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Los orgullosos ‘enemigos’ (y vecinos) de Real Madrid y Atlético

El fútbol crece al ritmo de las ciudades del sur de Madrid. Sus equipos, Getafe, Leganés y Alcorcón, son los mejores embajadores

Rotondas. Calles anchas. Urbanizaciones. Adosados. Ladrillo visto. Cercanías. Grafitis. Carril bici. Parques. Centros comerciales y grandes superficies. Polideportivos. Con estas piezas se compone el paisaje arquetípico de la periferia. Si lo colocamos al sur de Madrid, más allá de la M-40, nos estamos refiriendo a una periferia muy concreta: esa que creció con rapidez al calor de la capital a partir de los 70 tiñéndose de rojo. Getafe. Leganés. Alcorcón. Luego volvieron a crecer con el cambio de siglo, acercándose a los 200.000 habitantes y dotándose poco a poco de servicios y espacios culturales. El Centro de Artes Buero Vallejo. La Cubierta. El Conservatorio Profesional de Música. El metro. Las universidades. Acumulan más vecinos que la mayoría de las capitales de provincia. Faltaba algo para lograr la independencia completa (y alejada de la gentrificación). Para que el orgullo al sur de la capital se conociera en el mundo. Y llegó el fútbol.

Previa azulona

“Getafe mola por sí sola. Y el Geta también”. Álex era del Real Madrid, como buena parte de sus vecinos, hasta el EuroGeta. “Mi padre me empezó a llevar a ver al Getafe cuando ascendió [temporada 2004/05]. Luego llegamos dos veces a la final de Copa y jugamos en Europa. Ahí me hice azulón para siempre”, cuenta este recién graduado en Economía en la Carlos III. En su historia se puede ver reflejado un amplio sector de la afición del Getafe. “Hoy tenemos más de 20 peñas oficiales, previamente al ascenso, solo cuatro. Muchos de nosotros, yo incluido, éramos del Madrid antes de ser del Geta. Pero nuestros hijos ya no son así”, expone Ángel Reguillo, de 40 años, presidente de la federación de peñas del club.

Reguillo piensa que el Getafe es "el mejor arma" de la ciudad para darse a conocer en los últimos años: “Todo el mundo hablaba del EuroGeta que le jugó de tú a tú al Bayern. Diez años después todavía se recuerda”. Álex coincide. Se dispone a entrar con sus amigos en el Coliseum Alfonso Pérez para animar al Getafe contra el Betis. “Yo vivo cerca de aquí. Tanto la ciudad como el equipo han cambiado mucho. No éramos nada y ahora tenemos de todo. Pero creo que gracias al Geta nos pusieron en el mapa”, dice orgulloso. El Coliseum se levantó en 1998. En estas dos décadas la localidad ha ganado 35.000 habitantes (hasta los 178.000), dos barrios, un polígono industrial, siete paradas de metro, un centro comercial, el Conservatorio, el centro cultural Espacio Mercado o el festival multidisciplinar Cultura Inquieta. Una época en la que el Getafe ha ascendido dos veces a Primera, la última la temporada pasada.

La plazuela más cercana al campo está llena de cuadrillas enfundadas en camisetas azules que aprovechan la previa para ponerse al día. Los niños juegan al fútbol con el mobiliario urbano como meta. Kiko lo ve todo mientras saca tercios a la barra de El Azulón, su bar. “Viene más gente que nunca. Ahora hay afición de verdad”, opina este getafense de 41 años. Es cierto que la fidelidad ha aumentado: esta temporada el Getafe ha batido su récord histórico de abonados, más de 12.500. Un 7% de la ciudad.

Kiko es famoso por su coche, un 600 tuneado, azul y con el escudo del club en el capó: “Estaba hecho una ruina y me ayudaron a arreglarlo. Ahora es un símbolo, como el equipo”. El hostelero se frena en seco para hacer memoria del progreso de la ciudad. “Aquí había un descampado, hasta que hicieron las piscinas [anexas al Coliseum] y el estadio”, rememora. “Éramos como un pueblo y una parte de nuestra vida pasaba sí o sí por Madrid. Hoy tenemos hasta un Corte Inglés. Y seguimos siendo gente humilde y normal; un pueblo para lo bueno, pero más grande. Con un equipo propio. El Getafe nos representa y nos ayuda a creérnoslo”.

