata de zafarse de dos rivales.
Eriksen trata de zafarse de dos rivales.Jan Kruger (Getty Images)

A Perú le sobra fútbol y le falta gol. Una penalidad terrible que le hizo ver Dinamarca, equipo que anda escaso de juego pero que cuenta con dos pilares que bien valieron el primer triunfo mundialista en Rusia. Uno es el portero Schmeichel, que desde hace tiempo está decidido a hacerle sombra a su padre –se ganó un nombre y el piropo colectivo bajo los palos del Manchester United-; y el otro es Eriksen, un artista del balón que con un metro de más la lía sin remisión. Perú se esmeró en no entregarle ese espacio, siempre con una tela de araña a su alrededor. Pero se despistó en una ocasión y el genio danés dio el último pase que definió el duelo, también la victoria nórdica.

Se presentó Perú al Mundial 36 años después, una larga y pesarosa espera para los aficionados y para los futbolistas porque, por ejemplo, ninguno de los que convocó Gareca había nacido cuando Naranjito representó a España 82. Pero Perú se reivindicó frente a Dinamarca porque expresó que su fútbol es delicioso, intenso, virguero y sobre todo trabajado, lejos de ser un equipo ramplón o de pelotazos, sin otra idea que la contra. Todo lo contrario. Resulta que este equipo sale desde atrás con la pelota controlada, encuentra rampas hacia el área rival con una facilidad pasmosa porque domina el ataque posicional como el de arrebatos, y chuta sin temor, aunque también sin puntería. Resulta que todo lo bueno se difumina en los metros calientes porque carece del pase definitivo y del disparo oportuno. Incluso desde los 11 metros.

Aunque los focos señalaron a la Foquita Farfán por ser el jugador más reconocido, el peligro de Perú se maduraba desde los costados. Por la izquierda corría el eléctrico Edison Flores, con tendencia a tirar diagonales para filtrar el pase por dentro o para probar el disparo; y por la derecha reclamó el protagonismo Carrillo, un jugador tan físico como habilidoso, incluso técnico porque veía huecos donde nadie los apreciaba, como ese pase para Farfán que no acabó de completar porque Kjaer, que impuso su físico y su jerarquía en todo momento, hizo un barrido a tiempo para desviar el cuero a córner. Carillo, como Yotún con anterioridad, también probó el chut teledirigido, pero Schmeichel, en una palomita sensacional logró sacar la manopla a tiempo. Mucho fútbol e intensidad que no encontraba su premio hasta que Cueva, el fino mediapunta del São Paulo, se marcó un baile con el balón atado a las botas para descontar a tres rivales y ser abatido en el área. No validó el penalti el colegiado hasta que medio minuto después el VAR le indicó lo contrario. Cueva, encargado de ejecutar el penalti, con una liturgia demasiado exagerada porque hizo pasos laterales y una paradinha antes del golpeo, mandó la pelota a las nubes. Pifia que le hizo llorar mientras enfilaba el túnel de vestuarios en el entreacto.

Poco se sabía de Dinamarca, que hizo buena esa camiseta burlona que corre por Rusia durante estos días y donde se indica el plan a seguir por la selección. La ecuación decía: saque de centro, balón a Eriksen. Y se dividía en dos: ¿Es gol?, saque de centro y balón a Eriksen; ¿no es gol?, balón a Eriksen. Pero la fórmula no pareció funcionar en el primer tiempo, descolocada Dinamarca ante la efusividad rival, negado el 10 porque no encontraba su espacio. Así, la táctica danesa fue incluso más simplona porque Kjaer lanzaba desde atrás al desmarque y carrera de Jorgensen. Les salió en una ocasión, cuando el punta aguardó a la llegada de Sisto y le cedió el esférico; cuando el extremo dribló a dos contrarios pero al armar el disparo llegó Ramos para evitar el festejo rival. En la segunda parte, sin embargo, cuando el oxígeno ya no le llegaba a Perú, Eriksen pidió la pelota. En ocasiones, ponía la pausa para rebajar la efusividad contraria; en otras, sin embargo, metía una marcha más y aceleraba el juego, sobre todo en las contras. Y en una de esas, leyó el desmarque de Poulsen y le metió un pase entre dos contrarios para que el delantero, ya frente al meta, hiciera el tanto con un pase a la red.

No se amedrentó Perú, que siguió a lo suyo con su fútbol de toque y velocidad. La tuvo Flores pero Schmeichel respondió de fábula, por lo que a Gareca no le quedó otra que recurrir al héroe y capitán, a un Paolo Guerrero que estaba sancionado por dopaje pero que ganó un salvoconducto para Rusia porque así lo determinó la justicia suiza (en contra de la FIFA y el TAS) y así lo reclamaron las selecciones rivales. Salió el 9 y apenas unos segundo más tarde ya giraba el cuello para conectar un remate de cabeza, para volver a alabar a un Schmeichel inconmensurable. Pero no había tutía y así lo confirmaron Advícula, Cuevas y quien lograra disparar. Lo intentó Guerrero de tacón y se contentó con hacerle cosquillas al poste, pero por fuera. Y lo pretendió Farfán a bocajarro pero el portero, una vez más, la repelió con el pie. Nada que hacer porque a Perú le sobra fútbol y le falta gol. También un Eriksen que decida los partidos.

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