Cardiff descorcha San Mamés en una final agónica
Los Blues logran el segundo título continental del rugby galés y se llevan la Challenge Cup con una remontada in extremis (31-30)
Cardiff Blues ha exhibido el orgullo galés en una de las plazas que mejor puede comprenderlo. La Challenge Cup –la segunda competición europea– se marchó contra pronóstico a la tierra del dragón gracias a una remontada contra las circunstancias. Los Blues logran así el segundo título continental para su país después de levantar la edición de 2010. Siete años de crisis permanente, de inestabilidad económica y huelgas de su plantilla, ahora tienen premio. Bilbao descubrió el poder del oval en la primera final europea que alberga un país fuera del Seis Naciones. Un duelo con un toque romántico porque Cardiff inventó hace 134 años ante Gloucester la alineación moderna cuando alineó por sorpresa a un cuarto jugador en la trasera.
Gloucester vuelve a ser subcampeón tras caer el año pasado ante Stade Français y mantiene la etiqueta de conjunto con expectativas incumplidas. El cuadro inglés llevó la iniciativa con su superior delantera. La de John Afoa; el antiguo All Black que se convirtió en uno de los mejor pagados de la Premiership dio la talla el día de su despedida. También el experto Mariano Galarza, que quizás pudo tener una mejor carrera con los Pumas. No eran secuencias arriesgadas pero sí tremendamente fiables, asegurando que el balón sería recogido en condiciones para seguir percutiendo.
Cardiff debía esgrimir defensa ante un equipo que anotaba 39 puntos. El plan era claro: entorpecer la circulación, robar y sumar puntos. El inicio fue pintiparado, con Josh Navidi de ladrón y Jarrod Evans pasando el primer oval entre los palos de San Mamés. Demuestra maneras el apertura de 21 años por el que suspira Gales. Tanto que ha desplazado a Gareth Anscombe al puesto de zaguero pese a su brillante Seis Naciones.
La siderurgia de Galoucester sacó del partido a Navidi en la jugada siguiente, la peor noticia posible: el flanker internacional y bastión defensivo con el brazo en cabestrillo. Owen Lane correría poco después la misma suerte. Y la iniciativa de los ingleses llegó inexorablemente al electrónico cuando Cardiff empezó a acusar el cansancio. Henry Trinder cazó en el ala la patada medida del apertura Billy Burns y, ya al filo del descanso, se asoció con su trasera para una secuencia brillante. El centro Billy Twelvetrees orquestó la estampida inglesa desde campo propio para la marca de Mark Atkinson y añadió una patada a palos con el tiempo cumplido. Cardiff tenía una buena montaña que escalar al intermedio (6-20).
No hubo tiempo para lamentos. Pese a las lesiones –y otras bajas como el emotivo Gethin Jenkins– es orgullo galés siempre acude al rescate. El diabólico Anscombe se echó el equipo a las espaldas y rompió la línea con dos patadas a seguir para que Tomos Williams aprovechara el caos y repitiera fórmula. El palo le ayudó con un bote favorable y llegó el ensayo que giró el partido. Cardiff defendía ahora con el balón y se aupó en la imponente presencia de sus centros, auténticos mercancías. Y Evans exhibió su porvenir con una magnífica patada junto a la banda para asistir a Garyn Smith, uno de los recambios, hacia la marca que les ponía por con un parcial de 17-0.
Gloucester replicó en un suspiro con un maul granítico, la plataforma que tan bien trabaja su entrenador Johan Ackerman como buen sudafricano. Esgrimieron su melé –solo han perdido una de 58 en el torneo– y placajes mayúsculos como el que sufrió Anscombe ante un Lewis Ludlow que llegó cual proyectil. Volvió a verse siete abajo Cardiff y se lanzó aguerrido a campo rival. Esta vez claudicaron los ingleses tras tanto esfuerzo ante un rival que ya había conquistado el porche. Ludlow dejó a su equipo en inferioridad al ver la amarilla por derribar un maul y Blaine Sculy ensayó por los pelos junto a la banda. Anscombre habría empatado el partido con la conversión, pero fue la única patada de la noche que no encontró palos. Quedaban entonces cuatro minutos pero el 15 se rehízo y rompió la zaga con una patada atinada. Glouecester llegó al placaje pero faltaron apoyos. Golpe por retenido y el propio Anscombe se redimió con la patada de la victoria desde 39 metros. Una previa deliciosa para la Champions Cup del sábado.
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