Manos en Butarque

Ana se quedó en Leganés hasta los 33, pero 10 años después vuelve todavía a su casa, donde viven sus padres: “Mi vida va en paralelo a la del equipo y la ciudad, hemos ido progresando. Pero los verdaderos responsables del avance fueron nuestros padres con su trabajo”. Su juventud transcurre junto al conjunto pepinero. “Vivía en Zarzaquemada, un barrio cercano a donde ahora está el estadio de Butarque. Entonces no había nada, solo el bloque de nuestro piso. Salíamos por el centro de Lega. Allí había un manicomio [el antiguo Hospital de Santa Isabel, hoy Instituto de Salud Mental José Germain], justo al lado de los garitos, y junto a él estaba el antiguo campo del Leganés”, recuerda emocionada. Aquel recinto se derribó para construir la nueva Plaza Mayor y algunas casas. “Los jóvenes de entonces no nos las podíamos permitir”.

Afición del Leganés en Butarque.
Afición del Leganés en Butarque.CD Leganés.

La ciudad crecía, y Ana también. “Nos hicimos mayores y cogíamos el coche para subir a la parte alta de Leganés, junto al cementerio. Es la zona más bonita. Íbamos allí para hacer manitas, como los americanos con el autocine. Había un foco de luz tenue y nosotros teníamos necesidades”, confiesa entre risas. “Debajo de ese foco es donde hoy está Butarque. Así que seguramente muchos de los millennials pepineros hayan sido concebidos donde hoy animan al equipo”. El Lega presume de público joven y de butacas repletas: su estadio fue el de mayor porcentaje de ocupación en España la pasada temporada. Llenaron casi un 90% de las gradas en todos los partidos, prácticamente 10.000 personas por encuentro

Butarque se inauguró hace 20 años, pocos meses después de estrenarse La Cubierta de Leganés. Desde entonces el equipo escribe las mejores páginas de su historia, con el ascenso a primera hace dos temporadas y la eliminación del Real Madrid en la Copa del Rey de este año como colofón. Y la ciudad sigue creciendo con barrios como Poza del Agua o Arroyoculebro, un parque tecnológico (LegaTec), una nueva Plaza Mayor, un museo de escultura al aire libre o espacios como el Centro Cívico José Saramago. El presidente de las peñas del Leganés, Javier Herrera, compara ese crecimiento con el de la afición: “En ese tiempo hemos pasado de 3 peñas a 11. Ahora llenamos el estadio. Y lo más importante, los niños quieren la camiseta de Mantovani, no la de Cristiano”.

Herrera atribuye esa evolución al buen trabajo del equipo de comunicación del Lega: “Lo que han hecho para implicar a los jóvenes y para ganar el cariño del resto de equipos es increíble”. El Leganés se asienta en una ciudad con 187.000 habitantes, pero en Twitter expande su alcance hasta los 240.000 seguidores.

Orgullo alfarero

El Alcorcón aspira a emular a sus vecinos de la M-40 con un ascenso a Primera. La fama ya la lograron. En 2009, todavía en Segunda B, este modesto equipo goleó 4-0 al todopoderoso Real Madrid en Copa del Rey. Aquello resonó por todo el mundo y todavía se recuerda con una sola palabra: alcorconazo. "Nos vino fenomenal. Renovaron el estadio y al año siguiente estábamos en Segunda. Y ahí seguimos", constata Javier, auxiliar de enfermería de 31 años y forofo del conjunto alfarero. "Lo mismo que ha hecho el Leganés lo hicimos nosotros hace ya mucho", dice con sorna.

El bar JR es la última parada de una hilera de locales donde se concentra la afición amarilla antes de entrar al Estadio de Santo Domingo. Juan Carlos Carvajal es dueño del bar, lugar de fraternidad entre los hinchas locales y visitantes, y miembro de una de las seis peñas oficiales del club, la de El Puchero: “Viene mucha gente los días de partido. Somos una afición no muy grande pero fiel y tranquila, nos hermanamos con todos los que nos visitan. Las peñas trabajan a diario para que sigamos creciendo. Aquí el deporte se vive en todas las casas”.

Miguel viene de correr, cubierto de ropa térmica. "El estadio [inaugurado en 1999] forma parte de una especie de ciudad deportiva con muchas actividades: piscina, pista de atletismo, canchas de tenis, pádel, baloncesto...", relata este fisioterapeuta alcorconero junto al Parque de las Comunidades, uno de los más grandes de este municipio de 168.000 habitantes. Cree que es un proyecto que ha beneficiado a todos: "Aquí se unen la ciudad y el deporte. Este espacio ha permitido que el Alcorcón tenga buenas instalaciones y pueda formar a su cantera. La gente tiene cualquier deporte más a mano y lo practica mucho más que antes".

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