El Leganés acaricia la salvación que se le escapa al Deportivo
El equipo que dirige Clarence Seedorf deja pasar sus opciones iniciales de marcar ante un rival que luego viró a rocoso y se aboca ahora a un duro final de temporada con previsible drama final
El Deportivo es el estudiante que se ha fumado los parciales durante todo el curso y pretender aprobarlo todo en los exámenes finales. Y, claro, tiene muchas asignaturas pendientes como para superarlas todas. Necesita sumar de tres en tres y, aunque lleva cuatro jornadas sin perder, en las dos últimas ha cosechado sendos empates. El que se llevó de Butarque es pírrico, le deja con doce puntos por los que litigar distanciado seis puntos del Levante y a ocho del Espanyol, que deben jugar un partido más. Al Leganés la igualada no le concede la salvación matemática que buscaba, pero es cuestión de tiempo. En cuanto sume un punto más, o el Deportivo deje de hacerlo, habrá llegado a la meta, esa por la que suspira el equipo gallego, que también se aboca a que las manecillas de reloj y su propia impotencia le sitúen más pronto que tarde en Segunda División.
El equipo de Seedorf fue un espumoso, se abrió nada más empezar el partido y manó con fuerza hacia la meta de Cuéllar. Debió marcar de inicio, pero no lo hizo y seguramente ese desacierto marcó el devenir del partido, que igual hubiera sido otro si el Dépor se pone en ventaja. O no porque el Leganés se fue hacia arriba como si estuviese por detrás en el marcador, dominador, con recursos para jugar en campo contrario porque en cuanto ajustó su presión tras pérdida, tampoco nada especialmente asfixiante, taponó lo que al principio era un torrente y derivó a hilillo.
Al cuarto de hora ya controlaba la situación el Leganés, que empezó a asediar la meta de Rubén, sin puntería, pero con constancia, con una sucesión de saques de esquina que convirtieron la liza en un sinónimo claustrofóbico para el Deportivo. Pudo marcar El Zhar en una de esas acciones pergeñadas en la pizarra. O Eraso, que conectó mal un remate tras ganar la espalda del central Schär, siempre apuesto con balón, pero también con un punto remiso en la brega defensiva. Combinó el Leganés y palideció el Deportivo, que solo llegó al área local cuando buscó transiciones rápidas hacia Lucas Pérez, el futbolista que define al equipo.
Lucas es una joya, le da a cualquier equipo un caudal ofensivo extraordinario porque se mueve, se desmarca y ofrece opciones a sus compañeros, fomenta y aprovecha el error de los zagueros y convierte cada partido en una pesadilla para los centrales que le vigilan. Pero el mismo jugador incisivo es también un futbolista atribulado por el error porque no acierta en el remate y cada error engrosa una losa que le pesa en la ocasión siguiente. Y como no deja de producir no deja de fallar en un bucle del que no sale porque desde noviembre solo ha marcado una vez y de penalti. Juega además tocado, con problemas en la pierna derecha, pero como le sobra compromiso y deportivismo va y vuelve, percute, busca y no encuentra. A los seis minutos ya había tenido dos goles que pasaron de largo. Tuvo un tercero mediada la primera parte, pero Cuéllar se le hizo inmenso bajo palos.
Mal que bien el Deportivo sobrevivió al dominio del Leganés, sin puntería, y se mantuvo en el partido. Pareció más permeable cuando el primer cambio decretado por Seedorf movió a Guilherme del interior hacia la cabeza del área, que ocupó durante casi una hora Mosquera hasta que fue suplido por Valverde. Guilherme tiene tendencia a perder el sitio. Sería por eso o porque el empate no terminaba de agradar a ambos equipos por lo que el partido pareció derivar hacia la ruptura. Quizás le interesaba más ese escenario al Deportivo que al Leganés, que lo frustró y se juntó para convertirse en indescifrable para un oponente que solo se encontraba cómodo en las transiciones, no cuando debía juntar pases. Se olvidó de atacar el Leganés, que con un inmenso Siovas como faro defensivo redobló su cautela con el paso de los minutos y más cuando a un cuarto de hora del final recuperó el tridente Seedorf, llamó a Andone, relevó a Borges, juntó al rumano con Lucas, Borja Valle y Adrián, decisivo en Bilbao, pero que no tocó bola en Butarque.
Tuvo suerte incluso el Deportivo de que nadie en el cuartero arbitral viese sobre el final un penalti evidente por mano innecesaria de Albentosa en el área. Le faltaron recursos en un momento límite ante un rival rocoso, jugó un partido que hubiese sido aceptable mediada la temporada y en una situación templada en la tabla, insuficiente ahora mismo y más con la perspectiva de un calendario que le cruzará con Barcelona y Villarreal en Riazor y le enviará de visita a Vigo y Valencia.
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