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“La Copa del Rey de 1998 nos cambió la vida”

Nacho Rodilla, MVP de la sorprendente edición de 1998, rememora el histórico primer título del Pamesa

Faustino Sáez
Los jugadores del Pamesa Valencia festejan la Copa de 1998
Los jugadores del Pamesa Valencia festejan la Copa de 1998EFE (EL PAÍS)

El avistamiento próximo del cambio de milenio alteró de manera mística los biorritmos del baloncesto español para escribir un fascinante curso del 98. La novela inédita comenzó encumbrando al Pamesa Valencia en la Copa del Rey en mitad del frío seco del pabellón Pisuerga de Valladolid y se cerró coronando al TDK como campeón de Liga abrazado al sofocante fervor del Nou Congost de Manresa. La gloria desconocida se gestó en un histórico episodio copero que llevó a la máxima expresión la esencia inverosímil de un torneo que este año alcanza su 82ª edición.

En aquella ocasión, cayeron en cuartos los dos grandes, Real Madrid y Barcelona; el líder sólido de la ACB, TAU; y un clásico, Estudiantes. A cambio, estrenó su palmarés un equipo que apenas dos años antes estaba en la Liga EBA. “La Copa es el torneo que más te hace crecer en menos tiempo. Nosotros llegamos como unos niños y salimos siendo hombres. En cuatro días nos cambió por completo la vida y cambió la dimensión del club”, rememora Nacho Rodilla 20 años después de la gesta.

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Con la pizarra del druida serbio Miki Vukovic y el timón del pujante Rodilla, 22 años entonces, el Pamesa besó el santo en su primera fase final de la Copa. “Es complicado que haya tantas sorpresas juntas como las que hubo aquella vez. El camino fue girando, los grandes fueron cayendo y se abrió la ilusión para el resto”, cuenta el inapelable MVP del primer título de la historia del club taronja. “Sorprendimos al TAU en cuartos y, al ganar al equipo que llegaba en mejores condiciones, nos convencimos de que el sueño era posible”, prosigue Rodilla, ejecutor del plan de Vukovic junto al trío estadounidense formado por Reggie Fox, Aaron Swinson y Tim Perry, al pívot serbio Sasa Radunovic y a una nómina de nacionales implicados, aplicados y descarados (Víctor Luengo, Berni Álvarez, Alfonso Albert, José Luis Maluenda...). “Todos aceptamos los roles que marcó Vukovic. Cada uno sabía para lo que estaba en la pista y cumplía sus funciones a la perfección”, cuenta el exjugador de Llíria, que actualmente dirige la cantera del Fuenlabrada.

En cuartos, el Pamesa rindió al TAU de Scariolo (72-64) con 19 puntos de Rodilla. En semifinales derrotó al anfitrión, el Fórum Valladolid de Aranzana (78-73), que a su vez había sorprendido al Madrid de Bodiroga y Herreros. Y en la final cayó el Joventut de Badalona de Julbe (89-75), que se presentó a la cita tras dejar en el camino al Barça y al TDK. “La sensación de ganar por primera vez es tremenda. Ahí empezó todo. Los títulos cambian a los clubes. Con el descenso, el Valencia cambió de mentalidad y se consiguió saber adónde queríamos ir. Y con la Copa nos metimos en el grupo de los equipos importantes”, repasa Rodilla, protagonista absoluto de la gesta valenciana.

“En el momento no era consciente. Terminaba los partidos y sabía que había estado a un nivel muy alto. Pero en ningún momento pensé en el MVP. Tan solo en los instantes finales de la final pensé. Me sentó Miki Vukovic y se me acercaron en el banquillo para decirme que me habían elegido el mejor del torneo”, relata el histórico jugador del Valencia, junto con Víctor Luengo, los únicos con la camiseta retirada en La Fonteta y con una pista en L’Alquería bautizada con sus nombres. “Cuando recibí el galardón hay muchas fotos mías tirándome de los pelos por la emoción. Ahí empecé a ser consciente de lo que había hecho ese fin de semana”. Cuatro días que sacudieron su biografía.

“Tuve que ir asumiendo todo aquello a continuación de la Copa. Lolo Sáinz me empezó a llevar a la selección, surgieron rumores del interés de otros equipos, empecé a negociar con el Valencia un nuevo contrato, hasta mi marca de zapatillas me llamó para renovar… Tienes que saber llevarlo para no volverte loco”, confiesa el 40 veces internacional y medalla de plata en el Eurobasket de 1999. “La clave fue Miki [Vukovic]. Cogió al equipo recién descendido, recuperamos la categoría con él y, en todo ese recorrido, nos fue lanzando retos de superación”, cuenta el que fuera el primer base alto (1,92m) del baloncesto español, que creció idolatrando a Corbalán y Solozábal.

En Valladolid, allí donde el mito azulgrana sentenció al Madrid con el recordado triple del 88, Rodilla se coronó con el Pamesa en una final que nació con polémica. “Me repele el juego y la estrategia del miedo del Pamesa”, espetó Julbe antes de su novena pelea por el título. “Fuimos ajenos al debate del estilo. Julbe quiso meternos presión con eso pero le salió mal. Ante el Joventut nos fuimos a 89 puntos. Si un equipo quiere amarrar no llega a esas cifras. No éramos de jugar a 60 puntos, nosotros éramos jóvenes y cuando creíamos que podíamos correr corríamos y cuando necesitábamos calmar el ritmo también lo hacíamos. Ganamos porque fuimos los mejores”, sentencia Rodilla.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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