Fernando Alonso despierta a la F-1
El quinto puesto del español en Australia agita un Mundial que comienza con la victoria de Vettel y la amenaza de otra era de dominio de Hamilton
El Mundial de Fórmula 1 arrancó finalmente ayer tras un invierno de conjeturas y pruebas, y lo hizo de un modo muy parecido al del año pasado: Mercedes cometió un error de cálculo en Australia y le dejó pista libre a Sebastian Vettel, que evidentemente no le hizo un feo al regalo. En 2017, Ferrari no fue capaz de ejercer como una amenaza real para la escudería de Brackley a lo largo de toda la temporada y tampoco hay indicios suficientemente sólidos para pensar que la historia vaya a ser distinta esta vez. Ganó la Scuderia de Maranello por un despiste del rival, aunque el rendimiento del bólido de Il Cavallino Rampante sigue por detrás del de las Flechas de Plata, algo que presumiblemente quedará en evidencia a medida que el calendario vaya avanzando.
A la espera de calibrar mejor la diferencia real entre los dos principales contendientes a la corona, si algo parece evidente es que el calvario vivido por McLaren y Fernando Alonso durante los tres últimos años llega a su fin. En el primer examen de verdad de la nueva alianza con Renault, el asturiano terminó el quinto después de formar el décimo en la parrilla, y fue capaz de contener los ataques de Max Verstappen y su Red Bull, una hazaña impensable hace solo seis meses. Con Mercedes dominando la era híbrida a su antojo —cuatro dobletes en los últimos cuatro años— no hay mejor noticia que el despertar de McLaren y su estrella para alborotar un certamen cada vez más previsible. La novena plaza de Stoffel Vandoorne le llevó a sumar dos puntos, que sumados a los 10 de Alonso hacen que el equipo de Woking se plante con 12, cuando en todo 2017 logró un total de 30. Hacía ocho meses, desde el último Gran Premio de Hungría, que los dos integrantes de la estructura británica no cruzaban la meta entre los 10 primeros.
La mayoría apostaba por un paseo de Hamilton en Melbourne después de adjudicarse la pole por más de seis décimas respecto del segundo (Raikkonen), un mundo entero en un circuito corto como el de Albert Park. Esa diferencia hacía prever un domingo de lo más tranquilo para el chico de Tewin, que sin embargo se durmió en los laureles en el momento más determinante y le despejó el camino a Vettel, que ya se sabe que no hace concesiones.
Todo pasó en dos segundos y justo después de que un problema con una de las pistolas hidráulicas de Haas provocara el abandono de los dos monoplazas estadounidenses, tanto el de Kevin Magnusen (vuelta 23) como el de Romain Grosjean (vuelta 24), cuando rodaban en cuarta y quinta posición. En el caso del francés, la avería le llevó a aparcar en un sector delicado, cosa que impulsó a Dirección de Carrera a soltar el coche de seguridad. Ferrari llamó de inmediato a Vettel (vuelta 26), el único de los pilotos que rodaban delante que aún no había pasado por el taller, que se las apañó para reincorporarse en cabeza. La incredulidad de Hamilton al verse detrás de su oponente quedó perfectamente plasmada en la conversación que el de Mercedes y sus ingenieros mantuvieron por la radio. “¿No me habéis avisado de que Sebastian se había metido en el box? ¿He cometido yo algún fallo?”, preguntó el actual campeón del mundo, sin obtener una respuesta clara por parte de su muro.
Hamilton, entre el exceso y el defecto
Ese inesperado cambio de guion hizo que la temperatura de las distintas grescas subiera un pelín, pero nada más. En esas circunstancias no es nada fácil encontrar el equilibrio entre el temple y la agresividad, y a Hamilton le faltó de lo primero y le sobró de lo segundo: a 11 vueltas para la bandera de cuadros se fue largo en una apurada de frenada al entrar en una curva a la derecha en un error de conducción que le hizo perder dos segundos y cualquier opción de recuperar la batuta.
Las últimas vueltas prometían mucho pero se quedaron en eso, en un trenecito que no sufrió ningún cambio y que llevó a Vettel a sumar su primera victoria del año, la 48ª de su palmarés y su podio número 100. Carlos Sainz fue el décimo a pesar de los problemas físicos que le hicieron conducir con malestar y dolor de estómago la mayor parte del tiempo por un problema en el sistema de hidratación.
El desenlace de la película de este primer asalto no refleja ni mucho menos la realidad, puesto que Ferrari se encontró con un regalo inesperado que le sirvió un triunfo con el que no contaba. En Mercedes, por su parte, harán bien en revisar los protocolos que ponen en marcha cuando sale el coche de seguridad. “Pensábamos que teníamos un margen de tres segundos, al menos eso es lo que nos decían nuestros ordenadores. Hay que ver qué ha pasado, y si es un problema en el software, arreglarlo”, declaró Toto Wolff, el jefe de Mercedes, cuando se le preguntó qué fue lo que hizo que Hamilton perdiera el liderato cuando teóricamente tenía margen de sobras. “Aún no me han dado una razón concreta acerca de qué pasó, pero siempre se hace difícil digerir el perder un gran premio que tenías a tu alcance”, se limitó a decir el piloto británico.
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