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El Athletic se lava la cara ante el Valencia

Se adelantó el equipo de Marcelino pero los rojiblancos reaccionaron en la segunda mitad

Raúl García lucha por el balón con Rúben Vezo. En vídeo, declaraciones de los entrenadores tras el partido.Foto: atlas | Vídeo: LUIS TEJIDO (EFE) / EFE

Cambiar la racha, cambiar el juego, cambiar los gritos por aplausos, recuperar alguna esencia rojiblanca que enganchase el hilo del juego con el hilo musical festivo y no con el rap del desconsuelo. Parecía que sí, salvo unos minutillos en los que el Valencia (con muchos cambios) gobernaba con mano blanda, más midiendo el ímpetu del rival que buscando un abordaje; el resto, el Athletic decidió reducir el campo a la banda izquierda para que Córdoba y Saborit se hartasen de tirar centros, que siempre tropezaban en algún defensa sin que alcanzasen el vuelo necesario para buscar la cabeza de Aduriz o Raúl.

Era un Athletic monocorde, pero corajudo y solo por ello se advertía algún cambio, mientras el Valencia iba acotando su terreno en busca de algún salto inesperado. Kondogbia era el ingeniero con buzo y casco, mientras el jovencísimo Ferran Torres comenzaba a asomar sus habilidades.

El gol del Valencia fue la suma de dos talentos y varios errores. Fue un ataque largo y repetido, por la blandura de la defensa rojiblanca para alejar el peligro, en la última acción Ferran amagó con centrar, la defensa se aculó un poco más y el balón le fue en horizontal a Kondogbia, que golpeó con el interior del pie izquierdo ajustando el gol con un compás de aquellos tiempos.

Nadie esperaba que con la nevada que cayó en Bizkaia, el Athletic obrase la magia de convertir ese juego en una función del circo de sol. No, fue una primera mitad de un día laborable, en la que solo pasaron dos cosas: el gol del francés y el penalti que Neto, muy avispado, le adivinó y le repelió con los puños.

Eso pasó y no pasó más, y el público tragando saliva porque las segundas partes del Athletic suelen amenazar derribos más que reconstrucciones de urgencia. Pero también es muy extraño que nieve en Bilbao a ras de acera y 33 años después la nieve fue una sorpresa. Quizás por eso, porque están cambiando los tiempos, la segunda mitad fue un homenaje al esfuerzo. El partido se volvió intenso, con aires de ida y vuelta, aunque con preeminencia rojiblanca, que de pronto se palpó los genes y sintió algo conocido.

El de De Marcos reconocía esa ambición, compartida con el público, por igualar al menos un encuentro que el Valencia ni gobernaba del todo, ni llegaba a romperlo la sabiduría de Kondogbia y la fuerza de Coquelin, las dos almas francesas del Valencia.

Kepa respondió a las dos únicas oportunidades del Valencia en sendas paradas soberbias Y luego tira y afloja entre dos equipos que querían ganar aunque las fórmulas utilizadas no eran siempre las más artísticas, sino generalmente las más industriales. Y quien más quien menos se fue contento de San Mamés. El público bilbaíno vio un empate más, otro y otro, pero no lo sintió como un empate más. Lo vio como un duelo más de aquellos tiempos. Y curiosamente el Valencia sigue sin ganar en el nuevo San Mamés. Distintas formas de ver un partido y juzgar un resultado.

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