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Playoffs Ascenso a Primera - semifinal - jornada 1
Numancia
Numancia
Guillermo 5'
1 1
Finalizado
Real Zaragoza
Real Zaragoza
Zapater 4'

Nada acabó entre Numancia y Zaragoza

Los maños sacan un empate (1-1) en su visita a Soria y partirán con una leve ventaja en el duelo de vuelta el próximo sábado

Juan L. Cudeiro
Pombo, del Zaragoza, disputa la pelota a Markel Etxeberría, del Numancia.

Un partido cerrado dejó un empate y una eliminatoria abierta entre Numancia y Zaragoza, con ventaja para los maños de cara a la decisión del próximo sábado en La Romareda. Un empate sin goles o la repetición del marcador del duelo de ida (1-1) le daría el pase a la final por el ascenso a Primera División. Cualquier igualada a más de dos goles clasificaría al Numancia. Obviamente si alguien resulta ganador en ese partido habrá cantado victoria.

Todo tiene pinta de que estará peleado hasta el final. Lo estuvo el primer acto, un partido que se descorchó como si fuese champán francés, pero al descanso ya sabía como un vino peleón. A los cuatro minutos ya habían marcado ambos equipos y pareció todo tan sustancioso que de pronto entró el vértigo. Hay ya bastantes precedentes que indican que estos partidos de promoción de ascenso son terreno vetado al riesgo y lo lúdico, duelos tensionados sin profusión de alegrías. Y todo había empezado con fuegos artificiales, con dos goles de bandera. El primero lo marcó el Zaragoza, un libre directo que el experimentado Zapater embocó por la escuadra, un diestro que hizo magia en el perfil adecuado para un zurdo. La respuesta del Numancia fue tan rabiosa como orfebre, un torrente de paredes y taconazos que abrió una autopista a la espalda del lateral Lasure para que Unai Medina entrase como cuchillo en mantequilla y rematase al palo. El rechace lo dirigió a la red el delantero Guillermo.

Ahí se paró el partido. El Zaragoza llegó a Soria con la idea de al menos no perder y marcar y ya estaba en ese escenario, el Numancia quiso tomar la pelota, pero sin barroquismos y sin pericia en los últimos metros. Un punto más de retórica tuvieron los maños, pero sin que les sobrase lucidez, con el recurso último de buscar a Borja Iglesias para que aguantase la pelota y a partir de él subir líneas. Apuntó algo más de peligro el Zaragoza que su rival porque tras su delantero bullían Pombo y Papu, dos agitadores, el primero enfocado a la batalla, el segundo más fino y con colmillo, un dolor de cabeza para la zaga del Numancia.

Papu pidió un penalti al filo del descanso, una acción complicada de arbitrar hasta con cámaras porque en la fricción con Carlos Gutierrez medió también exageración e interés de irse al suelo por parte del mediapunta georgiano del Zaragoza. Todo acabó con una tarjeta amarilla para él, también con la sensación de que tenía alguna de las llaves que podían abrir el partido. Las que manejaba el Numancia se vieron tras el receso con mayor nitidez, insistencia y velocidad en los últimos metros. Con ese plan se hacía notar Unai Medina, que pudo marcar al poco de empezar la segunda parte. Pero al filo de la hora de partido ya se evidenciaba otro detalle que acompaña a este postre de la segunda división: estamos ante partidos decisivos que llegan tras una temporada extenuante de 42 partidos.

Bastantes jugadores están al límite físico. Papu se fue al banquillo con veinte minutos por jugar. Nada mejor que piernas frescas para interpretar lo que sugiere la mente. Las maniobras de los entrenadores se dirigieron a dotar a sus equipos de mayor aliento y más profundidad. Vano intento. Nada acabó en el minuto noventa.

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