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VELA | VUELTA AL MUNDO
Columna
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El reto de Cabo de Hornos

Estamos ante la etapa reina, la más dura, y las expectativas en torneo a nosotros son altas

El Mapfre, durante la 7ª etapa de la Volvo Ocean Race.
El Mapfre, durante la 7ª etapa de la Volvo Ocean Race.Maria Muina (MAPFRE)

Aquí estamos de nuevo. Una etapa más por delante y, además, esta vez la etapa reina, la más larga, la que pasa por Cabo de Hornos. A partir de ella, todo es volver a casa.

Como ya he dicho en más ocasiones, esta etapa es muy importante para nosotros, e imagino que también para el resto de los equipos. Además de que puntúa doble -y al final gana el que más puntos tenga en la general-, hay un punto extra en juego en Cabo de Hornos y otro, como siempre, para que el que gane la etapa. Somos conscientes que las expectativas sobre nosotros son altas, pero tenemos que ser realistas. Sabemos muy bien que es una etapa muy dura y difícil, y tenemos que hacer nuestro trabajo como sabemos. Que nadie adelante acontecimientos, nunca.

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Una buena noticia es que se reincorpora Ñeti, que desde Ciudad del Cabo ha estado recuperándose de una lesión y trabajando muy duro para estar de vuelta cuanto antes con las máximas garantías. Con él de nuevo a bordo se baja Louis [Sinclair], uno de nuestros tripulantes reserva desde el principio de la vuelta y que, debo subrayar, ha hecho un gran trabajo en estas etapas; también sé que ahora debe estar tan feliz y encantado cuidando su huerto en su casa de Nueva Zelanda, que me consta que lo echaba de menos.

La verdad es que por ahora creo que con las lesiones hemos tenido suerte. Por el momento solo hemos tenido la de Ñeti, que como digo, ya está recuperado y de vuelta. Siempre hay problemas pequeños, algo normal durante la competición, pero que no han detenido a nadie y todos están dando el cien por cien en el barco. Nosotros intentamos mantener el grupo tan unido como sea posible y por el momento está funcionando. Pero está claro que la preocupación por que le pase algo a alguien siempre está ahí, aunque hasta ahora vaya bien.

Como siempre, la salida de Auckland fue muy bonita, con muchísima gente en el agua y recordándome un poco a la de Vigo de 2005, en todo tipo de barcos o lo que fuese mientras flotase: gente en veleros, lanchas, yates, kayaks, motos de agua, windsurfistas, gente haciendo kite, paddle… de lo más variopinto. Y la verdad es que se agradece empezar una etapa, sobre todo como es esta, sintiéndose tan arropado.

La etapa empezó con mandanga de la buena: ciñendo y con rasca. No son las condiciones que nos gustan porque, aunque no somos de quejarnos y las cosas son como son para todos y punto, nos hacen la vida a bordo muy, muy incómoda. Pantocazo tras pantocazo, todo se mueve todo el tiempo, vas muy escorado… Vamos, que mareo asegurado y el estómago hecho trizas. Y da igual las millas que lleves navegadas a lo largo de todos estos años; son cosas que por mucho que uno esté acostumbrado a navegar son así y siempre lo serán. Te mareas, hay que aguantarlo y ya se pasará. Pero claro, mientras lo aguantas es cuando piensas: “¿Quién me mandaría a mí…?”

En fin. Pasadas unas 24/30 horas más o menos, llegó un poco de calma y pudimos poner todo un poco en orden. También me llegó la felicitación de mis chavales por el día del padre, que la verdad no sabía ni en qué día estaba. Pero son detalles que te alegran la vida, y más si no puedes estar con ellos. Ahora, por el momento, las condiciones son buenas, con 20-25 nudos navegando de popa. Esto ya es otra cosa, aunque las temperaturas, si bien no muy malas, ya empiezan a bajar. Si echas un ojo en cubierta ya ves algún que otro pasamontañas y bastantes guantes.

* Sigue paso a paso la aventura del DesafíoMapfre.

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