El Alavés resiste el asedio del Eibar
Europa se aleja para los armeros y el descenso para los alavesistas
A juzgar por los últimos resultados previos de ambos equipos, pudiera pensarse que Eibar y Alavés habían encontrado su zona de confort. El Eibar porque Europa se le hace más lejana e imposible que los puntos que le separan de ella. El Alavés porque después de tanto sufrir y tanto remar por el fango de la clasificación, llegó a puerto y aunque no ha atracado del todo, el viento le sopla a favor para garantizar la permanencia.
No son equipos que puedan permitirse dormir. Ni tienen entrenadores que te canten una nana para que duermas mejor, pero aún así los esfuerzos acumulados se dejan sentir. Pero, claro, llegó el gol de Guidetti, a los cuatro minutos, y cualquier tentación de resguardarse en la sala de confort saltó por los aires. Fue un gol tan sorprendente como la jugada que lo produjo. Un saque de banda, con muchos jugadores en poco espacio, Ramis sufre el engaño de ir a por el balón antes de tiempo y Sobrino se va junto a la raya a velocidad de vértigo, pase atrás desde la línea de fondo y el delantero sueco bate a Dmitrovic.
Es decir, el partido empezó con cinco minutos de retraso. Y lo hizo con los parámetros clásicos de ambos rivales. El Eibar se dispuso a bombardear el área con la vista puesta en ganar por insistencia, por exceso de producción. Pero... desde ese momento se puso de manifiesto que a la alineación del Eibar le faltaba el segundo delantero centro, tan clásico en Ipurua, tan de Mendilibar, tan escaso en el fútbol español. No fue una decisión técnica, ocurrió que no había ninguno disponible: tanto Sergi Enrich como Charles están lesionados. Y no hay más. Y el hueco parecía una sima porque la multitud de centros no encontraban rematador, sin el apoyo o la solución del segundo delantero. Y no lo encontraron nunca. Como no encontraron a Inui (quizá ya más en Sevilla que en Eibar)
El Alavés apretó los dientes para defender, a sabiendas de su destino: defender con a líneas juntas y resistir un ataque intenso y obsesivo. Y el Alavés sí defendió bien, algo que le ampara con la presencia de Manu García, junto a los centrales Laguardia y Rodrigo Eli, hartos de despejar balones de cabeza.
Otra vez la fábula del frontón y el pelotari. Al Alavés le valió un tanto, un disparo apenas le dio la victoria, disfrazado de frontón, contra el que tropezó el Eibar haciendo de pelotari hasta que le dolió la mano casi rota de golpear la pelota. El segundo tiempo fue un monólogo, hubo multitud de centros y córners de Pedro León, pero todos morían en la cabeza de los centrales alavesistas o en las alturas. Hasta que llegó un libre directo esquinado de Pedo León, un trallazo en toda regla que despachó con un vuelo acertado Pacheco, la mejor jugada del partido, aunque no acabara en gol (el gol no lo decide todo).
Y así iba, e iba, e iba el Eibar, con el Alavés cada más más encajonado, un paso atrás, y otro, pero exhibiendo un orden y una fuerza constantes. No solo el reloj daba la orden de resistir, sino que el Alavés parecía disfrutar con ello con un espíritu tan solidario como el del Eibar en inundar el campo del rival. Era un duelo de solidaridades y triunfó una como pudo triunfar la otra. Pero a la del Eibar le faltó un segundo delantero y las alternativas no funcionaron. Europa y el descenso se alejan de Eibar y Alavés. De nuevo la tentación de la zona de confort.
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