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Campazzo da el golpe

El base argentino, líder del Real Madrid en el pase a semifinales ante Unicaja, hereda el espíritu campeador de los blancos en la Copa dirigiendo, anotando y defendiendo

Faustino Sáez
Campazzo, ante Unicaja
Campazzo, ante UnicajaACB MEDIA (Europa Press)

“He oído el palo que le han dado a Nedovic, pero son situaciones del juego y no hemos perdido por eso”, explicó Carlos Suárez al término del Real Madrid-Unicaja en el que los blancos se clasificaron para las semifinales de la Copa del Rey. Se refería el capitán del conjunto malagueño a la acción polémica del partido. A 15s del final, con 87-84 en el marcador, Nedovic logró zafarse del marcaje de Taylor pero, cuando estaba a la altura del tiro libre para forzar el tiro, se topó con la mano de Facundo Campazzo. Protestaron el banquillo y la grada de los verdes, pero el verdadero golpe lo había dado el base argentino con una espectacular actuación que le consagra a sus 26 años como referente del conjunto de Laso. “Lo disfruté porque fue un partido lindo. Sabíamos que iba a estar apretado hasta el final. Por eso teníamos que hacer trabajo de obreros, ir paso a paso. Aquí se gana jugando muy bien y jugando con coraje. Esta vez tuvimos una mezcla de las dos cosas. Fuimos a buscar el partido. Atacamos desde la defensa. Sacamos la garra y fuimos solidarios. Cuando conseguimos esa marcha más de intensidad conseguimos mejores tiros y esa variedad ofensiva nos permitió ser menos predecibles en los instantes finales”, resumió jadeante a pie de pista el heredero del espíritu campeador del Madrid en el torneo.

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Campazzo decidió un duelo mayúsculo con 18 puntos, tres rebotes, siete asistencias y dos robos, el último providencial para rendir a un bravo Unicaja. Un expediente con 33 de valoración, un punto más que Suárez y Waczynski juntos, los dos mejores del cuadro malagueño. “Es un crack. Un gran jugador que además tiene carácter. Va creciendo adecuadamente, es un líder nato y, aunque me gane partidos, le deseo lo mejor porque es el tipo de jugador que nos gusta a muchos entrenadores”, le elogió Joan Plaza. “Apostamos por él hace tres años y la llegada le resultó dura, pero fue la temporada en la que ganamos Supercopa, Copa, Euroliga y Liga. Después mantuvo su crecimiento con dos años magníficos en Murcia. Me alegro de que se le valore así”, refrendó Laso completando la lista de elogios al protagonista de la noche. Un genio de 1,78m.

Con 15 años recién cumplidos, Campazzo correteaba por las canchas de su Córdoba natal con la camiseta del Unión Eléctrica, presumiendo de corriente continua, intensidad y energía; los valores que le llevaron a destacar entre los talentos de su generación. Las virtudes que le convirtieron en el verano de 2014 en uno de los cinco fichajes con los que el Madrid emprendía, sobre todo, su tercer asalto a La Novena. Entre las incorporaciones para la misión, cuatro veteranos con expedientes baqueteados y una media de edad de casi 30 años —Nocioni, Ayón, Maciulis y Rivers— y una apuesta joven y menuda para el puesto de tercer base, vacante tras la salida de Draper al Efes. “Le veníamos siguiendo desde hace tiempo. Es muy hábil, muy dinámico y puede mantenernos en el ritmo de partido que queremos”, explicó Laso para justificar su llegada. “Tiene mi personalidad, se lleva el mundo por delante. Prefiero que se pase de rosca a que le falte”, le elogió Nocioni, su camarada y tutor en Madrid.

Campazzo lanza ante Alberto Díaz
Campazzo lanza ante Alberto DíazElvira Urquijo A. (EFE)

“En Argentina estaba acostumbrado a jugar muchos minutos y a ser protagonista, aquí voy a intentar aprender lo máximo posible de estas dos bestias que son los dos sergios [Llull y Rodríguez]. Ellos dos tienen un talento increíble, yo soy un poquito más rústico”, contó en su primera rueda de prensa como madridista. Palabras que resumen un carácter humilde, intrépido y abnegado forjado a contracorriente desde niño.

Su madre le llevó al polideportivo municipal para matricularle “en lo que fuera”. Necesitaba canalizar su hiperactividad, “síndrome hiperquinético” fue el diagnóstico que le lanzó a un deporte que abrazó con pasión desde el equipo de infantiles. “Allí todos éramos bajitos, no daban ni dos pesos por nosotros, pero cuando jugábamos contra los mejores les ganábamos por puro corazón. A mí me llamaban la bomba atómica”, rememora Facu, el cuarto de cinco hermanos, hincha de Chacarita en fútbol y devoto de Pablo Prigioni en su oficio. En 2006, durante un torneo en Mar del Plata, cautivó a Osvaldo Echeverría, el entrenador de Peñarol, que lo fichó para su equipo, donde hizo carrera. No falló. El chico debutó en Primera dos años después y, en 2012, con 21 años, se subió a la expedición de los Juegos.

En la preparación de la cita de Londres, Manu Ginóbili se quedó prendado del descaro del chaval. Lejos de elogiarle, eso sí, buscó espolearle a su manera. “Jamás vi a un chico de tu edad con esa panza”, le soltó. La chanza le sonrojó, pero no cayó en vano. Jugó los ocho partidos del torneo, fue el sexto hombre con más minutos y asumió la titularidad cuando faltó Prigioni por un cólico. Al regreso a Argentina, empezó la dieta paleolítica que le recomendaron los tótems de la generación dorada. Suprimió harinas, lácteos, azúcares y frituras en las comidas, perdió siete kilos, ganó musculatura y se lanzó a perfeccionar su ambición y a liderar la camada de Laprovíttola, Delía, Gallizi y Bortolín. “Campazzo contagia porque da la vida por cada pelota, sin importarle si es un partido o un entrenamiento”, resume Julio Lamas, exseleccionador argentino. Facundo Campazzo, inventiva entrenada en la búsqueda de atajos entre gigantes, un genio a cinco pies y 10 pulgadas del parquet. Un referente en el Madrid de Laso tras aprovechar sus dos años de mili en Murcia, el agujero abierto por la ausencia de Llull y la insustancial aportación de Randle. Campazzo es el único jugador blanco que ha disputado todos los partidos en lo que va de temporada (44) y pilota la nave madridista rumbo al reto de las cinco Copas consecutivas. “Sabemos el camino y nunca bajamos los brazos”, sentencia el Facu.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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