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La Real Sociedad sigue tropezando con la misma piedra

El Getafe remontó en Anoeta y se une al sueño de la séptima plaza en la Liga

Odriozola dispara ante Guaita.
Odriozola dispara ante Guaita.JAVIER ETXEZARRETA (EFE)

Si al fútbol le quitas el riesgo, la emoción o el suspense te queda una lectura de guión tan necesaria para el jugador, como aburrida para el público. Y sucede que esta Liga se ha empeñado en acabar pronto la partida por distintas razones. Las de la Real, que empezaron como soles imparables, están deseando que el último árbitro pite el final del último partido para huir de este chaparrón permanente, lavarse bien la cara y mañana será otro día. A tanta distancia de la última plaza europea y con tan poco ánimo se puede decir que a estas alturas solo dos jugadores de la Real sienten el latido del corazón desbocado: Odriozola, con una plaza casi segura con España, salvo desastre, y Willian José, convocado por Brasil y con serias probabilidades de ser el tercer nueve de la canarinha. Los dos únicos premios a una debílisima temporada.

Porque la Real se repite más que el ajo. Lleva unos cuantos partidos en el que combina con elegancia, mastica dos o tres oportunidades y a la siguiente caza el gol. Pero se repite también que a renglón seguido arroja al suelo la vara de mando, el campo se le hace pequeño, amontona algunos errores y cuando aún no se ha despabilado ya tiene uno o dos goles en su contra que solo ratifican sus problemas de autoestima.

Ante el Getafe cumplió el guión con puntos y comas. Arremetió contra el equipo madrileño con un disparo de Willian José, una oportunidad inaudita de Oyarzabal que se le coló entre las piernas. Hasta que maduró el cabezazo bellísimo de Willian José y todo mientras el equipo de Bordalás bordaba el papel de equipo sorprendido. Había fallado en la construcción de un contragolpe, intentando al borde del área un vuelo Nureyev que acabó en el nido de Guaita.

El Getafe necesitó poco tiempo para regenerarse. Para algo tiene a un tipo productivo como el marroquí Fjir, dos delanteros puntiagudos como Ángel y Molina, y un central togolés Djené, bajito y potente, que consiguió rematar el partido un segundo antes del descanso en un córner en el que Zurutuza fue derribado cuando quería taponar al defensor togolés, que acabó marcando.

El Getafe había elegido ya su marcha de crucero y la Real seguía dudando sobre qué pedal era el del freno y cuál el del acelerador, porque la Real juega sin emoción, sin riesgo: empiece como empiece, todo tiene un aire previsible. Lo inesperado fue que el canario Ángel se trazó una diagonal que concluyó con un disparo poderoso, imposible para Noyá. En diez minutos, descanso de por medio, había resuelto el encuentro el Getafe, que también sueña con la séptima plaza, un lugar que se ha convertido en el paraíso terrenal de las nuevas clases medias del fútbol.

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