_
_
_
_

Las Palmas da otro paso hacia el agujero

La Real gana por la mínima tras perdonar una docena de claras ocasiones de gol

Aguirregaray y Oyarzabal pugnan por un balón.
Aguirregaray y Oyarzabal pugnan por un balón.Ángel Medina G. (EFE)

A juzgar por la intensidad, la presión, la velocidad y la lucha, se diría que la Real Sociedad se jugaba el descenso y la Unión Deportiva, una vacaciones en el mar. Y claro, si a la Real le das unos metros de respiro, no le aturdes con la presión y le rascas un poco el ánimo, el concierto el equipo de Imanol suena a las mil maravillas. Januzaj y Canales eran violines afinados, el cántabro jugando en la media punta con libertad de movimientos, el belga arrasando la banda derecha con la suavidad que se arrasa un campo de setas. Si no fuera por la velocidad que imprimían a sus acciones parecería que jugasen en plena ingravidez.

Y la Unión miraba, llena de jugadores con pocos minutos y el banquillo lleno de experiencia inutilizada. Con los metros de reflexión que le concedían en medio campo y la poca velocidad de sus laterales, el equipo canario fue cavando su fosa y la Real Sociedad escribiendo el guión de un partido casi perfecto. A los 21, le manchó el traje impoluto y bien entallado a Paco Jémez con el gol de Oyarzabal, el tercer delantero de la línea de medios puntas. El gol abría una lata que se antojaba demasiado grande, de esas que ponen en juego la voracidad de los futbolistas. En la primera parte, la Real construyó una docena de ocasiones de gol, y una tras otra las fue emborronando Chichizola con una actuación soberbia. Remates a bocajarro hubo a tutiplén (si por la defensa canaria fuera se hubiera hecho una jaima para quedarse a vivir bajo la portería, siempre por su mala cabeza), cabezazos malintencionados, combinaciones en el área que parecían vías para patinadores expertos. De todos los colores los pintó la Real y a cada cuadro le aplicó el portero argentino su dosis de acetona.

Las Palmas no disparó ni una sola vez entre los tres palos y un par de ellas, entre las nubes y los rascacielos. Y eso que la Real, en su baile de porteros, volvió a contar con Ramírez, el tercero, porque el primero, Moyà, fichado en invierno, está lesionado, y el segundo, que era el primero, Rulli, fue descartado por decisión del técnico, así que tuvo que viajar el cuarto, Zubiairre, procedente del filial.

Vista la carga de energía con la que salió Las Palmas, quizás alguno soñó con ese tópico tan rutinario en el fútbol que acaba castigando al gran dominador, abusón, si se quiere, con un empate inesperado en cualquier jugada aislada. Jémez, fiel a su estilo, quitó a un lateral, Aguirregaray, para meter otro delantero centro, Calleri. Pasó a jugar con defensa de tres, a corazón abierto. Y la Real saco el bisturí y le creo cuatro o cinco ocasiones más, mal concluidas. Pero el técnico canario consiguió que su equipo se afilara en el centro del campo y en el área contraria. Y llegaron las ocasiones amarillas, casi todas protagonizadas por Calleri. La Real no tembló, o quizás sí, pero sudó, eso seguro. Cuando uno piensa en el mal fario acababa creyendo en él.

Pero el partido se fue por donde vino. La Real Sociedad, tan superior que rozó el miedo. Y Las Palmas dando un paso más hacia el agujero al que ya empieza a mirar sin disimulo, a diez puntos de la salvación con seis partidos por delante. Un agujero demasiado negro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_