El calor derrota el deseo de récords mundiales en el maratón de Londres
Vivian Cheruiyot (2h 18m 30s) triunfa en mujeres tras el hundimiento de la favorita, Mary Keitany, mientras Eliud Kipchoge (2h 4m 17s) logra su tercera victoria
Terminado el God save a mí misma, La reina Isabel II apretó con decisión una seta roja en el patio del castillo de Windsor, y en unos jardines lejanos, junto al Támesis, cerca de Greenwich, sonó una sirena fabril que disparó a los hombres en busca de un récord mundial que el calor inhabitual (unos 20 grados y sol en la siempre gris Londres) hizo imposible. Detrás de ellos, una masa feliz de 55.000 atletas aficionados.
Se derritió hasta la sonrisa demoniaca de Eliud Kipchoge, la señal del paradójico disfrute del sufrimiento del mejor maratoniano de la historia. Y, pese a ello, ganó.
Las mujeres, que habían salido un buen rato antes escoltadas por atletas liebres que con actitud heteropatriarcal las urgían a correr más deprisa, ya lo habían sufrido aún más brutalmente.
Las marcas pedidas a las liebres para la media maratón, señalada nada más cruzar el puente de la Torre, 61m justos para los hombres, 67m 30s para las mujeres, determinaron unas segundas mitades de sufrimiento y lucha por la supervivencia.
La keniana Mary Keitany, que buscaba batir el récord del mundo de la británica Paula Radcliffe (2h 15m 25s en 2003), sucumbió. El calor pudo más que su voluntad. Después de pasar la media maratón en unos tremendos 67m 16s, se hundió miserablemente. Tardó 10 minutos más en los segundos 21.097,5 metros (77m 11s) y no solo se quedó lejos del récord con sus 2h 24m 27s, sino que tampoco ganó ni quedó entre las cuatro primeras. La victoria fue para su compatriota Vivian Cheruiyot (2h 18m 30s), quien, mucho más prudente siguió una estrategia de equilibrio (68m 56s + 69m 34s, sus dos mitades, casi idénticas). Atleta veterana, de 34 años, Cheruiyot es una novata en maratón, una distancia en la que debutó en Londres 2017 (cuarta) tras una larga carrera en la pista (cuatro veces campeona mundial en 5.000m y 10.000m y campeona olímpica en Río en la distancia más corta). En su tercer maratón mejoró en 5m su mejor marca y logró la quinta mejor marca de la historia. La tercera favorita, la etíope Tirunesh Dibaba, se retiró pasado el kilómetro 25, destrozada tras haber intentado seguir el ritmo inicial de Keitany.
Como un metrónomo, como un autómata sin corazón ni cerebro, Kipchoge cruzó el Támesis marcando 61m clavados en la media maratón. El cronómetro previsto al segundo. A su espalda resistían el héroe local, Mo Farah, el sorprendente joven etíope Tola Kitata (21 años), tan desasistido que se hidrataba con las últimas gotas de los bidones de Kipchoge, quien generoso se los pasaba, y su compatriota eterno Kenenisa Bekele. Después, el mundo contuvo la respiración. ¿Batiría por fin Kipchoge el récord del mundo, las 2h 2m 57s de Dennis Kimetto que se empeñaban en escapársele siempre? ¿Se hundiría como Keitany, desesperadamente? ¿Cuánto aguantarían sus acompañantes?
Como ajeno a las dudas, Kipchoge mantuvo su marcha regular, siempre el primero, sin permitir que nadie la pasara una vez retiradas las liebres agotadas. Imperceptiblemente, sin embargo, su ritmo comenzó a decaer. El récord se le escurrió con el sudor al sol. Pero no la victoria. La voluntad de Kipchoge, campeón olímpico, dos veces ya ganador en Londres con el récord de la prueba (2h 3m 5s), invicto en la distancia desde hace cinco años, es siempre superior a la derrota. Sucesivamente se fueron hundiendo sus rivales. El último, Kitata, resistió hasta pasado el kilómetro 35. Después todo Londres fue para el keniano más admirado, que, a los 33 años, ganó su tercer maratón de Londres con 2h 4m 17s, una marca extraordinaria dadas las condiciones y la desmesura de pasar la media maratón en 61m. Es, junto a la sonrisa de Chesire que a veces se le borra una señal más de su grandeza.
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